18.|𝐻𝑎𝑠𝑡𝑒|

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La corriente eléctrica que comenzaba desde su lumbar y terminaba en su nuca la incitaba seguir caminando hasta dar con la puerta del departamento que ya había visitado anteriormente, aunque un largo tiempo atrás. El sol había caído hace buen rato ya, las cuadras se hicieron muy cortas y solitarias, quitando el hecho de que la pelirroja ya estaba en su propia atmósfera melancólica. En lo que había caminado, solamente sintió esa adrenalina del encuentro, pero no felicidad por volver a ver a Tae Hyung, algo un poco egoísta pero cierto.
Hundió su dedo índice en el timbre. Sonó una señal de que la puerta principal se abrió para dejarla pasar, las nuevas tecnologías de esta clase de departamentos de alta calidad. Subió por el ascensor de la derecha, se retocó un poco aprovechando los espejos que habían. Trataba de repetirse a si misma que todo estaba bien y que el nerviosismo en esta clase de cosas estaba muy de más, pero nunca funcionó esa técnica por completo. Tocó tres veces la puerta y lo vio. Una sorpresa grande se llevaron sus ojos. Nuevo color de pelo, pasando de un azul tirando a celeste, a un violeta clasi lila con mechones blancos. La ropa constaba de unos pantalones sueltos a rayas, unos zapatos de alto costo, una remera negra y una campera de cuero con pines enganchados en la parte de los hombros. De no ser por mantener el respeto por si misma, ya se le habría tirado encima, pues estaba como para comérselo entero. Ese look lo reconocía de un video de la banda, es más, podría decirse que era una de sus eras favoritas. Pero esta no era la cuestión.

--Buenas noches a mi querida... musa.-- recorriendo con la mirada cada centímetro de Eli, Tae no era discreto en sus gestos sugerentes.--Tengo preparado algo especial para una señorita tan ilustre.--pasando una mano dominante por la cintura de la chica, al atrajo hacia él.

Los ojos del joven expulsaban fuego y se mantenían fijos en ella, provocando que cada vello del cuerpo de Eliana se tensara. Extrañaba esa sensación de dominación, y aunque le costara admitirlo, estaba ansiosa por la "sorpresa" que su compañero estaba por mostrarle. Ahora estaba con él detrás suyo, que cerró la puerta con llave. De pronto sintió una mano entrelazándose con sus cabellos, obligándola a inclinar la cabeza hacia atrás. La mano izquierda de Tae ahora estaba apoyada en su pelvis aún con el pantalón puesto. Aquel tacto la dejó hecha una planta, no sabía ni como terminar de reaccionar, hasta que escuchó al lado de su oreja el susurro con voz ronca de él.

--Como regalo, te doy dos días sin caminar.-- apenas pudo notar cuando el pelivioleta la soltó y ató una tela color rojo en sus ojos. Paralizada, se dejó guiar por esas manos grandes características del muchacho.

Un suave colchón le dió la bienvenida a su cuerpo ahora recostado. No se podía distinguir si se trataba de un sillón o una cama, pero la seda de las telas le hacían creer que era la segunda opción. Se concentró en su propia respiración, hasta que sintió la de Taehyung casi encima de ella. Esos suaves y potentes labios se unieron con suyos, el calor comenzó a subir a escalas peligrosas. Podía sentir la lengua de V jugar con la suya, como si incluso fuese divertido. Las manos de Eli estaban por encima de su cabeza, y él las apretó contra la cama, hasta que logró atarlas lo que parecía ser... ¿una corbata?
Su cinturón sintió como era retirado de su cadera, mientras que sus pantalones bajaban con una suavidad que hasta le hizo cosquillas. Sus senos se salieron del brallet debido a la posición en la que estaba, y la boca de Tae aprovechó intensamente el momento. Lo único que podía hacer en respuesta era moverse de un lado para el otro mientras reprimía sus sonidos, no quería darle ese gusto al muchacho. Sintió como ahora ambas manos de él estaban en zonas distintas, pues una jugaba con el pecho izquierdo de la chica mientras la otra comenzaba a rozar con la feminidad de ella. Todo era sumamente cuidadoso, suave, dulce, excitante... como si supiera exactamente donde tocar y de que manera.
La lengua de Tae ahora se paseaba por el escote y el cuello de su "Musa", incluso dejando chupones de por medio. A todo esto, la ropa interior inferior de la chica fue sacada, dejándola expuesta ante él. No podía ver, pero si sentir cada cosa que V le hacía, y le encantaba. Dinamita pura a la que su mecha estaba comenzándo a prenderse. Mordía sus labios con tal de no dejar escapar cualquier cosa que demostrara placer, tenía que resistir a la tentación. Lo siguiente fue comprimir sus piernas al tener los dedos del pelivioleta en su clítoris, haciéndo círculos y pellizcando levemente, cada tanto introducía un dedo para acompañar. La mano que anteriormente estaba en su seno, ahora la sujetaba del pelo e inclinaba hacia adelante, acercándolo a él.

𝐷𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora