Año nuevo y deseos (parte 2)

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La noche brasileña los abrazaba con un calor arrollador. La brisa cálida mecía las hojas de las palmeras haciéndolas danzar al compás de la música tropical que se escuchaba en el fondo.

Camus estaba maravillado por el ambiente festivo que había creado el hotel para sus huéspedes.

La arena había sido cubierta por tablas de madera, en en lugar donde se bailaría y cenaría, en los cuatro lados del lugar elegido para celebrar la fiesta, el personal del hotel había instalado columnas de madera con el fin de sostener vigas, del mundo material, luces y telas blancas, dando como resultado un lugar delicado y caribeño listo para disfrutar.

La comida era el buffet típico y tradicional que ofrecía el hotel, con frutas y comidas autóctonas del país y todo tipo de jugos y bebidas.

Las mesas adornadas con largos manteles impecablemente blancos y en el centro adornos hechos de cristales, velas y flores.

A uno de los lados lucía un gran escenario destinado para bandas en vivo.

Todo era perfecto, Milo aseguró para si mismo, que sería el mejor año nuevo que tendría. Todo el lugar era un sueño.

Un joven les indicó que se ubicaran en la mesa asignada para la familia entera. La pareja se sentó junto con ambos niños.

Los demás huéspedes comenzaban hacer su entrada, entre ellos el resto de la familia.

Mystoria entró corriendo a toda prisa gritándole a sus primos que lo acompañen a los juegos que habían ubicado cerca. Rezagados, venía Degel del brazo de Kardia, ambos vestidos de bambula blanca.

Degel vestía un short de jean blanco para donceles embarazados, una camisola larga escote en V con bordados en el cuello de flores blancas y perlas y sandalias de cuero color beige.

Kardia vestía un pantalón largo de bambula, y una camisola del mismo colores, cuello en V unidos por delicadas tiras rústicas y sandalias negras.

Ya todos listos y ubicados en el lugar al aire libre que habían preparado, la cena había dado inicio.

Entre comida, música y charla amena la noche había pasado rápido, los niños tenían energía de sobra mientras las dos parejas bailaban al ritmo de la zumba.

Kardia trataba que Degel no diera a luz a su pequeño Orfeo en el medio de la pista. Mystoria sacudía su pequeño cuerpo sostenido de las manos por Shun, mientras que Shijima disfrutaba de la música sentado en los hombros de Milo ante la mirada enamorada de Camus.

Los bailarines sobre el escenario demostraban sus mejores pasos mientras todo el hotel danzaba alegre.

Era la noche perfecta.

El firmamento despejado y estrellado, le permitía a la luna pintar el océano de color plata, dando una vista espectacular del vaivén de las olas

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El firmamento despejado y estrellado, le permitía a la luna pintar el océano de color plata, dando una vista espectacular del vaivén de las olas.

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