○ Cap. No. 47 ○

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Los días pasaron los nuevos miembros de la familia compartían cuna, Saint y Zee sólo esperaban un bebé no dos.

Saint recosto a Billy al lado de Luke y se acercó a ayudar a Zee.

—¿Como te ayudo?

—Emm... Pásame ese destornillador.

—Está cuna te está dando problemas.—Sonrió.

—Las instrucciones no ayudan mucho.

El castaño miró a al pelinegro, era tan hermoso, a Saint le encantaban esos ojos negros, su cejas, espalda oh dios esa espalda descubierta.

—Amor, me pones nervioso, cuando me miras así.

—¿Ah si? ¿No te gusta que te mire así? Saint ya no tenía a los bebés en su vientre, pero seguía siendo un gruñon.

Zee dejó la cuna a medias, y miró al castaño. Lo agarro del cuello y lo tiró hacia él, unió sus labios con fuerza.

Saint jadeó por el repentino choque de sus labios. La lengua del pecoso lamió su labio inferior para luego introducirse y chocar contra la del castaño. Saint Gimió.-Esos besos lo mareaba, lo nublaban, lo volvían loco.

Las manos del pelinegro agarraron la cintura del castaño y se fueron escondiendo adentro de la camisa.

Zee empezó a ponerse encima del castaño, hasta que un llanto hizo que otro llanto se escuchará.

Genial, ahora los gemelos estaban llorando.

Zee se separó de Saint y suspiró frustrado.

—Voy yo.—Saint sonrió y caminó hacia los bebés cuando el pelinegro se levantó.

Saint estaba tan ansioso como Zee, había pasado varios días, lo querían, necesitaban, les urgía algo de intimidad.

—Ya, ya.—tomo a Billy.—Ya, gordo, ya.

Los ojos de Saint se encontraron con los ojos de Luke, quien había dejado de llorar y lo miraba expectante dentro de la cuna, su carita se arrugó y volvió a llorar, provocando que el pequeño Billy volviera a llorar.

—Dios mío, no puedo cargarlos a los dos.—Se quejó.

Volvió a dejar a Billy al lado de su hermano y acarició las cabecitas de ambos.

Poco a poco se fueron calmando.

Saint sonrió.

Zee llegó y se posicionó al lado.—La cuna estaba lista, dijo.

Saint asintió mientras lo abrazaba y miraba a los bebés.

—Vamos a ponerles los gorros que trajo la abuela.

Sacó dos gorros uno de Koala y otro de Conejo. Los pequeños se miraban tiernos.

Zee y Saint rieron.

—Esto merece una foto, cariño sonríe...

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Ya con pañuelo en mano...

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