Capítulo 24: Furor

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Capítulo 24
Furor

Por fin estamos preparando las pizzas para cenar. Ha sido un día muy largo y cansado. Las botellas no caben en el congelador ni en la nevera y están decidiendo cuál bebemos primero, las de vino o las de cava.
Después de la cena, me siento con el grupo de chicas. Me preguntan si Dave y yo estamos juntos y se lo confirmo, sí, ¡somos novios! Jess dice que no se encuentra bien y se va a su habitación. Creo que ahora me soporta menos todavía. No me dirige la palabra. Pero eso, en realidad, me da igual; ella tampoco es mi persona favorita, que digamos.
Ponen música y abren una botella de cava. Alguien me da un cachete en el culo. Me giro, es mi novio.
—¿Vienes a mi habitación? Antes te he dicho que esta noche te lo haría —pregunta, lascivo, y roza sus labios en mi oreja.
—No es buena idea. Por dos razones —respondo.
—Te escucho... —dice, imperioso, y bebe de su copa.
—Una, nos han esperado en el aeropuerto y ahora no veo justo dejar a los compañeros plantados. Nos quedan pocos días de estar aquí con ellos.
—¿Dos? —pregunta esperando guerra.
—Dos, no me has pedido permiso para pagar mi billete y ahora te lo tendré que pagar en metálico.
—¿Sabes una cosa? —regresa a mi oído con voz todavía más ronca—. Tengo ganas de follarte duro y, cuando estés a punto de acabar, pararé y te dejaré con las ganas. Como castigo...
Me dirijo a su oído con ganas de venganza.
—¿Sabes tú otra cosa? Quiero ver eso porque creo que te correrías tú antes que yo. Aunque eso no va a suceder, porque la próxima vez que lo hagamos...
Me coge en brazos, como si fuese un saco, sin dejar que acabe la frase y me lleva por las escaleras hacia la parte superior de la casa.
—Eh, chicos, ¿dónde vais? —grita Ian, a carcajadas, cuando nos ve subir.
—Cinco minutos y bajamos —responde Dave en voz alta.
—¿Qué haces?, ¡bájame! —digo, divertida, dando palmadas suaves en su espalda.
No me hace caso y me lleva a su habitación. Me deja en pie y cierra la puerta, encallando en ella la silla que utiliza por las noches.
—¿Qué decías? —pregunta en tono dominante mientras camina hacia mí.
Tengo dificultad para respirar, estoy muy excitada con la situación. Pero no digo nada.
—Estoy esperando —dice con su mirada acerada.
—Quiero pagarte el billete —respondo.
—No.
—Sí.
—Eres mi novia, y si me apetece pagarte algo, te lo pago. Y, ahora, voy a darte tu castigo, pequeña —dice, seguro.
—Porque sea tu novia no tienes ningún derecho sobre mí — replico, firme.
—No pretendía que pareciera eso, Cath —dice, alarmado, frunciendo el ceño, mientras se quita la camisa y los pantalones.
Joder con su maldita velocidad. Y joder con su miembro, siempre preparado... Trago saliva, dudo qué hacer.
—¿Qué haces...? —pregunto sin apenas aliento.
Recorro su cuerpo de arriba abajo con la vista. Qué bueno está, el cabrón.
—Darte tu castigo —responde.
—¿Ah, sí?, ¿me vas a dejar con las ganas? —digo, burlona.
Se agacha frente a mí, coge la punta de mi vestido de topos, el mismo que llevaba el primer día de llegada, y me lo arranca de una tirada, con esa jodida velocidad. Me quita las bragas y baja los tirantes del sujetador dejando que se vean mis senos. Viene despacio hacia mi pecho derecho y pasa la lengua por él, saboreándolo con verdadera pasión. Dios santo, todo mi cuerpo se ha estremecido. Pero tengo ganas de juego. Pongo mi mano en su barbilla, aparto su boca de mi pezón y me agacho. Me observa, atento. Aprieto su duro pene hacia arriba y paso mi lengua deslizándola por sus testículos. No puede reprimir los gemidos, tiene los dientes apretados. Tira de mi pelo hacia atrás, después de hacerme una coleta y me mira con cara de no fiarse de mí. Sigo con mi lengua por todo su pene y subo hasta la punta, sin dejar de mirar con deseo sus ojos.
—Para... —suplica.
—¿Y si no quiero? —digo, y sigo lamiendo, traviesa.
Se agacha, me coge de la cintura y me pone boca abajo en su cama. No me he dado cuenta del movimiento, juega con ventaja. Se coloca encima de mí con cuidado y me abre las piernas muy lento. Noto su pecho apoyado en mi espalda y me excito todavía más al sentir su peso. Tiene mis dos manos agarradas con su mano izquierda para que no pueda moverlas.
—Tengo muchas ganas de saborear tu sexo, pero creo que esto será mejor castigo —se introduce dentro de mí, con fuerza.
—Aaahhhh —gimo de placer.
No me esperaba ese agradable movimiento. Tapa mi boca con suavidad, para que nadie pueda escucharme, ya que me estoy dejando llevar. Vuelvo a gemir; siento mucha lujuria para poder contenerme.
—¿Estás excitada? —pregunta en mi oído a la vez que se introduce fuerte hasta el fondo y sale muy muy despacio de mí.
Me está matando con esa lentitud.
—Dave..., joder..., para... —suplico.
Se mueve más rápido, en círculos, y no lo soporto más. Me tiene atrapada en su placer.
—¿Te vas a portar bien?
Detiene esos maravillosos movimientos.
—No... —digo, orgullosa, y escondo mi cara en la almohada para que no vea que me estoy riendo.
—¿No? Entonces tendré que parar y bajar con el resto de compañeros... Nos están esperando —dice.
No digo nada. Esto me excita más todavía; me vuelve loca y creo que yo a él también. Lo miro a los ojos con fijeza, con lujuria. —¡Dime! ¿Te vas a portar bien? —repite.
—Nunca —respondo sin poder guardar, esta vez, la sonrisa.
—¿Nunca?
Me toma por el cuello y me lleva hacia sus ojos. Junta su frente con la mía y me penetra fuerte. Y otra vez. Lleva la mano a mi pezón y tira de forma excitante de él. Seguimos con las frentes unidas, observándonos, y siento que estoy a punto de llegar. Mi cuerpo comienza a temblar.
—Nathan, quiero correrme —digo, muy excitada, sin apartar la mirada de sus ojos.
—Ooh —gime en mi boca, igual de excitado que yo.
Me penetra muy rápido varias veces seguidas con ese movimiento que solo él puede hacer, y toca mi clítoris con su dedo corazón; hace movimientos rápidos al compás de la penetración. Tengo que morder la almohada para que no se entere cada uno de los compañeros de lo que me hace disfrutar este hombre... Tengo un orgasmo que hace temblar a todo mi cuerpo. Siento cómo sale de mí para acabar fuera. Gimiendo en mi oreja, junto a mi cara.
Cuando se recupera, se tumba a mi lado, rendido de placer. Mira mis ojos, acaricia mi sonrojado moflete y nos besamos.
—Queda pendiente la venganza —dice, travieso a la vez que cariñoso.
—Te has superado, amor, en serio. Y puedes castigarme de esta forma las veces que quieras —digo, exhausta.
Me mira con expresión de desespero. No sé si se ha quedado con ganas de vengarse, pero me ha encantado.
—Vamos, que los compañeros nos esperan. No te muevas, que te limpio primero.
Después de asearnos, bajamos de la mano. Cuando Ian nos ve bajar nos ofrece dos copas congeladas de cava y regresa a los brazos de Zoe.
Me gustaría quedarme más tiempo aquí.
—Por ti —dice Dave, chocando su copa con la mía.
—Por ti y por mi castigo —digo atontada, sonriendo.
—Tu castigo lo tendrás, muy pronto... —responde en mi oído con voz grave.
—Nathan, para, que me excitas —susurro. Agarro con fuerza por su nuca y lo beso fuerte.
—No más que tú a mí —dice, cariñoso, sin apartar esos ojazos de los míos.

Supernova Delta (Supernova 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora