15 de febrero 1861.
St. Paul, Minnesota.Olivia se abrazó a los niños y miró sus rostros regordetes y suaves mejillas, asegurándose de recordar cada detalle mientras estuviera lejos.
—Hagan caso a la abuela ¿de acuerdo? —. Los tres asintieron y Adrian se limpió las lágrimas—. No llores, cielo, mamá volverá pronto ¿sí? Serán solo unas semanas.
—¿Nos escribirás?
—Todas las semanas, se los prometo.
Besó la mano de Luke y volvió a abrazarlos sin poder contenerse.
—Mis muchachos, los amo un montón.
—Nosotros a ti, mami.
Se apretaron a su falda, negándose a dejarla ir y Dalia tiró de ellos suavemente cuando el tren comenzó a hacer sonar su silbato.
El ruido era ensordecedor en la estación, la maquinaría del transporte continuaba quemando carbón aunque estuviera estacionado y lanzaba una densa nube de humo negro sobre el ambiente. Había demasiada gente entrando y bajando del tren y familias que recibían a sus padres después de un largo viaje o despedían a sus hijos que marchaban a la Universidad en otra ciudad.
—Olivia, debemos irnos.
—Pórtense bien ¿sí? Muchas gracias, Dalia, por acceder a cuidarlos.
—Es un placer, querida, suerte reencontrándote con tu familia.
Se obligó a alejarse de sus hijos y los saludó con la mano mientras se encaminaba hacia la puerta del tren. Jonathan le ofreció una mano para ayudarla a subir y la siguió de cerca hacia sus asientos.
Cuando se dejó caer junto a la ventana, corrió el cristal y asomó su cuerpo para volver a saludarlos. Nunca antes se había separado de ellos por tanto tiempo y en una distancia mayor a algunos metros, le oprimía el corazón pensar en que no volvía a verlos por al menos un mes. Pero le dejaba tranquila saber que ellos estarían a salvo con Dalia en la enorme mansión, más cómodos que nunca.
Jonathan dejó sus maletas en el maletero que tenían sobre sus cabezas y se desabrochó la chaqueta de su traje antes de sentarse a su lado.
La nieve ya se había derretido, aunque el frío continuaba cruel como siempre. El último mes había sido tranquilo para todos; Jonathan había continuado trabajando en el banco y Olivia se había dedicado completamente a la casa y a reorganizar todo lo que llevarían a su nuevo hogar cuando se mudaran. Se estaban acostumbrando a funcionar sanamente como un matrimonio, ya no discutían tanto por sus diferencias (solo algunas veces) y Olivia lograba controlar su irritabilidad, especialmente cuando le llegaban aquellos días del mes.
Sacó su reloj del bolsillo para ver la hora y se lo guardó suspirando.
—He arreglado nuestra estadía en el Clarendon Hotel para cuando lleguemos a Washington.
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Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADOR
Historical FictionOlivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de casarse o tener hijos, sin preocuparse por la comida que todos los días tiene en su mesa y sin tener que luchar cada segundo para sobrevivir...