Morgan
Desde el principio de los días se había encontrado una estrella en el cielo.
Aquella estrella que era venerada desde un inicio y a aquella a la que se le susurraban plegarias.
Aquella misma estrella que, en los solsticios, era acompañada por el fuego que prendíamos aquellos que susurrábamos las plegarias.
—Gib mir den Keks!
—¡Nein! —Y las últimas sílabas fueron alargadas por Wren mientras Clare le mostraba la lengua a su gemela. —¡Neeein!
—¿En qué momento pensamos que era una buena idea que comenzaran a hablar en alemán? —preguntó mi esposa hacia mí mientras observaba como iba perdiendo en una batalla contra las luces navideñas.
—En el mismo en el que decidimos tener gemelas. —Solté una pequeña risa cuando una de las gemelas tiró la galleta al piso mientras la otra se preparaba para perseguir a su gemela.
—¡Morgan!
—Me amas. —Caminé hacia mi rubia sin disimular la sonrisa que se dibujaba en mis labios. —Te ves hermosa.
Hanna lo sabía, pero yo se lo diría todos los días.
—Te amaría aún más si terminas de decorar el árbol. —Hanna robó un fugaz beso de mis labios para después tomar las luces navideñas y comenzar a ordenarlas.
—Der Stern! Der Stern! —Clare se encontraba saltando con una estrella brillante entre sus manos intentando ser lo suficientemente alta para ser capaz de colocarla en la punta del árbol.
Hanna y yo nos acercamos hacia la pequeña rubia para tomarla en brazos y que pudiera colocar la estrella en el árbol.
Clare reía mientras su hermana observaba atentamente el brillo de aquella estrella y yo le robaba un beso a Hanna.
Ninguna de las dos habíamos tenido una estrella que colgar en un árbol.
Hanna solía tener un árbol con ramas marchitas.
Yo solía no tener nada.
Solemos no tener nada y ahora lo teníamos todo.
Habíamos encontrado a la persona que estamos destinadas a encontrar.
Teníamos dos pequeñas rubias con los ojos de Hanna.
Tendremos a una pequeña con mis ojos.
Tenemos todo lo que alguna vez habíamos podido desear mientras mirábamos a través de ventanas ajenas.
—¡Kekseee! —Fue la única palabra que escuchamos cuando Clare tocó el piso de nuevo y salió corriendo a la cocina con Wren acompañándola.
—¡Clare! ¡Las galletas no! —Hanna gritó mientras perseguía sus pasos hasta la cocina encontrándonos con las gemelas, tenían las manos repletas de galletas. —¡Wren!
—Podemos comprar más. —Admití tomando una de las galletas de la bandeja y probando un bocado de estas. —No queremos compartirlas y nadie se dará cuenta. —Hablé entre bocados lo que hizo que una risa saliera de Hanna
—¿Todavía odias a Kye por comerse nuestra comida?
—Claro, Hanna. —Me acerqué hacia ella para darle un bocado de galleta. —Y estoy segura que Wren y Clare me apoyan.
—¡Siiiii! —Exclamaron al unísono nuestras hijas demostrando, una vez más, que no era buena idea compartir comida con Kye.
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Bloodstream
Romansa-Me traicionaste. -¿Fuiste tan ingenua para creerlo? Cuando los demás deciden tu camino y te arrebatan la libertad desde temprana edad, escapar se convierte en tu única opción. Yo no pude hacerlo. - Morgan