☀️.° 𝐹𝑜𝑟𝑡𝑢𝑛𝑒 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟𝑠 𝑡ℎ𝑒 𝑏𝑜𝑙𝑑 °.☀️
❝ Arturo es el hijo del hombre que me hizo abandonar mi hogar. No le debo nada, y me da igual si vive o muere. No arriesgaré mi vida por el hijo de Uther Pendragón ❞
⊰ DUOLOGÍA ⊱
⸻ I : THE...
Me aparté el pelo de la cara para después secarme el sudor de la frente con el reverso de mi brazo derecho.
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Dejé escapar un tenue suspiro mientras giraba sobre mis talones para encaminarme hacia los sacos de heno, guardados en una esquina de los establos.
Había terminado mis tareas no hacía mucho, y tan solo me quedaba dejar bien alimentados a los animales antes de irme.
Eché un vistazo a los sacos de esparto para darme cuenta de que no quedaba del que sabía era el favorito de los bayos.
━Tal vez pueda ir a otro día a por ese y darles de otro tipo hoy...━musité para mí.
Escuché a mis espaldas un relincho de desagrado.
Me volví bruscamente para toparme con Sömbra mirándome desde su cuadra con un gesto que desaprobaba mi decisión por completo.
Arqueé una ceja ante su reacción.
Sömbra era una de las yeguas jóvenes del rey. De pelaje y crines negras, pero si algo hacía a aquella yegua peculiar, eran sus penetrantes orbes azules que destacaban sobre toda ella.
Era terca y con un temperamento muy fuerte, pero también era dócil y cariñosa cuando confiaba en la persona a su cargo.
Uther no solía salir mucho con ella, ya que decía que era bastante desobediente y que esperaría a que estuviera domada para elegirla como su montura en las cacerías.
Su desobediencia al monarca era lo que hacía que aquella yegua testaruda fuese mi favorita.
━Eres una consentida━ le dije mientras me acercaba a su cuadra.
Esta agitó la cabeza levemente.
━¿Vas a hacerme ir a comprarte heno ahora solo porque no te gustan los otros?
Bufó como respuesta y clavó los ojos en mí.
Reí derrotada.
━Está bien━ inquirí mientras le arremolinaba las crines y le acariciaba el hocico━ Te tengo demasiado mimada.
La yegua me cabeceó levemente con los ánimos contentos por haberse salido con la suya.
Cogí mi jubón donde llevaba algunas monedas que me darían de sobra para el heno y salí de los establos.
Atajé por las callejuelas que lindaban con los suburbios para llegar antes a la plaza donde sabía que aún los mercaderes no habían comenzado a recoger sus puestos, por lo que llegaría justo a tiempo para poder provisionarme de un par de sacos de heno y volver.