Messages

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Como si el día no hubiese sido ya lo suficientemente depresivo, lluvia comenzó a caer tan pronto como Jisoo, Soonyoung y Chan dejaron el salón de clases. Tomando eso como una oportunidad, Jisoo le dijo a los otros dos que se adelantaran mientras él iba a su casillero por su paraguas.

Tan pronto como los dos estudiantes se alejaron por el pasillo (luego de una débil protesta de Chan), se escapó hacia la biblioteca para ocultarse tras libros viejos y estanterías de roble como siempre hacía cada que sentía que su mundo estaba a punto de colapsar.

Jisoo se internó entre los familiares pasillos flanqueados por estanterías, inhalando profundamente la esencia de libros viejos lo que siempre lograba calmarlo. Cesando sus pasos, se desvió hacia uno de los rincones más alejados de un abandonado y largo pasillo. Su lugar favorito, justo donde había conocido a Yongguk. Su mochila hizo un sonido sordo cuando la dejó caer y permitió su cuerpo aflojarse cuando se sentó en el suelo, recargándose contra la estantería tras él.

Permaneció inmóvil por unos segundos, sólo su pecho se movía. Durante la mañana se había esforzado en no dejar sus emociones mostrarse demasiado -pero ahora, solo en su rincón de la biblioteca, se permitió a sí mismo la libertad de sentir. El dolor en su estómago, un recordatorio de su charla con Jihoon, se expandió hasta su pecho hasta que sintió su corazón quebrarse poco a poco y se abrazó a sí mismo, buscando consuelo.

Profunda e intensa vergüenza lo llenó. Había estado ignorando los sentimientos de sus Forecebearers. De sus amigos. De la gente que pensó que era cercana a él. Estúpidamente- no, arrogantemente, había asumido que los conocía sólo porque era capaz de sentir un fragmento de sus emociones -pero esa mañana le había probado que estaba equivocado en todo.

Inepto. La palabra comenzaba a perseguirlo.

Inepto e inútil, justo como la gente del pueblo solía susurrar a sus espaldas cuando había descubierto la marca de una llave en su cadera el día de su cumpleaños dieciocho. Un Wielder nacido de Forecebearers era sólo una segunda clase de Wielder; incapaz de entender a sus Forecebearers e incapaz de hacerlos felices como merecían.

La vergüenza que sentía fue eclipsada por la culpa. Quemó dentro de él, en su estómago, y lo hizo sentirse enfermo.

¿Y amor? Él los amaba a todos demasiado, incluso a Minghao a quien sólo veía tres veces a la semana, y a Seokmin con quien sólo ha estado vinculado un día. Pero, ¿era su amor el mismo tipo que los demás sentían? ¿Eran los sentimientos románticos que había experimentado durante la confesión de Seungcheol sólo un estupor del momento causado por la emoción y el deseo de ser amado, no sólo como amigo sino como pareja?

No estaba seguro, y la inseguridad fue reafirmada por las dudas que habían estado flotando en lo profundo de su mente y en los más oscuros rincones de su corazón.

El silencio que antes lo arrullaba fue interrumpido por ligeros tronidos en la madera del piso, disipando su miseria y alarmándolo por la presencia de otro estudiante. Secó sus ojos rápidamente y tomó un libro aleatorio del estante tras él para aparentar estar ocupado -y esconder su rostro.

Tan pronto como abrió el libro, un papelito bien doblado cayó de entre sus páginas y aterrizó sobre su regazo.

Se le quedó mirando por un momento, preguntándose qué cosa depararía para él esta vez, pero su curiosidad fue mayor y lo tomó. La caligrafía era inconfundible y no estaba seguro de si llorar o reír por la omnipresencia del Forecebearer.

Bajo unos chuecos número estaban escritas las palabras "mandame mensaje."

Jisoo suspiró y se volvió a recargar contra la estantería. Por unos cortos minutos contempló si realmente deseaba hablar con el Guardián o si eso sólo empeoraría la situación. Tal vez debería simplemente ignorar la nota y dirigirse a la cafetería -pero el prospecto de distracción era uno muy tentador, así que alcanzó su mochila y sacó su celular. Los nombres de Chan, Seungcheol y Yoongguk brillaron en su pantalla, indicándole sus llamadas perdidas. Inseguro sobre si podía hablarles sin que su voz se quebrara, Jisoo decidió ignorarlos y mejor registrar el número que acababa de recibir.

The Others | Joshua haremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora