MorganMoriré en 46 horas.
Hanna morirá en 48 horas.
Dos llamas que se extinguían con cada segundo que las manecillas marcaban.
Hasta que solo quedaran cenizas.
Nunca pensé que algún día tendría la completa certeza de cuando dejaría de respirar.
Hoy la tenía.
Hoy tenía una áspera, cruda y desagradable verdad.
Podría gritar que solo tenía 46 horas restantes antes de que todo acabara y aun así nadie me creería.
Siempre pensé que la muerte era el antecesor de un renacimiento.
Estaba jodidamente equivocada.
No habría ningún renacimiento, no habría un comienzo.
Hanna nunca recibiría su título.
Yo nunca volvería a ver a Lyre.
Hanna morirá creyendo que yo era alguien que la quería.
Yo moriré sin permitirme decirle la verdad.
Pero al final, ambas moriríamos.
Las personas que tenían un poco más de suerte, un poco más de tiempo, ellos harían una lista de cómo querían vivir antes de morir.
Y yo no tenía demasiada tinta para derramar en un pedazo de papel.
Yo solo quería volverla a besar, quería sentir sus piernas enredándose contra las mías, quería que me quisiera antes de odiarme por toda la eternidad.
Si es que existe algo después de la muerte...
Pero quizá aún podía escribir un final alternativo.
Una traición que estaba escrita desde el comienzo.
Una traición para la que se suponía estaba hecha para cometer.
Una traición donde yo terminaba todo lo que había comenzado.
Una traición donde al final yo huía.
Necesitaba tiempo para saber sobre qué final derramaría la tinta.
Y en 48 horas nada quedaría.
En 48 horas solo quedaría un final escrito en tinta roja.
Quizás sería solo tinta.
Quizás sería nuestra sangre.
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Parecía que mi mano se negaba a golpear la puerta.
Parecía que no era capaz de cruzar una puerta.
No era capaz de mirar a los ojos a la rubia, que al igual que yo, tenía las horas contadas.
No necesite golpear la puerta, no necesite el valor que ya no tenía.
—Morgan. —Exclamó con una ligera sonrisa al abrir la puerta. Sonrisa que no se reflejó en su rostro. —Ven.
Me vi obligada a dar algunos pasos hacia el departamento y ojala no lo hubiera hecho.
La ausencia de Kassandra era demasiado notoria, inclusive con la chica castaña que estaba sentada en el sillón con la cabeza inclinada como si estuviera observando algo fascinante en el suelo.
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Bloodstream
Romance-Me traicionaste. -¿Fuiste tan ingenua para creerlo? Cuando los demás deciden tu camino y te arrebatan la libertad desde temprana edad, escapar se convierte en tu única opción. Yo no pude hacerlo. - Morgan