Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de casarse o tener hijos, sin preocuparse por la comida que todos los días tiene en su mesa y sin tener que luchar cada segundo para sobrevivir...
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24 de abril 1865. White Oak Lands, Minnesota.
Jian se miró frente al espejo de su habitación y abrochó en su cuello el collar de perlas de su madre antes de dar por terminado su atuendo. El vestido le quedaba a medida, con las telas cayendo con gracia sobre la falda y las mangas acampanadas bailando debajo de sus muñecas, acomodó una de las moñas sobre su vientre y miró a través de la puerta hacia su padre, que acababa de asomar en la habitación para verla.
Jonathan se había puesto un traje con chaleco, camisa y corbata, también traía una chaqueta negra que su madre le había planchado y cuando se acercó a la cama para sentarse, se quitó su sombrero y lo dejó en el colchón a su lado.
Jian se sentó en silencio junto a él.
—Nos distanciamos bastante desde que volví —dijo mirando hacia sus manos unidas entre sus piernas—. Yo...Realmente no te conozco mucho, Jian y desearía haber dedicado mi tiempo a conocerte, pero, aun así, te amo como a una hija y lamento profundamente tener que entregarte a este hombre esta mañana. Derby es un amigo y lo conozco de toda mi vida y recibiría una bala por él, pero...Sé que no es un hombre decente, es bueno, pero no decente.
—He tratado con hombres como él en el pasado, pa.
—No es lo mismo que te visiten una noche a que debas pasar el resto de tu vida con él. Desearía poder ofrecerte algo mejor.
—Me diste toda una nueva vida y no hay nada mejor que eso en este mundo. Es mi culpa que las cosas no funcionaran y cargaré con las consecuencias de eso —. Jonathan la miró de reojo y extendió una mano para tomar la suya. Jian sonrió—. No estés triste, estaré bien y seguiré viviendo junto a ustedes.
—Te amo, hija...Creo que no te lo había dicho antes —. Se inclinó para besarla en la frente y suspiró—. Pero es importante que lo sepas.
Jonathan bajó las escaleras llevándola de la mano y cuando salieron al porche de la casa, la enganchó de su brazo y cruzó el camino hacia el alta que Susan y Lisie habían armado la noche anterior. El cura ya se había presentado para unirlos y Derby estaba junto a él, luciendo como un hombre que se presentaba ante su propio funeral.
No había muchos presentes, solo el grupo. Lisie sentada con Kyle, la señora Susan con Darion y Chester, los hijos de Terrell (los que seguían con vida al menos) y Olivia con sus hijos y Liam, esperando a que Jonathan fuera a sentarse a su lado.
Cuando se detuvieron frente a Derby, Jonathan tomó la mano de Jian en la suya y la extendió hacia su viejo amigo, a quien ya no sabía como ver, no sabía si lo quería muerto o sí podía perdonarlo.
Derby aceptó la mano de Jian y la ayudó a subir la pequeña tarima a su lado sin apartar sus ojos de Jonathan. Podía ver la amenaza en su rostro y la advertencia, así que asintió para dejarlo tranquilo y giró su atención hacia el cura.
