Funeral Vikingo

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A pesar de haber pasado el último día sumido en el alcohol y la depresión, esa mañana se sentía diferente.

El sol le había pegado en la cara furioso, la luz le quemaban los párpados y lo peor fue cuando intento moverse. Sentarse en la cama fue una tarea fallida, parecía que se había subido a una montaña rusa luego de haber comido hasta reventar. Vomitar era inminente.

Sin poder ni siquiera sentarse, volvió a tirarse sobre la cama. Sentía su perfume en la almohada, había estado allí y no era un sueño como había pensado. Pero... ¿Dónde estaba?

El ruido de la licuadora en la cocina le dio la respuesta y con ellos una enorme sonrisa que adornó su rostro medio cubierto por unos mechones azabaches.

- Shura - susurro el francés entrando al dormitorio del capricorniano.

- Aquí estoy, aún vivo - rio de medio lado - creo que tengo resaca, todo me da vueltas.

- Como para no tener resaca con todo lo que haz bebido, un pajarito muy rubio me contó todo - en sus manos llevaba una bandeja de plata con café, croissant y el famosos batido anti resaca receta familiar de los Maldonado - te traje esto - extendió el vaso de vidrio con la mezcla especial - esto me recuerdo a aquella vez que yo me emborrache en el bar donde Milo cantó, yo estaba en la cama y tú me traías el batido.

El azabache con dificultad logró sentarse y apoyó la espalda en el respaldar de la cama, Camus se colocó a su lado y ambos disfrutaron del desayuno y la compañía.

La tristeza había quedado atrás para Shura, tener a su amigo junto a él era el mejor remedio.

- Gracias por cuidarme, Cam. No tenías que cortar tu escapada por mí, se que necesitabas despejarte.

- Sabes que jamás te dejaría y menos en una situación como esta. Tú siempre estás para mí cuando te necesito - Shura se sonrojó y apoyó la cabeza en el hombro de Camus, haciendo que esté apoyara la suya en la de él.

Se sentía completo y aliviado.

Luego de un reconfortante desayuno, el ginecólogo volvió a dormirse arroyado en los brazos de su amigo

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Luego de un reconfortante desayuno, el ginecólogo volvió a dormirse arroyado en los brazos de su amigo.

Luego de limpiar el desorden del departamento, Camus se dispuso a llamar a Shijima y Milo para saber cómo estaba el pequeño pelirrojo.
Mientras hablaba por teléfono, deambulaba por la habitación de huéspedes. Revisaba cada lugar por inercia, hasta que abrió el placar empotrado.

Allí dentro encontró todas las cosas de Afrodita que Shaka había guardados o más bien escondidos de Shura.

Ropa, fotos y regalos, eran algunas de las cosas que encontró allí dentro de una bolsa.

- Milo, gracias por cuidar a mí niño - habló por el celular - me quedaré un día más, Shura aún no está bien. Nos vemos, adiós, te amo.

Cortó rápido la llamada y saco la bolsa del armario. Frunció el seño al ver las cosas del sueco allí.

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