II

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Hanna

Ella no estaba ahí y por un breve momento una pequeña chispa de traición se encendió en mi pecho.

Pero no había traición alguna, solo alguien necesitada de su piel, solo alguien que necesitaba sentirla de nuevo.

Casi no podía escuchar los murmullos de Kass mientras me arrastraba hacia la cocina de la casa, al parecer todos se habían puesto de acuerdo para llevar prendas coloridas y fluorescentes con maquillajes exagerados y llamativos.

Ahora entendía porque Kass había recomendado ampliamente, por no decir obligado, ponerme este vestido rojo fluorescente mientras ella usaba una pequeña falda con un top sin mangas que se ajustaba perfectamente a su pecho, ambos naranjas.

Era agotador, abrumante, demasiados colores, demasiada pintura sobre las paredes que brillaba en distintos colores creando una mezcla perfecta en patrones al azar.

–Necesitas tomar algo. –Exclamo Kass acercándose a mi oído mientras observaba la barra detrás de mí.

–Tengo que traerte de regreso al departamento. –Me excuse mientras observaba su pecho elevarse con cada respiración contra el mío por unos segundos.

Lo último que escuche fue la burla acompañado con un "Si claro, como digas" mientras se dirigía a la barra y agarraba dos botellas de Vodka.

–¿Qué mierda crees que estás haciendo? No puedes simpl...

–Si puedo, de nada. –Dijo tendiéndome una de las botellas hacia mi mientras se dirigía a la multitud jugando un juego con pequeñas bolas y una hilera de vasos delante de cada uno de los participantes.

Solo observaría como Kassandra empujaría al chico rubio y alto que estaba jugando quedando ella delante de una chica pelirroja.

Mierda, Alessia.

Tenía que salir de aquí, sin embargo, Kassandra estaba lo bastante concentrada lanzando la pelota mientras que con la otra mano sostenía la botella de la que bebía continuamente mientras el juego avanzaba.

No podía, simplemente no.

Sabía que Kassandra entendería que me alejara de ese lugar, varios chicos estarían reunidos en el jardín trasero mientras charlaban animadamente.

¡Bingo! Verónica estaba ahí, mi compañera de actuación en la obra de romance que estábamos notando en estos meses y que sería una de las más importantes.

–Creí que no tomabas. –Dijo como saludo en dirección a la botella que tenía aferrada a una mano.

–Las primeras impresiones son incorrectas. –Dije mofándome mientras me colocaba en uno de puf's que estaban colocados al azar cerca de los otros.

–¿Verdad o reto? –Pregunto una voz gruesa que provenía de ...

Joder, no era posible, seguramente el alcohol estaba jodiendo mi cabeza.

Pero ni siquiera había tomado.

–Te hice una pregunta ¿Verdad o reto?

Mismo cabello pelinegro que caía en gracia por sus hombros, misma mandíbula, misma mirada, la misma piel por la que había estado tan necesitada.

–Verdad. –Conteste sin inmutarme sobre su presencia, con un poco de suerte no me reconocía o ya me había olvidado lo suficiente para no recordar mi rostro.

–¿Por qué lo hiciste? –Pregunto de igual forma y mis ojos parpadearon un poco ante el golpe que había dado.

Sabia a lo que se refería y aun así no había estado lista para ello.

BloodstreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora