Capítulo 11

645 113 20
                                    


Keiji estaba seguro de que cuando sonara su despertador iba a maldecirse por trasnochar. El último día de los clasificatorios prometía ser intenso pero estaba demasiado emocionado para poder conciliar el sueño. Habían pasado muchas cosas en pocas horas y Keiji aún no acababa de creerse que se hubiese atrevido a pedirle salir a Bokuto-san. La pantalla de su móvil se iluminó con una nueva notificación. Ver el nombre de su novio puso una sonrisa en sus labios.

Bokuto-san:

Aún no me creo que me hayas dicho que sí

Keiji:

Técnicamente he sido yo el que te ha pedido salir.

Bokuto-san:

🤨🤨🤨

No te escucho 🙉

Keiji:

Sabes que tengo razón.

Bokuto-san:

🙉🙉🙉🙉🙉🙉🙉🙉🙉

Keiji rió y le dio un beso a la pantalla del teléfono. Aún sentía escalofríos al pensar que Bokuto-san era su novio. Keiji aún recordaba la primera vez que lo había visto rematar un balón y estamparlo al otro lado de la red. El cuerpo de Bokuto-san parecía diseñado para la potencia. Su presencia en la pista era enorme. Había pocos jugadores que a su edad tuvieran su calidad técnica y su ansia de victoria. Bokuto-san era competitivo hasta el extremo y, sin embargo, Keiji sólo podía pensar que le parecía adorable.

Keiji tenía la impresión de haberse quedado dormido apenas hacía cinco minutos cuando sonó su despertador. Odiando al mundo, ahogó un grito contra la almohada. No se arrepentía de haber dormido sólo tres horas pero como perdieran el primer partido el resto del equipo no los iba a perdonar en la vida.

Al mirarse al espejo, su cara recordaba a la de un mapache. Keiji encendió el grifo. El agua helada lo despertó de golpe. Había quedado con Bokuto-san que lo pasaría a buscar en veinte minutos. Su casa quedaba más cerca del instituto y era una tontería hacerlo venir sólo para deshacer el camino. Con un poco de suerte, su madre aún no estaría despierta y podría tomarse un café a escondidas.

–¿Alguien está nervioso por los partidos de hoy? –Escuchar la voz de su hermana casi le hizo tirar la taza.

–¿Qué haces aquí? –Keiji no pudo evitar mirar a Keiko con suspicacia–. ¿No trabajas hoy?

–¿Ese es todo el aprecio que le muestras a tu hermana? –Keiko se acercó la taza de café a los labios–. Mamá me llamó para contarme que te han hecho titular. ¿Cómo iba a perderme tu primer torneo?

–¿Desde cuándo te importan mis torneos?

–¡Oh! ¡No seas así! ¿Tan raro es que quiera mostrarle mi apoyo a mi hermano pequeño?

–Sí –contestó Keiji cruzándose de brazos.

–¡Pero es la ocasión perfecta para ver lo increíble que es tu Bokuto-san! ¡Prometo portarme bien!

–¿Por qué me cuesta creerte? –Keiji suspiró derrotado–. Da igual lo que diga, vas a hacer lo que quieras.

–No iba a hacer nada tan terrible –Keiko se quejó–. Sólo quería asustarlo un poco.

–Ya... Eso es lo que me preocupa.

Keiji se pasó los cinco minutos de trayecto que separaban su casa de la de Bokuto-san recordando el nerviosismo que le había atenazado el estómago el día anterior. Keiji había estado muy seguro de que se había cargado su amistad con Bokuto-san por culpa de su estúpido orgullo. No era una de sus mejores cualidades, pero su orgullo era lo único que lo había mantenido a flote en sus peores momentos cuando no tenía a nadie en quien apoyarse. Media docena de escenarios le habían pasado por la cabeza mientras andaba, cada cual peor que el anterior. Keiji estaba seguro que Bokuto-san no lo perdonaría pero al menos tenía que disculparse. No tenía ningún derecho a pagar sus inseguridades con él. Keiji nunca se hubiese podido imaginar la respuesta de Bokuto-san. En ninguno de sus futuros posibles, Bokuto-san ni siquiera se había planteado que Keiji fuera el culpable.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora