Capítulo 5

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Koutarou saltó de la cama antes de que sonara la alarma de su móvil. Apenas había dormido dos horas pero sentía como si tuviera una fuente de energía infinita. Encerrado en el cuarto de baño, aún en calzoncillos, se miró en el espejo. Sonrió al recordar a Akaashi ruborizándose al ver sus abdominales. Intentó no distraerse demasiado, Koutarou tenía las mañanas cronometradas y el tiempo justo para peinarse si no quería llegar tarde.

Tras enfundarse en el chándal del equipo, tardó dos segundos en arrastrar su bolsa de deporte de debajo de la cama y meter dentro sus zapatillas de voley y el uniforme del instituto para cambiarse después de los entrenamientos. Aún no acababa de creerse que Akaashi lo encontrara atractivo. Su padre, Rin y Yuuta seguían durmiendo pero podía oír a su madre abajo en la cocina preparando bentos para todos.

Koutarou saltó las escaleras de dos en dos, cogió el bento sobre la mesa y le dio un beso a su madre antes de salir a la carrera.

Akaashi vivía en uno de los bloques de pisos construidos a principios de los noventa cerca de la Avenida Setagaya-Dori. Apenas los separaban tres calles e ir a buscarlo apenas añadía cinco minutos a su rutina matinal. Koutarou no sabía el piso o la puerta, pero daba igual. Se apoyó contra una de las jardineras que decoraban la entrada, dispuesto a esperar.

–¡Akaashi! –gritó nada más verlo–. Si no nos damos prisa llegaremos tarde.

–¿Bokuto-san? –Akaashi lo miró sorprendido–. Sabes que podría haberme ido ya, ¿verdad?

–¡Imposible! Siempre llego antes que tú. –Koutarou se levantó haciendo equilibrios con la cinta de la bandolera en su frente.

–No tendrías que haberme pasado a buscar. –Akaashi lo siguió andando un paso por detrás.

–¿Por qué no? –Koutarou se giró para mirarlo–. Vivimos cerca, los dos estamos en el mismo club y somos amigos –contestó enumerando con los dedos.

–En el instituto dicen que soy gay. –Akaashi clavó la mirada en el suelo–. Podrían empezar

–¿A decir que también lo soy? Ya lo hacen –Koutarou lo interrumpió–. Me importa más bien poco.

–¿Entonces no te importa que los rumores puedan ser ciertos? –Akaashi aceleró el paso hasta ponerse a su misma altura.

–Nop –Koutarou contestó estirándose y poniendo sus brazos tras la cabeza–. Y a nadie de los de segundo nos va a importar.

Akaashi se quedó pensativo. Aún era pronto y apenas había nadie por la calle. Koutarou dejó que el silencio los envolviera. La ruta más rápida hasta el insti transcurría entre calles peatonales o muy poco transitadas y a esas horas de la mañana aún se podía oír el piar de algún pájaro.

Casi habían llegado al insti cuando Saru los saludó desde el otro lado de la calle y corrió hasta alcanzarlos.

–¿A qué hora te has tenido que levantar para poder pasar a buscar a Akaashi por su casa? –Sin ningún miramiento se hizo un hueco entre los dos y arqueando una ceja comentó–: Has sido rápido, ¿eh, Bokuto?

–Somos vecinos –Koutarou gruñó intentando que Saru dejara el tema–, no tenía ningún sentido venir cada uno por su lado.

–Ya claro. Sólo va a ser eso. No te lo pensaste mucho para dejarnos colgados. –Saru rió–.

Koutarou miró a Akaashi de reojo, preocupado por su reacción. Su máscara de perfecta impasibilidad volvía a estar presente. Saru pareció darse cuenta también del cambio de humor en el ambiente. Koutarou se maldijo por no haber contado con lo entrometidos que sus amigos podían llegar a ser.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora