Capítulo 18

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Después de todas las celebraciones y quedarse despiertos hasta tarde, los dos amigos que descubrieron se conocían de la infancia se escribieron para verse al día siguiente. Tenían que aclarar las cosas cuanto antes o ninguno quedaría tranquilo.

No dijeron el motivo por el cual querían verse con tanta prisa, sería raro decirlo por chat ya que era algo importante y esas cosas se hablan cara a cara. Lo malo de ese pensamiento es que estuvieron con los nervios y ansiedad toda la noche que casi no durmienron.

Ya se encontraban ambos en el punto de reunión, estaban en aquel parque donde solían jugar juntos de pequeños. Fue el primer lugar que se les vino a la cabeza cuando tuvieron que decidir dónde se verían.

Caminaron acercándose al otro con pasos temblorosos y cuando estuvieron uno frente al otro, a solo unos pocos metros de distancia, fue cuando se dieron cuenta de lo ciegos que llegaron a ser, era evidente que siempre habían estado allí todos los rasgos físicos de aquellos niños en sus memorias. Aunque en sus defensas sus recuerdos eran borrosos y con suerte podían recordar que prometieron verse otra vez.

—Hola —dijo Len rompiendo el hielo.

—Hola, feliz navidad.

—Gracias, para ti también.

El ambiente estaba tenso, no sabían que decir ni por donde comenzar, era totalmente extraño después de no reconocerse en todo este tiempo.

Ambos se sentaron en silencio en una banca cercana, siguieron en silencio por unos instantes. El frío hacía ver sus respiraciones en el aire y la chica se puso a jugar con eso, no se atrevía a decir nada, necesitaba un poquito más de preparación mental para formular palabras.

No sabía cuándo se había hecho tan débil, hasta hace unos pocos meses era capaz de contestarle seco y apartar a aquel rubio de su vista sin remordimiento alguno pero algo cambió dentro de ella volviéndola más vulnerable a su amigo. Era algo que no podía explicar.

Len, aburrido y con la espera matándolo por dentro, se armó de valor y habló, no le importaba si era muy directo o no tenía sentido lo que decía, tan solo quería sacarse esa angustia por la duda de una vez por todas.

—Miku —sacó el cuadro que le habían regalado y lo levantó para que pudiera verlo— tú eres esa chica, ¿verdad? ¿Eres Mii-chan? ¿La chica que tanto he buscado?

Su cara estaba caliente a pesar del frío que la azotaba, imaginaba que su cara tenía un vergonzoso color rojo pero ya no podía hacer nada, solo esperar una respuesta.

Miku dio una pequeña risa que confundió al chico junto a ella.

—Al parecer nos citamos para lo mismo —sacó también el cuadro que le habían regalado de la foto juntos—. En ambas fotos somos nosotros.

Len admiró la foto que sostenía su amiga y luego de unos segundos la abrazó muy fuerte a lo que la chica correspondió a los segundos por el impacto.

La había encontrado, había encontrado a la persona que había estado buscando desde que volvió a Japón, había podido cumplir esa promesa que se hicieron cuando apenas eran unos niños. Estaba tan feliz que no pudo evitar dejar salir unas lágrimas de sus ojos. Pudo ver de nuevo a su mejor amiga de la infancia e incluso era su amiga ahora en el presente, no podía pensar en un mejor momento de su vida que este.

—Mii-chan... Mii-chan... te encontré. Pude volver a verte —dijo emocionado sin romper el abrazo.

—Si, Lii-kun, podemos estar juntos de nuevo —estaba igual de emocionada que su amigo—. Cumplimos con nuestra promesa.

—La recuerdas —finalmente se separó de ella y la miró a los ojos.

—Claro, aunque debo admitir que no la recordaba hasta hace poco —pasó su mano por la mejilla del rubio— pero parece que tú olvidaste el no volver a llorar —secó una de sus lágrimas suavemente.

Nuestro lindo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora