○ Cap. No. 36 ○

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El tiempo paso. Zee a veces pasaba por el apartamento, comprobando que seguía sin haber rastro de su amigo.

......

-¡Mamá...!

-¿Qué pasa? Cariño.

-Tengo sed.

-Soy tu madre, no tu esclava.

Saint hizo un puchero y tocó su vientre ya un poco abultado.

-Está bien ,está bien.

-Mmm... Tengo que estudiar. Pero no tengo el libro... ¡Mamá!

-¡No...! ¡Estás embarazado no invalido! Ve tú, así a tu hijo le da aire. Te la pasas encerrado aquí comiendo de todo y vomitándolo.

Saint se levantó mientras su madre le daba quejas.

El castaño bufó. Zee tal vez por eso lo había dejado. Era un caprichoso e infantil.

Se puso algo decente y salió.

Al llegar al departamento se le encogió el pecho.

Tantas cosas habían pasado ahí.

Se tocó el vientre.-Incluyéndote. -Sonrió.

Fue a su habitación y busco sus libros.

Era extraño pero el apartamento estaba limpio.

-Mejor. Así no lo tengo que limpiar. Murmuro Saint.

Cuando caminó para salir de la habitación se escuchó la puerta de la entrada.

-Mierda.

¿Y si querían robar? ¡No podía permitir que le hicieran algo a su bebé o a él!

Cogió un paraguas y salió rápido.

-¡Quieto o te meto esto por donde te va a doler mucho!-Apuntando con el paraguas.

-¿Saint? Hablo el pelinegro

El castaño se percató. -Zee...

-Y bajó el paraguas.

Ese dia Zee entro al apartamento viendo al castaño, con un paraguas en las manos, alerta, intentado protegerse.

Sintió una opresión en su pecho...

Su fuerza de voluntad, se había ido la mierda solo con ver el rostro de Saint.

El castaño se veía tan tierno defendiéndose con un paraguas.

Lo siento. Pensé que querían robar o algo.—Se rió.

Saint estaba nervioso. Pero no lo haría notar.

—Bueno, yo vine... a por unos libros, ya me voy.—Pasó al lado de Zee, oliendo su fragancia y se controló por no llorar.

El embarazo lo tenía bastante sensible.

—Espera.—Zee lo agarro del brazo.

Saint se tensó.

—¿Qué pasa?

—¿Dónde has estado...?

—Oh... Em... En un sitio. Pero estoy bien. Tranquilo.—Sonrió.

—¿No puedes decírmelo?

—No te importa.—Dijo apartando su brazo.

—Quería hablar contigo...

—No hace falta ya. Todo está bien.—Le sonrió.

Zee sintió un pinchazo en su pecho.

—Necesitaba tiem-

—No, no. No te preocupes, no tienes que explicar nada.—Dijo el castaño interrumpiendo.

Caminó hacia la puerta, y cuando iba a girar el pomo se detuvo por la voz de Zee.

—¿Vas a seguir siendo egoísta?

El castaño se giró.

–¿Qué?

—Da igual. Déjalo. Cierra la puerta bien al salir.—Dijo el pelinegro dirigiéndose a la habitación.

Saint apretó el pomo.
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Rayos Saint.....

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