Capítulo 24

499 80 18
                                    


El azar era un amante caprichoso. Tras unos clasificatorios de infarto casi podían imaginarse ganando a cualquier equipo que se les pusiera por delante. El partido había sido largo e intenso. Después de casi un mes y medio, Akaashi volvía a estar con Koutarou en la pista. Eran sus remates, que lo llenaban de felicidad, los que había golpeado con todas sus fuerzas. Koutarou había estado tan seguro de que era imposible que perdieran que la derrota aún sabía amarga en su paladar.


Su participación había terminado nada más empezar.


Nadie podía discutir que había sido un buen partido. El Shiratorizawa de Ushiwaka era uno de los equipos más potentes a nivel nacional pero era un consuelo vacío cuando la decepción seguía pesando en su estómago. Koutarou miró a su novio de reojo. Nunca era fácil seguir después de una derrota pero había algo aún más sangrante en quedar descalificados tras un único partido. Koutarou no podía apartar la mirada de Akaashi, preocupado por la reacción que pudiera tener.

–Sabrán de nosotros en el Torneo de Primavera. –Su novio le apretó la mano con fuerza. Las lágrimas le resbalaban pesadas por las mejillas–. Cuando lleguemos al instituto, ¿querrás quedarte un rato más?

Koutarou asintió con un gesto de cabeza. Akaashi lo conocía lo suficiente como para saber que iba a necesitar quemar toda la energía sobrante que no había conseguido mandar a ninguna parte. Koutarou podía notar la tensión como un hormigueo debajo de la piel. Podía sentir la frustración por no poder seguir jugando cuando aún les tendrían que quedar tantos partidos por delante en los músculos agarrotados de su espalda. El resto del equipo no podía sentirse muy diferente.

Koutarou cogió su bolsa de deporte y se la colgó al hombro. El autobús que los devolvería al instituto ya los esperaba en el parking exterior. El sol del mediodía los abrasaba inclemente nada más salir al exterior.

–¡Aki!

Konoha se detuvo de golpe nada más oír su nombre, haciendo que Koutarou casi se estampara contra su espalda.

–Le dije que no viniera –dijo Konoha frunciendo el ceño.

Koutarou se giró. Fumiko aguantó la puerta del estadio con el hombro antes de que se le cerrara en los morros. Parecía estar a punto de ahogarse por haber estado corriendo para alcanzarlos.

–Perdón. –Fumiko se detuvo delante de Akaashi, la mirada clavada en el suelo, casi como si no supiera cómo mirarlo a la cara–. Sólo quería poder hablar contigo.

–Te dije que esperaras –gruñó Konoha cogiéndola del brazo con fuerza–, ahora no es un buen momento.

–¡Hace más de un mes que te pedí poder hablar con él! ¡Y sólo haces que ignorarme! ¿Cuando iba a ser un buen momento? –Fumiko tiró para soltarse–. Sólo quería pedir perdón. –La prima de Konoha pareció apagarse como una vela. La vergüenza brillaba en su rostro.

–No todo gira a tu alrededor. –Konoha gruñó con tono mordaz.

–No pasa nada, Konoha-san –dijo Akaashi, la confusión ante la escena dibujada en su rostro–. No hay nada que perdonar. Así que no sé qué esperáis que haga.

–¡Kei-chan!

Koutarou se giró al reconocer la voz inconfundible de la hermana de Akaashi. Estaba seguro que los ojos se le íban a salir de las córneas al darse cuenta que ante él tenía a la Mariposa Roja. La casaca de vinilo negro le llegaba hasta los tobillos y contrastaba con el vestido rojo, las medias de rejilla y las botas militares con punta de acero. Incluso el maquillaje oscuro que rodeaba sus ojos ayudaba a crear la imagen de que ante ellos tenían a alguien a quién había que temer.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora