Secretos En El Palacio [PUBLICÁNDOSE]

Capítulo 2

2. La Derrota más Esperada

-Muy bien, ahora te toca a vos.- dice al terminar de tirar su primer flecha, y como era de esperarse le dio justo en el blanco, ella sabe que va a ganar y me lo refriega en el rostro.
~Tranquilo, todavía tenes una oportunidad.~ me digo a mi mismo ~Una en un millón.~
Me preparo, apunto y.... -Ay por favor. Por poco le di... la flecha estaba mal.- digo mientras miro a Emi, en ese momento se estaba riendo.
-Si claro.- dice mientras se pone seria otra vez -Ahora voy yo, no te olvides que gana el mejor de tres.
La admiro mientras se prepara. Lleva puesto una camisa color azul intenso, que hace juego con sus pantalones y botas negras. Tiene su pelo castaño oscuro, casi negro, recogido en una cola de caballo.
-Si me sigues mirando así me vas a desgastar.- Me dice mientras me mira con esos ojos marrones oscuro, que me encantan, porque aunque sea oscuros, cuando le da la luz parece que brotan hilos de oro de ellos.
-Tu problema es que te apresuras.- dirige su mirada al blanco. -En esta práctica, hay que tener mucha concentración, percibir lo que pasa en el entorno, y no apurarse.- acentúa la última frase con una mirada ~No apurarse.~ me repito.
Y dispara. Como era de esperar. Le dio en el blanco.
Tiro mi segunda flecha y aunque esta pega en el blanco, no tan en el centro como para empatar.
Mientras se prerara para tirar su última flecha dice -El arco y flecha no es para cualquiera, no te pongas mal, es algo muy elegante y que queda muy bien.- Tira y le da en el blanco -Y aunque necesita de concentración, una vez que te acostumbras sirve muy bien en el campo de batalla.- Dice mientras se acerca hacia mi, con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo ya estaba apoyado en una pared esperando la derrota.
Me preparo para mi última oportunidad, un milagro.
Como se podrán imaginar, ella gana, otra vez. Ha sido así desde los diez años, cuando se empezó a interesar por el arco y flecha.
Me abraza por atrás mientras se ríe burlonamente.
-Muy bien, muy bien, ganaste, de nuevo.- Digo mientras me doy vuelta y la miro a los ojos -¿Qué quieres esta vez? ¿Un nuevo arco? ¿Nuevos vestidos, o tal vez joyas?- Le pregunto, sabiendo que esas son algunas de sus debilidades.
-Nop, para nada.- Se separa -El arco que me diste por la última competencia, me encanta, y funciona muy bien.- Es cierto, la última vez, que fue hace tres semanas por lo menos. Le di el arco que esta usando ahora, es negro con detalles en azul radiante provocando por las gemas que tiene pegado a sus extremos que hacen juego con algunas flechas que le regale en su momento.
-Bien, entonces, ¿Que quiere mi Duquesa en esta ocasión?- Le digo sorprendido por el rechazo hacía los vestidos y joyas, con un tono de voz que aplica la realeza.
-En esta ocasión, quiero que mi prometido me prepare sus famosos pastelitos de frutos rojos.- Me contesta, siguiendome el juego, con el mismo tono de voz.
Ay cierto, me habia olvidado, ya estamos en ese mes.
-¿O acaso ya te olvidaste que ya estamos en diciembre?
-No, por supuesto que no.- Miento -Si mi prometida quiere mis famosos pastelitos hechos a mano así será.- Digo bajando la mirada para que no notará que me estaba empezando a ruborizar.
-Bueno, entonces cerrado el trato, lo siento pero me tengo que retirar.- Dice con cara seria.
-¿Ya te vas?¿Tan pronto?- por lo general entrena dos horas, como yo, pensé que quería que siguiéramos tirando flechas y por consecuencia, reírse un poco de mi falta de talento.
-Lo siento Leo, pero esta vez me tengo que ir.- Me responde mientras me da un beso en la mejilla y se dirige al vestidor -Despues de todo, tengo que cumplir con mi deber de futura reina.- Dice levantando la mano y señalando con el dedo índice, hacia ningún lado, lo que significa que está copiando a alguien que le dijo eso, apuesto que fue su padre.
-¿Ah si?- me sorprendo, por lo general, a ella no le gusta los deberes que tiene, ella se interesa más en estudiar todo el reino y como se maneja -¿Y que deber es el que te dieron ahora?
E
Se da la vuelta, ya a lo lejos, con una sonrisa, eso me sorprende más, y dice -Yo misma quise prepararle el cumpleaños a mi futuro rey.- Me guiña un ojo.
Me vuelve a dar la espolada y la pierdo de vista.
-Es cierto, se acerca mi cumpleaños número 20.- Digo susurrando, lo que provoca que al escucharlo de mi misma boca me altera ya que recién lo estoy aceptando.
Bueno, bueno, para eso todavía falta, ahora que Emi se fue, voy a hacer lo que habia planeado.
Sebastián volvió justo cuando Emilia salía del campo de entrenamiento, lo que me hace dudar de que no la estuviera espiando.
Después de correr un rato y luchar con espada contra él, me dirijo a bañarme y prepararme para ir a almorzar. El día de hoy decidí ir a almorzar al jardín, ya que es un hermoso día soleado y quiero sentir el calor del sol en el rostro y claro, puede haber más posibilidad de que me encuentre con Emilia también, pero lo hago porque quiero ver el sol.
Luego de terminar de comer, los sirvientes se llevaron los platos y me dirijo inmediatamente a la oficina del rey, mi padre.
Allí, él me dice, las últimas noticias, por ejemplo si tenemos un baile, o un invitado, o tal vez me informa sobre como va la guerra contra el reino vecino del oeste.
Estamos en guerra contra Miliom, se podría decir, ya que la guerra parece pausada.
Se decía que en el pasado éramos dos reinos amigos que formaron una alianza.
Nadie sabe con ciencia cierta porque esa alianza se rompió y empezó la guerra.
No hay ningún documento que lo diga.
Sin embargo hay varios rumores, algunos dicen que ellos son los culpables de que no tengamos más magia, mientras que ellos todavía la manejan y que por eso estamos contra ellos.
Ese, para mi, es el rumor más raro, ya que yo no creo en la magia. Seguro es por una disputa de territorio que tiene alto recursos natural como el oro o la plata.
Pero Emi dice que la magia existe y que si bien no cree que sea la causa de la guerra, algo tuvo que ver.
En fin, nadie sabe porque seguimos con esta guerra, ni siquiera el rey.
Cuando tome el mando de rey tengo como uno de mis objetivos terminar con esta guerra sin causa.