○ Cap. No. 6 ○

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Saint entró a su casa, esperando recibir regaños de su madre, pero no apareció, así que subió a su habitación a dejar la bolsa de ropa.

Cuando abrió la puerta casi suelta un grito- al ver a Zee en su cama.

—Joder, casi me muero.—Dijo poniendo su mano en el pecho y dejando la bolsa al lado de su escritorio.

—¿Y por qué te asustas? ¿Tienes algo que esconder pequeña mierda?

Saint miró a su amigo, genial, estás enfadado, "pequeña mierda" lo usa cuando está enfadado. Muy muy enfadado.

—¿Estás enfadado?

Zee se levantó y empujó al castaño de jandolo caer en la cama y se puso encima de él.

—Déjame besarte, así se me pasa el enfado.—Susurró.

Saint se sonrojó y cerró los ojos con fuerza negando, no debía caer, ¿Y si pasaba lo de antes?

—No... –Puso sus manos en el pecho de Zee e intentó alejarlo.

—¿Por qué no? ¿Que has hecho? ¿A donde has ido?, Zee gruño..

Saint lo miró serio aunque no aguantó, y empezó a reír.

—Hablo en serio, Saint. —Zee lo miró seriamente frunciendo el ceño.

—Perdón, perdón.—Dijo entre risas.—¿Acaso estás celoso?

Zee apretó los labios y lo besó.

—¿Me lo puedo tomar como un sí?—Saint carcajeo alejándose y girando el rostro.

Zee empezó a besar su cuello.

—Ze... Zee... Esto...—Saint empezaba a ponerse nervioso, volvería a pasar, lo que antes estuvieron a punto de hacer, volvería a pasar.

Zee empleó la técnica de Saint, la distracción, pero no era tan malo para hacerle lo mismo que le hizo el castaño horas atras, simplemente metió la mano dentro de la sudadera y le acarició la cintura.

Saint no pudo evitar jadear, su piel estaba erizara.

Zee sonrió en su cuello y empezó a succionar.

Las manos del pelinegro empezaron a subir y acariciaron los pezones de Saint.

El castaño quería alejarlo, pero se sentía realmente bien, Saint se mordia los labios para evitar soltar algún ruido incómodo y extraño.

Saint se concentraba en sentir ese pequeño placer que le daban las manos de su mejor amigo.

Los labios que se encontraban sobre su cuello le hacían cosquillas, muchas, hasta que sintió un poco de dolor, como un pellizco.

Zee le había mordido.

—¿Qué mierda?—Saint empujó al pelinegro y se alejó.

Se levantó para verse en el espejo, miró su cuello tenía como cinco marcas, donde se podían ver.

—¿¡Qué has hecho!?

—Bueno, estamos en paz.—Zee se encogió de hombros.

Saint frunció el ceño confuso.

Zee puso los ojos en blanco y se quitó la camisa.

Saint miró los hombros de Zee, tenían círculos rojos y un poco morados. Casi sonríe, pero eso le molestaría a Zee, aunque le encanta provocarlo, así que lo hizo, soltó una leve risa.

—¿Encima te ríes?—Se quejó Zee.

Saint carcajeo más.

—Me gustan como se ven en tu cuerpo.—Dijo Saint con una risa pícara.

—Me has marcado.—Aclaró Zee.

—No sé, simplemente me apetecía hacerlo.

—A mí también, por eso lo he hecho.

Saint se acordó de las marcas en su cuello y se enfado.

—¡En el cuello! ¡Yo lo hice en tus hombros y algo de espalda!¡A mí se me notan, a ti no!

—Mejor.—Susurró audiblemente el pelinegro.

—¡Idiota!—Saint tomo un peluche y se lo tiró a la cabeza.

Zee rió y se le fue acercando.

Saint le tiraba cojines y peluches.

Zee los esquivaba, se acerco a Saint lo tomo las muñecas y lo tiró hacia él.

Sus rostros estaban muy cerca, sus labios a centímetros y Zee sonrió.

—Bésame, idiota.—Murmuró Saint.

Y como buen amigo Zee obecedio.
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Amigos nada más 😏

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