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Los Taylor comenzaron su día temprano en la madrugada, con los primeros rayos de sol. Madison fue a ordeñar la vaca con el mayor de sus hijos, Riley comenzó a hacer el desayuno, paseándose por el salón donde Olivia estaba acostada y James y Charlie salieron al campo. No dejó la cama en todo el día, ni siquiera cuando la invitaron a comer o cuando James le acercó un plato para la cena. No tenía hambre, solo podía darles la espalda a todos, enfrentando la pared y llorar en silencio y cuando se quedó sin lágrimas, tan solo guardó silencio.

—¿Cuándo saldrá de esa cama? Han pasado dos días, James y ni siquiera ha comido.

James miró a su mujer y supo que no podía dejarlo estar por más tiempo.

Estaban parados junto al pozo de agua que Charlie se encontraba terminado y donde James intentaba ser de ayuda como fuera posible a pesar de su edad.

—No sabemos qué clase de cosas ha vivido...Quizás necesite tiempo.

—No tendrá mucho tiempo si no come algo...La pobre ya está demasiado flaca.

Miró hacia la casa y a su mujer y supo que si no intervenía entonces las insistencias de Riley solo se harían más frecuentes, así que se quitó el sombrero (el cual dejó junto al pozo de agua) y tras avisarle a Charlie que se ausentaría un momento, se fue hacia el salón.

Olivia seguía en la cama, como la habían dejado dos días atrás, mirando a la pared con tan solo la camisa de algodón cubriendo su cuerpo desnudo y las mantas abrigándola. Añadió otros troncos al fuego para calentar la habitación y sirvió un plato con los restos del desayuno.

—Debe comer algo, señora, enfermara si no lo hace. Por favor, siéntese.

Le tomó unos minutos obedecer, lo que llevó a James a pensar que no tenía caso intentarlo. Cuando Olivia aceptó el plato de madera con pan y carne, James acercó una silla desde la mesa y se sentó a su lado.

—¿Cómo se llama?

—Olivia Eades.

—James Taylor y ella es mi esposa, Riley —. Miró hacia la mujer de unos cincuenta años que entraba en la casa con un delantal cubriendo su vestido y continuó comiendo en silencio—. ¿Tiene familia a la que podamos escribirle para que vengan a buscarla?

La sola mención de su familia fue suficiente para llevarla a las lágrimas. Llevaba los últimos dos días pensando que tal vez jamás volvería a verlos y que ellos nunca descubrirían lo que le había sucedido. ¿Cómo podrían? Ni siquiera ella sabía que le había sucedido.

Riley contuvo su angustia al verla comenzar a llorar y se ausentó hacia la cocina para dejarlos a solas. James también se sintió angustiado y culpable por haberla puesto en ese estado.

Frotó su mano sobre el pantalón y miró hacia el piso.

—Perdone, no debí preguntar...No se estrese ¿de acuerdo? Es bienvenida a quedarse con nosotros todo el tiempo que necesite, nos viene bien un poco de ayuda extra —. Se puso de pie y llenó un vaso con agua para entregarle—. Coma y cuando esté lista mi hija le dará ropa para que se vista y salga a tomar algo de aire. Le hace falta.

Vio su espalda cuando se giró hacia la puerta y el corazón se le aceleró. Necesitaba saber en qué año estaba, pero preguntarlo la aterraba. Tragó la carne tan rápido como pudo y lo llamó.

—¿Puedo preguntarle algo que sonará un poco extraño?

—Por supuesto.

—¿En qué año estamos?

No le sorprendió que James frunciera el ceño y regresara todo su cuerpo hacia ella, intentando entender a que venía la pregunta. Podía mentir y decir que se había golpeado la cabeza, eso sin duda lo despistaría, pero no lo hizo. No estaba tan concentrada como para darse cuenta que podría haberlo hecho.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora