Querido hermano

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Después de ese fin de semana que pasamos todos en mí casa, Afrodita comenzó a trabajar en mí hogar, estaba aliviado por qué Shijima había congeniado bien con el sueco y yo podía venir a trabajar tranquilo.

Era reconfortante llegar a ni casa y verla limpia y ordenada. A veces Afrodita me deleitaba con su tradicional comida sueca o a veces yo la dejaba echa.

Shura nos visitaba seguido, muchas veces iba a buscarlo, otras lo llevaba yo y de vez en cuando el me traía al pequeño al trabajo cuando salía para visitar a Milo, Mys y Shun. Lo cierto es que mi pelirrojo había echó buenas amigas con los otros dos niños. Ciertamente no podía negarle pasar tiempo con su primo y más si el mismo Shijima me lo pedía.

Todavía no podía creer que dentro mío una vida crecía nuevamente.

Acarició mí todavía plana barriga pensando en todas las sorpresas que estos días me habían regalado.

Le hice prometer a Shura que no dijera nada del embarazo hasta darle la noticia a Surt que llegaría el próximo fin de semana.

Mientras tomaba un te  con vainilla, Shura me había prohibido el café los primero meses ya que esté podría ser abortivo, y comía unos croissant, miraba el historial médico del próximo paciente.

Camino hasta la puerta del consultorio de Surt y llamó con un leve grito

— ¡Vasilakis! — recién ahí me doy cuenta de su apellido.

Abre la puerta un hombre de cabellos azules y ojos atrayentes iguales a los de Milo. Bueno todo el era igual a Milo salvo el color de cabello.

Entra con una enorme sonrisa y sin dejarme parpadear me veo invadido por un fuerte abrazo.

— Al fin te conozco cuñado.

Y luego otros brazos me abrazan por detrás. No necesitaba darme vuelta, ese calor tan conocido que me ha abrazado incontables veces cuando tenía miedo de niño o cuando necesitaba cariño fraternal. Ese inconfundible aroma a chocolate con menta tan característico a Degel. Era el, mí hermano.

Comencé a llorar, no sabía si eran las hormonas alborotadas o el echo de estar siendo abrazado por mí hermano y cuñado.

Lloraba y lloraba y escuchaba sollozos en mí oído. Mí hermano también estaba emocionado. No importaba nada en ese momento. No eran necesarias  razones ni explicaciones del por qué. No las necesitaba. Yo solo necesitaba a mí hermano.

— Tanto tiempo — hablaba entre llanto — hermano, tanto tiempo al fin te veo, te abrazo, escucho tu voz... No sabes la falta que me haz echó... _ me separó del abrazo de ambos y volteó a ver a Degel.

— Camus, hermanito yo lo... — lo interrumpo.

— No importa ahora Degel, no quiero ni necesito escucharlo. Prométeme que no te alejaras más de mí lado. Ya nos hemos perdido compartir muchas cosas de la vida del otro. Fuimos padres y ninguno estuvo ahí.

— Oh hermano, lo siento tanto — me abraza fuertemente — nunca, nunca más me separare de ti, pase lo que pase.

Kardia nos miraba enternecido y con ambos brazos nos rodea a ambos.

— Vengan aquí mis cubitos hermosos, me hace muy feliz verlos al fin juntos.

Me sentía completo, finalmente estoy completo. Cómo un rompecabezas terminado. El ... Degel era lo que tanto me faltaba para ser plenamente feliz.

Y no solo recupere a mí sangre si no también gane un excepcional cuñado. Se nota que ama mucho a mí hermano.

— Los felicito, Mystoria es hermoso, es un niño encantador. Y como hermano me duele, pero como médico necesitamos hablar.

Gracias a ti #pgp2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora