𝐷𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜

9.|𝐴𝑚𝑏𝑖𝑣𝑎𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎|

Apenas la alarma comenzó a sonar, las dos muchachas se levantaron con un entusiasmo increible. Eliana envió miles de mensajes a cada persona para corroborar de que se acordaran de la salida de hoy, la eufória reinaba en aquel cuarto donde se encontraba, pues Emi había puesto música para que el alistamiento fuese ambientado. Terminando de lavarse los dientes, se fijó en qué podría ponerse, la ropa formaba parte importante de su humor, a eso se debe el énfasis en la cuestión. Una remera negra con mangas largas que resaltaba su figura gracias al material, unos shorts de camuflado verde, sus borcegos favoritos y su hermosa cartera era la combinación perfecta. Como peinado eligió unas trenzas que terminaban en dos choritos a los costados del pelo, con detalles brillosos en la raya central. Un día lleno de emociones se aproximaba.
Con su familia había acordado reunirse en compañía de Emi, Aldana, Chang Hyun, Wanda y Mili a eso de las 12:00 pm. Mientras que Jungkook, Hoseok, Irene y Moonbyul irían al parque directamente como a las 13:30 pm. Las entradas ya estaban reservadas con nombre y apellido para todos, por lo que no necesitaban ir de a 10, los autos estarían muy apretados.
La organización para estar dentro de todo "cómodos" fue que la familia Barraza junto con Emilse irían en el auto de Jorge, y Miliagros, Wanda, Aldana y Chang Hyn irían en el auto del matrimonio.
Durante el transcurso del viaje que aproximaba a ser una hora y cuarto, ambos vehículos hacían guerra de vocinas o trataban de comunicarse los del asiento trasero gritando por la ventana asomandose excesivamente pero con cuidado. Hasta se pusieron de acuerdo en poner la misma radio con una canción que todos conocían y se pusieron a cantar entre todos. Era algo divertido y que aprovechaba la poca actividad en las calles.
Sin embargo, la mente de Eliana solo se preguntaba como iría JK, si estaría a tiempo, si habrá llegado...

<<Estas cosas que hace el amor me da la impresión de que estoy loca.>>

Llegando a su destino, estacionaron cómodamente y salieron de los autos con muchísima energía acumulada, por lo que se pusieron a hacer carrera hasta la entrada. Actuaban como niños, pero esa era la idea.
Habiendose comunicado con el encargado, el padre de Yeri, les dieron las pulseras especiales color dorado y los invitaron a pasar. Kim Ye Rim estaba del otro lado, extendiendo ambos brazos y corriendo hacia la pelirroja.

--¡Rojita! ¡Te extrañé tanto!-- pequeñas lagrimitas amenazaban con salir en los ojos de la jóven de pelo dorado.

--Ming Ming, no te atrevas a llorar.-- comentó divertida Eliana con ese viejo apodo.

--Si me decís así, ¿cómo esperás que no lo haga, boba?--riendo y llorando al mismo tiempo, se separaron luego de ese cálido abrazo de reencuentro.

Mirando el reloj de su celular, corroboró que faltaba un poco de tiempo para que llegara el resto del grupo, por lo que le pidió a quien le había dado esta oportunidad que le recuerde las mejores atracciones. Si había algo que era como una droga para Eliana, se trataba de la adrenalina que le generaban los juegos extremos. Montañas rusas, atracciones giratorias, tazas rodantes, el barco de la altura, autos chocones, todo era digno de probar. Resulta que este parque de diversiones fue un éxito, así que contaban con casi todo lo necesario para pasar un día increible y la pelirroja iba a aprovechalo al máximo.

--Pido el barco.-- exclamó Emi dando saltitos como una niña pequeña.

--Porque ese es el único juego al que no le tenés miedo.-- aclaró Martín mientras se cruzaba de brazos.

--Agradecé que por respeto a tus padres no te voy a atar al carril de la montaña rusa.-- agregó la de pelo corto.

Todos rieron ante esta pequeña discusión entre los hermanos de Eli, la que por cierto, se fijaba constantemente en cuando llegaría su pareja. Tratando de matar tiempo, se concrentraba en analizar el mapa desde todos los ángulos posibles. Su estómago rugió fuertemente, cosa que la tomó por sorpresa aunque seguro se debía al exquisito olor a comida dulce de los puestos instalados a un costado.
Sin previo aviso, un brazo musculoso la abrazó por la cintura, sintió una respiración a su costado y una mano desde atrás le ofreció unos pochoclos recién hechos.