LIV

3.4K 224 42
                                    


Morgan

Aquellos que juran que el hogar puede ser encontrado entre las cartas de amantes, en los abrazos acompañados de risas, en aquellos besos robados camino a casa.

—Hanna. —Podía escuchar como la rubia buscaba a ciegas las llaves. —No.

No podía entrar sabiendo a quién me encontraría.

No podía entrar sabiendo que la sangre aún manchaba mi piel.

—¿Quieres saber un secreto? —Negué ante la pregunta intentando, en vano, detener a la rubia. —Ella no te odia, nadie lo hace.

—Todo este tiempo solo fuiste un peón, Morgan.

Un peón obligado a resolver un acertijo sin salida.

—No es nuestra culpa que fuéramos obligadas a...

Y si aquellos que dicen que la mirada puede expresar lo que se siente en el pecho.

Sabía las imágenes que Hanna estaba viviendo de nuevo.

Sabía los gritos que estaba escuchando.

Sabía que aún podía reconocer a qué cuerpo le correspondía la sangre.

—Estoy aquí. —Susurré mientras tomaba su mandíbula buscando su mirada. —Estoy aquí.

Y aquellos que decían que la mirada expresa lo que se siente en el pecho, tenían razón.

—Hanna. —Pronuncie su nombre como ella lo había hecho conmigo cada vez que solía perderme. —Hanna.

Incluso si las heridas dejan de sangrar.

Incluso si pudiste huir.

Los recuerdos amargos y las cicatrices no se desvanecerán.

Hanna ya no estaba atrapada.

Pero aún recuerda aquellos momentos en donde luchaba por conseguir un poco de aire.

Aún recuerda.

—Aquí estoy.

Quizá no pueda hacerla olvidar todo aquello que dejó cicatrices en su piel.

Quizá pueda recordarle que han dejado de sangrar.

Quizá pueda recordarle que nada puede hacerle daño ahora.

Quizá pueda recordarle que no está sola.

Quizá, esta vez, me quedaría para recordárselo todos los días.

—Estoy aquí. —Deje que la rubia se aferrara a mis manos. —Se ha terminado.

Como un libro después del punto final, se ha terminado.

Como un libro después de ser cerrado, se ha comenzado a escribir otra historia.

Quizá aún no era demasiado tarde para escribir nuestra historia.

═══════════════════

La culpa puede ser de aquel que disparó el arma primero.

La culpa puede ser de aquellos que se proclamaban a sí mismos Dioses.

La culpa puede ser de aquel ser que decía ser bondadoso.

La culpa puede, a oídos sordos, ser de aquella criatura con cuernos.

—¿Fue mi culpa?

La culpa puede doler aun mas cuando no nos pertenece.

Cuando éramos indefensos para defendernos.

BloodstreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora