Capítulo 8'
ExtenuarNos vamos al pueblo maya. Estoy muy emocionada, me hace mucha ilusión ir. Zoe me acompaña, ella también está muy emocionada. Viene a buscarnos al dormitorio para desayunar e ir juntas a la excursión. Paso la mayor parte del día con Zoe, ya que Cris no se despega ni un minuto de Owen, pero no me importa porque la veo muy feliz. Dice que nunca se había sentido así de bien, que no sabe si es este lugar o que ha encontrado la pareja ideal. Está radiante de felicidad y me alegro mucho por ella.
Estamos sentados en unas gradas viendo el gran espectáculo de los orígenes mayas. Es impresionante, hay un actor que destaca por encima del resto. Quiero avisar a Zoe para que vea las peripecias que está haciendo, pero me doy cuenta de que ella tiene su mirada fija en otra zona. Miro hacia donde está observando y me doy cuenta de que es posible que ahí está ese chico que la trae loca.
Sí, como le mira, no es una mirada normal de amiga.
—¿Es Ian? —le pregunto con cautela, en voz baja. Su mirada y su gesto me confirman que así es. Pero no lo pronuncia con palabras—. Oye, si algún día necesitas hablar, cuenta conmigo, ¿vale?
Simplemente sonríe y confirma con la cabeza. Es una chica muy fuerte y no le gusta que nadie la vea en esta situación. Según me contó, jamás se ha sentido así, pero ella sabe estar y no pierde nunca la compostura. La admiro.
Ian es de Alemania, rubio, con ojos azules. El típico chico guapo alemán. Es ingeniero estructural. Ha conectado mucho con Dave, ya que a él también le apasiona la ingeniería estructural tanto como la arquitectura. Dave siempre comenta que la distribución y estructura del hotel donde nos alojamos no está hecha por un buen profesional. Son los dos hombres más atractivos del grupo para mí. En realidad, se parecen bastante. Los dos tienen un carácter fuerte, son divertidos y nada mujeriegos. Pero es cierto que Ian no ha mostrado ningún interés en Zoe. Bueno, ni en ella ni en ninguna. Solo quiere disfrutar al máximo esta experiencia. Alguna vez he pensado que seguramente tenga novia, pero no le comento nada a Zoe. No quiero verla desilusionada.
Estamos de vuelta en el hotel. Acabamos de cenar y ponen música. Pero hoy me apetece tranquilidad, así que cojo mis cascos y salgo a tomar aire fresco.
En una parte retirada del porche hay una especie de columpio maya. Me siento y me impulso un poco en él. Disfruto de mi suave y tranquilizadora música. Estoy en un buen momento, ya que siempre gozo mucho de mi espacio a solas. Con mi música y en este paraíso, me dejo transportar cerrando los ojos.
Uno de mis auriculares cae de mi oreja y, seguidamente, el otro. Cuando cae el segundo me doy cuenta de que son los dedos de Dave, que me los está quitando. Se coloca frente a mí y se inclina mientras la música sigue sonando de fondo. Sus ojos me tienen dominada otra vez, pero en este instante sus labios carnosos atrapan toda mi atención, está a un palmo de mí. Deseo que comiencen a moverse para hablar, pero están inmóviles. Mi respiración se acelera por momentos. Ha conseguido captar toda mi atención en tan solo unos segundos. Y odio que tenga ese poder sobre mí.
Baja la vista hacia el suelo, pero sigue sin poder hablar.
—¿Piensas decir algo?
—No sé qué me pasa contigo. No puedo alejarme de ti —confiesa desmotivado.
—¿Qué? ¿Quieres alejarte de mí?
Sus palabras no me han gustado nada.
—Sí, pero no puedo. ¿No me ves aquí?
—¿Pero no quieres estar? —le pregunto. Él no dice nada, pero quiero insistir. Quiero volver a escucharlo de su boca—. Responde.
—No... —contesta sin fuerzas.
—¿Y por qué no te vas? Es así de fácil —le digo molesta.
Me mira fijamente y no me da tiempo a ver sus movimientos, todo pasa muy rápido. Me coge del trasero levantándome en una milésima de segundo del columpio. Me doy la vuelta, preocupada por si alguien ha visto su inexplicable velocidad, pero a él parece no importarle nada ahora. Comienza a correr conmigo en brazos, alejándonos del complejo hotelero a gran velocidad.
Sigo agarrada a su cuello firmemente. Se detiene y me deja de pie. Sus manos no se apartan de mi cuerpo, suben suavemente por mi espalda hasta llegar a mi cuello y luego a mis labios. Siento cómo todo mi cuerpo se revoluciona con su tacto, con más intensidad en mis partes íntimas. Abro la boca y dejo colarse su dedo pulgar en ella. Nos hablamos con las miradas, nos deseamos, acaricio su dedo con mi lengua, jugando a hacer círculos con él y el fuego nace arde en nuestros cuerpos, en nuestras miradas. Sus pupilas están muy dilatadas. Se acerca a mis labios muy lentamente, sin sacar su dedo, e introduce su lengua dentro de mi boca. No puedo pensar en nada más. Solo en que todo mi cuerpo le desea sentir. Arremete su lengua contra la mía de forma salvaje, la siento por toda mi boca. Nos excitamos sin poder controlarnos.
Me tiende en el suelo con cuidado, pero me inclino y me coloco sobre él. Empiezo a bailar sobre él, aumentando la excitación. Mete sus dedos por debajo de mi camiseta y se cuela en mi sujetador, agarra mis pechos con firmeza. Y mi cuerpo entero vuelve a temblar. Observo la fogosidad que siente al intentar dominar mis pechos, que no caben en sus grandes manos. Su respiración, la forma en cómo disfruta tocándome y su mirada manifiestan su deseo ansioso. Vuelve a acercarse a mí para besarme, pero mi lengua juega a evitar ese beso. Parece que eso le ha excitado, se coloca en menos de medio segundo encima de mí. Me coge de las manos y las arrastra hacia arriba agarrándolas con fuerza. Besa mi boca con excesiva pasión y esta vez no la puedo evitar. Nos comemos con desesperación, quiero tocarle pero me tiene retenida con las manos hacia arriba.
Llevo unos pantalones cortos. Con su mano derecha que tiene libre, toca mi muslo y me entran escalofríos, se acerca al hueco del pantalón e introduce sus dedos por él. Llega hasta mi monte de Venus depilado con una lentitud que me está haciendo perder el maldito norte. Noto que su respiración se acelera; pero continúa con sus dedos hasta llegar a mi clítoris y comienza a juguetear con él. Dios mío, sus putos movimientos son una puta pasada, y no cesan, estoy realmente excitada y lubricada. Noto su dura erección frotarse contra mi pierna. Mis gemidos empiezan a descontrolarse y suben de tono, cada vez con más intensidad. Veo que eso le excita en exceso. Su fricción en mi clítoris aumenta. El roce de su miembro por mi cuerpo también, y los gemidos se descontrolan. Arremete con su lengua con la mía y creo que voy a enloquecer, estoy llegando, se lo digo con la mirada que no aparta de mis pupilas y gime con voz ronca, con exigencia. Y exploto, explotamos los dos sin poder resistir el placer. Él pronuncia mi nombre mientras llega al orgasmo, y siento en mi oído cada palabra que lo compone.
Me besa fuerte y se aparta de mí, ya que sus pantalones están mojados. Coloca su musculoso brazo debajo de mi cabeza y me apoyo en su pecho. Llevo mi nariz a su cuello y lo beso. Joder que bien huele.
Han pasado varios minutos sin que digamos nada. La tranquilidad del momento ha hecho que llegue a tal punto de relajación que me quedo medio adormilada.
—Cath, vamos. Estás cogiendo frío —dice comprobando con su mano mi brazo helado.
Sin que consiga reaccionar, se levanta y me ayuda a ponerme en pie.
Al llegar al columpio veo mis cascos tirados en el suelo. Ya no me acordaba de ellos; los cojo y entramos al hotel.
—Voy a ducharme —me dice en medio del pasillo, antes de llegar a nuestras habitaciones.
—Vale, yo también lo haré.
Asiente y se dirige a su dormitorio mientras imagino que nos ducharemos a pocos metros y que estaremos desnudos.
Madre mía, la imagen ya ha aparecido en mi mente; fantasear que nos duchamos juntos me seduce mucho. Poder tocar su espalda mojada, esos brazos tan fibrados y sus piernas... Todo él está duro como una piedra. Esto me hace recordar lo que había escrito en su diario: él pudo ver a través de la toalla que llevaba puesta.
Vuelvo a la realidad cuando pasa un rato y compruebo que en el baño mixto solo estoy yo. Posiblemente se haya ido a duchar al otro baño, aunque este es el que está más cerca de nuestras habitaciones y la ducha está desocupada. Termino la ducha sin darle mayor importancia.
Estoy en mi dormitorio vistiéndome. Recuerdo sus besos y mi estómago se remueve, madre mía, jamás me habían excitado de esa forma. Tengo ganas de volver a saborearlos, me toco los labios pensando en ellos, y de pronto aparece un miedo, un miedo a no saber cómo va a reaccionar cuando le explique lo del diario. Tengo que reunir fuerzas y hacerlo, no puedo alargarlo más en el tiempo, necesito acabar con este secreto ya.
Me dirijo decidita hacia su habitación y toco: Toc, toc.
—¿Sí?
—¿Puedo pasar? —Abre la puerta.
Se dirige hacia su escritorio y se sienta.
Tiene puestos unos pantalones cortos y no lleva camiseta. Todo mi cuerpo se ha vuelto a agitar al ver esta espalda tan perfectamente construida. Este hombre... no sé si es porque no es humano, pero crea una atracción que no es de mi especie.
—No te he visto en el baño... —digo lo que me viene a la mente.
Rozo su espalda con mis dedos sin poder evitar el movimiento.
—Me he duchado en el otro y ahora me iré a descansar —responde inquieto, y se levanta de la silla.
Veo cómo pone un libro sobre su diario. Siento un cosquilleo en mi estómago; son los nervios. Puedo ver la esquina de ese diario y pienso que esto es una señal, así que reúno fuerzas y respiro hondo.
—Quiero hablar contigo —digo con la duda en mis palabras.
—Cath, me gustaría ir a dormir —dice sin dejar que continúe.
—Dave, lo necesito... —insisto.
Tengo que decírselo, no lo soporto más tenerlo dentro.
—¿Qué quieres? —pregunta algo molesto. No puedo reaccionar, no me esperaba esta actitud, y continúa hablando—. Cath, ¿no ves que no soy normal? No soy como vosotros —dice finalmente.
¿Pero a qué viene esto ahora?
—No me gustan como yo, me gustas tú —le suelto.
—No sabes lo que dices...
—Yo creo que sí. —Ahora o nunca, Cath. Sin pensarlo, aparto el libro que está sobre el diario y lo cojo con firmeza. Él me mira con alarma en sus ojos—. Dave, hace días leí algunas páginas de tu diario y también hice dos fotografías de él.
—¡¿Qué?! ¿Que has hecho qué? —pregunta ofuscado.
—Lo siento mucho, Dave. Es que le di con el brazo sin querer a un libro y el diario cayó al suelo. Cuando lo cogí, vi mi nombre escrito en él y comencé a leer; después, no podía parar y seguí leyendo. Lo siento... —respondo entrecortada. Dejo el diario en su escritorio de nuevo.
—Catherine, vete, por favor —dice con decepción.
Mierda.
—¿Me lo estás diciendo en serio?
—Sí, ya lo has leído, ¿no? Ya está hecho —prosigue con tranquilidad mirándome a los ojos.
—Las dos fotos no las he leído aún —digo justificándome.
—¡Catherine, me da igual que las leas! ¿No ves que no puedo hacerte feliz?
—Sí-sí que me haces feliz... —replico sin aliento.
—Vete, por favor —me pide en tono de súplica mientras se dirige hacia la puerta y la mantiene abierta para que salga.
Su mirada está inerte mirando al suelo.
Salgo de la habitación, con la decepción por todo mi cuerpo, me siento rota. No sé lo que esperaba, pero... Ya no tengo fuerzas.
Me tumbo y abrazo el dolor sin defensas.Hoy mi cuerpo no responde. Estoy ardiendo y todo me da vueltas, pero necesito ir al baño. Miro mi imagen en el espejo: tengo los mofletes muy colorados, la frente está llena de gotitas de sudor y mi pijama parece estar muy húmedo. Necesito ducharme, pero me mareo. Consigo meterme bajo el chorro a duras penas. Dejo caer el agua fría por mi cuerpo y parece que eso me calma, pero, nada más salir del baño, con una toalla como vestido, mi cuerpo comienza a rezumar de nuevo.
—Cath, ¿qué te pasa? Estás mojada —me dice Cris.
—No. Es sudor —pronuncio, apenas puedo mantener los ojos llorosos abiertos. Siento que los tengo inflamados y que pesan dos kilos cada uno.
—Madre mía, estás ardiendo. Tiéndete, te voy a traer una pastilla —dice tocando mi frente con su mano.
Me ayuda a ponerme el pijama y a meterme en la cama. Tengo la sensación de que todo mi cuerpo pesa cuatro veces más de su peso habitual. Me quedo dormida en menos de un minuto.
Cris me despierta, me ha hecho un zumo de naranja natural. Zoe también está aquí y me pone una pastilla en la mano mientras me ayuda a inclinarme.
—¿Quieres que nos quedemos hoy contigo? —me pregunta Zoe protectora.
—No, solo quiero dormir, nada más. Muchas gracias, chicas —respondo sin fuerzas.
Tomo la pastilla con el zumo que me han preparado y vuelvo a quedarme profundamente dormida en poco tiempo.
No soy consciente del tiempo que ha pasado, estoy bastante adormilada. Oigo a gente hablar. Alguien me ayuda a incorporarme y me introduce otra pastilla en la boca. Sueño que es Dave. Al menos, huele a él, pero no lo sé, porque no puedo abrir los ojos.
Vuelvo a escuchar a personas hablando, esta vez con más claridad, pero soy incapaz de abrir la boca y mucho menos los ojos. Oigo lo que dice Cristine:
—Dave, ve a cenar, es muy tarde. Ya me quedo yo con ella a partir de ahora, ve a descansar.
—No dejes de examinarla, por favor. Lleva toda la tarde durmiendo y apenas baja de treinta y nueve grados de temperatura. No está bien, no le baja la fiebre y tenemos que llamar al doctor.
—Ya le he consultado al hombre de primeros auxilios. Me ha dicho que esperemos veinticuatro horas. Si mañana no mejora con estas pastillas, tendremos que llevarla al hospital.
—Vale, mañana vendré a primera hora.
Me despierto a la mañana siguiente. Lo primero que ven mis ojos es la sonrisa de mi amiga. Es una persona increíble, inocente como una niña pequeña, buena y dulce como una abuela.
—Buenos días.
—¡Bon dia!
—Bon dia, catalana. Veo que estás un poquito mejor. Aquí tienes tu zumo y la pastilla —dice, ayudándome a incorporarme.
—¿Y Dave? —digo delirando.
—¿Eso es lo primero que dices? —me pregunta riéndose a carcajadas.
—Ayer creí soñar que estuvo aquí —respondo justificándome.
—No, no lo soñaste, estuvo. Y dijo que vendría hoy a primera hora para ver cómo seguías.
—Pero no ha venido.
—Estará cansado, estuvo toda la tarde aquí contigo —justifica. Tomo la pastilla con el zumo que me ha preparado mi amiga y vuelvo a tumbarme, esperando que él aparezca por la puerta, pero pasan varias horas y no sucede. La fiebre aparece otra vez y vuelvo a quedarme dormida rindiéndome por completo de nuevo a ella.
Es la hora de la comida y me encuentro un poco mejor. Decido salir de mi dormitorio. Estoy sentada en la mesa y de pronto Dave se presenta. Mi corazón se ha desbocado de un salto, como queriendo salirse de mi pecho. Y eso me cabrea de nuevo.
«Autocontrol, Catherine, ¿dónde diablos lo has dejado?». Eso me gustaría saber a mí...
Dave me mira y viene hacia mí.
—¿Cómo estás?
—Mejor.
—Me alegro mucho —me dice.
Se vuelve y camina hacia la cocina para coger no sé qué para comer. Cuando regresa, se sienta sin decir nada más. ¿Y ya está? ¿cómo estoy?
«¿Y qué querías?»
Joder, esto se me ha ido completamente de las manos.
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Supernova Delta (Supernova 1)
RomanceUna historia trepidante entre una humana y una nueva especie. (Nueva edición Supernova Delta) Un nuevo ADN entre la humanidad, un amor que arde y un misterio que se esconde en las cuevas de Cancún. Catherine es estudiante de Química y para realizar...