Capítulo 13

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El equipo había conseguido quedar entre los dieciséis que se saltarían las primeras rondas de los clasificatorios para el Interescolar en Agosto pero la sensación era agridulce cuando se habían quedado tan cerca de ganar la final del torneo. Las felicitaciones por un buen partido sonaban vacías cuando lo único en lo que Koutarou podía pensar era en como el bloqueo del otro equipo había conseguido detener la mayoría de sus remates. Koutarou era una vergüenza para el equipo. Sus emociones se lo habían llevado por delante y se había acabado hundiendo en medio del partido, dejando todo el peso del ataque en Konoha. La ovación parecía inmerecida y Koutarou sólo quería que acabaran los aplausos para poder hacer análisis de todo lo que había ido mal, aprender de ello y mirar hacia adelante.

Acampados en el pasillo, dejaron que el peso de la derrota cayera sobre ellos. Koutarou tenía la impresión de ser un zombie. El entrenador Yamiji insistió en que hicieran sus estiramientos y luego los llevaría a todos a cenar.

–Lo siento –Akaashi susurró entrelazando su meñique con el de Koutarou–. Tendría que haber

–No tienes que pedir perdón. –Koutarou le apretó la mano con fuerza–. Eres el primero en recordarnos que no podemos ganar todos los partidos.

Koutarou se sintió un hipócrita cuando él era el mayor experto en flagelarse cuando las cosas iban mal. Era fácil entender porque Akaashi se sentía responsable siendo el primer partido que perdían desde que era colocador pero Koutarou no iba a permitir que cargara con la culpa. En la pista eran seis jugando, la culpa no era de nadie y era de todos.

–Lo sé, pero era mi obligación abrirte un camino y aún no soy lo suficientemente bueno. –Akaashi se apoyó contra la pared–. Sólo necesito estar solo un rato.

Akaashi le soltó la mano y sonrió sin ningún brillo en sus ojos antes de alejarse pasillo abajo. Koutarou notó como el nudo en su estómago se iba apretando cada vez con más fuerza. Perderlo de vista dentro del polideportivo seguía poniéndolo nervioso pero no tenía por qué pasar nada.

–Es raro que le afecten las cosas. –Komi le dio una palmada en la espalda.

–No. –Koutarou suspiró–. Lo raro es que deje que los demás se den cuenta.

Koutarou iba a darle quince minutos a solas antes de salir a buscarlo. No le importaba si después tenía que arrodillarse y suplicar que lo perdonara para aplacar a la bestia de su orgullo. Konoha tenía que estar pensando algo parecido, a juzgar por cómo miraba el punto en el que habían perdido de vista a Akaashi.



Koutarou se cogió el codo derecho y tiró de él hasta notar la presión en su hombro. Cuando Akaashi volviera iba a tener que asegurarse que también estiraba o los entrenamientos mañana iban a ser duros.

–¿Por qué esas caras tan largas? ¡No es como si estuvieseis descalificados para el Interescolar! –La voz de Fumiko chirrió en sus oídos como si estuviera fuera de lugar.

–Me habías dicho que al final no vendrías. –Konoha frunció el ceño al ver a su prima.

–Haru quería venir y ver los partidos. –Fumiko se encogió de hombros–. Es una pena que hayáis perdido contra el Itachiyama pero su nuevo As es brutal.

–¿Haru? –Koutarou notó como se le helaba la sangre–. ¿Umehara está aquí?

–Sí, ha venido conmigo. ¿Pasa algo? –Fumiko se lo quedó mirando extrañada–. Me dijo que quería pedirle perdón a Akaashi y no conseguía localizarlo de ninguna forma.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora