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Rayan

La sigo mientras ella sube por las escaleras.

me encantaría decir que estoy escuchando atentamente a cada una de sus palabras, pero la realidad, es que estoy absorto por la imagen de su trasero. El Jean a pesar de ser holgado me da una buena imagen de sus preciados glúteos, Ella habla y mueve sus manos explicándome como fue que Bruno una vez calló por las escaleras mientras que yo miro como se tensan los musculos de su culo al subir cada escalón.

—Lloriqueo tanto por una simple quebradura de pulgar— rueda los ojos pero aún así sonríe divertida

—Bueno, si mal no recuerdo hace rato tu también estabas lloriqueando....Y por un esguince.

Arquea su ceja y abre la boca ofendida

—¡Pues esguinsate tú para que veas!

Niego divertido y ella enciende las luces del segundo piso, caminamos hacia la última puerta del corredor y ella me mira sobre su hombro

—Esta era mi habitación cuando venía a Phoenix, hace mucho no vengo Asique debe ser muy...infantil.

Asiento divertido por la situación y ella abre la puerta con su mano buena, enciende la luz e inconscientemente suspira.

Es una habitación muy sencilla, sus paredes son de un tono crema y en el techo se pueden observar algunas estrellas de las que brillan si apagas la luz. Los muebles están cubiertos por unas finas sábanas blancas y también a la esquina de una de las paredes se puede divisar varios libros con peluches.

Cora mira los muebles y luego los peluches, se acerca y toma uno antes de reír.

—Nunca supe porqué me compraban peluches, los odiaba al igual que las muñecas.

—Yo prefería jugar con el barro

Ella sonríe antes de agarrar un libro y quitarle el polvo

—Venía pocas veces a Phoenix — ella camina mirando cada rincón — pero no era tan malo, con Bruno nos conocimos supongamosle que a los trece o catorce.....al principio éramos dos niños incómodos de la presencia del otro, pero luego nos volvimos inseparables. Cada vez que venía era un alivio porque lo tenía a el.

Me apoyo en uno de los muebles

—Suena a que lo quieres demasiado

Ella sonríe y me mira

—Bruno es mi hermano, no compartimos la misma sangre pero yo lo siento así......Es imposible no quererlo.

Ella abre los cajones y luego hace una mueca y lleva su mano a..

—Mierda, esto me pica..

Me acerco

—Eso era lo que te había traído — ella me mira confundida mientras saco una crema— se supone que tienes que ponerte para que tu tatuaje se Cure de manera correcta, déjame verlo.

—¿El qué?—ruedo los ojos

—El tatuaje coraline

Ella tartamudea

—¿Por qué?

—Necesito saber si se está infectando rubia

Eso parece alarmarla porque se sienta en la esquina de la cama e intenta desabrochar su pantalón.

—Déjame que te ayudo, tienes que evitar usar esa mano.

Me arrodillo frente a ella y acerco mis manos hacia el cierre de su pantalón, de una manera lenta  y tortuosa bajo el cierre hasta aflojar su pantalón, trago al ver el inicio de unas bragas de algodón  y con delicadeza llevo mis manos hacia sus caderas.

tres besos [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora