Corazón roto

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- Shura, necesito confesarte algo.

Le había dicho su pareja, que no paraba de llorar, su cuerpo se movía espasmódicamente debido al llanto sin control. El caprino no lograba adivinar que le estaba pasando, si bien tenía sus sospechas, necesitaba escucharlo de la boca del peliceleste.

- Amor ¿Qué te sucede? Dime puedes confiar en mí - el ginecólogo abrazó al menor cariñosamente dándole ánimos a hablar, cualquier cosa que le digiera, él lo apoyaría.

- Shura yo...- el sueco no paraba de temblar, sabia que ya no podía seguir ocultando su embarazo y mentirle. Debía tener coraje y afrontar la situación en la que estaba metido, situación que afectaba no solo a él, si no tanto al español como al francés y al ruso. Temía perderlo, siempre fue bueno con él, estaba seguro que también perdería la amistad con Camus - yo... Shura yo estoy esperando un hijo.

La cara de Shura se paralizó por unos segundos, era justamente lo que sospechaba y realmente no sabía cómo sentirse al respecto ¿Sería papá? ¡Iba a ser papá! Era una buena noticia y al fin en su rostro se asomaron rastros de ternura y felicidad. Todo cuadraba en la vida que tenía planeada, estaba listo para pedirle matrimonio y la llegada del bebé coronaba con broche de oro.

Con una enorme sonrisa volvió abrazar al pisciano pero esta vez besó sus labios. Movido por la alegría del momento, se incorporó, parándose al lado de su pareja pensando que era una buena oportunidad para buscar el anillo.

- Espera, tengo algo que decirte aún... - Afrodita al ver qué Shura salió del baño con dirección al dormitorio, intentó llamarlo, pero este no escuchó. El doncel se hizo un bollito en su lugar, ya sentía miedo.

Aún con la sonrisa en su rostro, volvió a ingresar con aquella cajita que había cargado durante todo el día de ayer.

Se arrodilló frente peliceleste listo para hacerle la tan ansiada pregunta.

El sueco al ver la cajita entre las manos del ibérico se puso más nervioso, sabía que rompería su corazón, era algo necesario para sacarse un peso de su consciencia y aliviar la ansiedad que se había plantado en lo más profundo de su mente como una rosa venenosa. Y al ser consciente, por primera vez de sus actos y las consecuencias de estos, se horrorizó.

- Shura, lo siento - interrumpió lo que el hombre frente a él le preguntaría - lo siento de verdad.

- ¿Lo sientes? - frunció el ceño al no entender a lo que el menor se refería - ¿Qué es lo que sientes?

- Shura, el bebé no es tuyo - agachó su mirada y cerró sus ojos, apretando fuerte los párpados esperando un golpe por parte de su pareja, pero jamás llegó.

El rostro del español estaba desencajado, sus expresiones faciales se habían paralizado en un rictus serio, confuso que con el paso de los segundos se fue desdibujando. Se alejó del lado de Afrodita, apoyándose en el lavabo, cruzó sus brazos y miro atentamente al menor, que aún seguía sentado en el suelo. Su rostro serio, enojado y fruncido, que hizo tragar grueso al sueco.

- Si no es mío ¿De quién es? - exigió saber con voz parca. Afrodita mantuvo silencio en el suelo frío - ¡Responde la pregunta! - gritó fuera de si estrellando el estuche, junto con el anillo, en la pared. El peliceleste dio un brinco en el lugar asustado, jamás había visto al azabache en ese estado.

- No lo conoces - mintió. Había decidido que decir toda la verdad no era bueno en ese momento. El estado en el que estaba Shura, sería capaz de ir a matar a Surt. No haría nada para dañarlo, él aún lo amaba y albergaba la esperanza que el pelirrojo formara una familia con él. Omitir esa información sería lo mejor - es un tipo del trabajo.

- No lo conozco, ok - caminaba nervioso por todo el baño cual fiera enjaulada. Tenía ganas de hacer muchas cosas, sin embargo, él era un caballero y jamás lo lastimaría y menos en su estado - ¿Desde cuándo te acuestas con este tipo? - necesitaba saber, quizás no era de hombre preguntar aquello, pero necesitaba la verdad.

- Hace varios meses - respondió aún temeroso sin ánimos de levantarse.

- ¿Lo amas? - Afrodita levantó la mirada encontrándola con la de Shura. No se animaba a responder aquella pregunta - ¡Responde maldita sea!

- Si, lo amo. Siempre lo he echo.

El ginecólogo se sentó en el borde de la tina, colocó sus codos en las rodillas y tapo su rostro con las palmas de las manos.

- Vete - ordenó en un hilo de voz casi quebrada. El doncel están estático - ¡Que te vayas! Vete de mí departamento, no quiero verte nunca más.

Afrodita se levantó apurado y asustado. Sin mirar al capricorniano, salió del baño, juntó sus cosas y despareció del departamento sin decir nada más.

Shura seguía en la misma posición, paralizado y al fin cuando supo que se encontraba sólo en su hogar, comenzó a llorar desconsoladamente.

Se tiraba de los cabellos, estaba frustrado y con el corazón echo pedazos. Las lágrimas se deslizaban por su rostro dejando rastros salados por la piel, como si fuera un camino que indicará toda su amargura y tristeza.

Enojado se levantó de la tina y golpeó, con su puño, fuertemente el espejo del baño rompiéndolo en mil pedazos, lastimando su mano en el acto.

Nada dolía más en ese momento que su corazón roto y decepcionado.

Lo único que podía hacer era llamar a la única persona que lo atendería y escucharía en ese momento. Necesitaba hablar y desahogarse con alguien, necesitaba compañía para no cometer una locura, alguien que le diera palabras de aliento y le diga que todo iba a estar bien.

Envolvió con una toalla su puño lastimando, que estaba ensangrentado y fue en busca de su celular a la habitación.

Buscó rápidamente el contacto y llamó.

- Hala - respondió la dulce voz, sin embargo el azabache no respondió - ¿Shura? ¿Estás bien?

El llanto se dejó escuchar al fin - Shaka, te necesito.

El llanto se dejó escuchar al fin - Shaka, te necesito

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Hola mis bellos lectores. Siento la tardanza pero aquí les dejó un pequeño capítulo.

Espero que les guste.

Gracias por leerme ❤️

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