IX

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IX

Morgan.

Un nudo se había apoderado de mi garganta al verla ahogarse con sus propias lágrimas, una preocupación había llenado mi cabeza cuando había escuchado los gritos sofocados.

Parecía tan distinta, la confianza que había tenido en ella se había desmoronado en unos instantes dejándome a Hanna totalmente desprotegida.

Mis ojos se cerraban con fuerza sintiendo a Hanna temblar debajo mío, sollozando con menos intensidad gracias a mi pecho, no quería abrir los ojos.

No podía. Simplemente no quería verla así.

No podía verla tan indefensa porque todo se complicaría dentro de mí.

Pero aun así habían pasado por lo menos varios minutos y parecía que no tenía la intención de parar de llorar.

Mi estómago se había volcado al observar el animal de felpa, no tenía idea del porque estaba ahí ni por qué mis ojos ardieron al verlo, pero sabía que tenía un significado para ella.

Mis ojos se abrirían tomándose unos segundos para acostumbrarse a la luz que iluminaba sobre nosotras, mis manos seguían aferradas a ella como si eso pudiera hacer que la sensación de estar ahogándome desapareciera.

No sabía cuánto tiempo estaría aquí, pero sabía que estaría lo que fuera necesario.

–Estoy aquí. –Exclame porque conocía perfectamente lo que era saber que no tenías a nadie.

–Estoy cansada. –Musito sin dejar de temblar, sabía que no tardaría para que sus pequeños sollozos se convirtieran en gritos. –No fue justo.

Nada era justo, una niña no tendría que haber sido arrebatada de la vida y decidir por ella, pero así lo habían hecho conmigo.

Una niña no tendría que haber corrido por las calles mientras intentaba escapar.

Como lo habían hecho con Azia.

–No era justo. –Su voz se cortaba con sus lágrimas mientras se aferraba a mí.

¿Qué había pasado con ella?

¿Quién le había pasado a ella?

No sabía en qué momento unas cuantas lagrimas comenzaron a llenar mis ojos.

Envolviéndome en la oscuridad.

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Hanna sostenía aun el animal de felpa.

Había aceptado quedarse un poco más dentro de la librería, llevándola a un pequeño lugar de lectura que hacia bastante tiempo no era utilizado.

–Era de mi hermana. –Podía escuchar en su voz como realmente intentaba no volverse a romper. –Dijiste que querías saber mi historia, este es un pedazo.

–Hanna... –Intente detenerla antes de que pudiera hablar, pero su mirada estaba perdida en aquel juguete.

–Ciara. –Su mirada no reflejaba más que dolor al pronunciar el nombre. –Ella me abandono.

Quería detenerla, quería que no dijera más, pero no podía moverme.

–Se suponía que ella no se daría por vencida en mí. –Tomo uno de los brazos del animal de peluche entre sus dedos. –No era la mejor, pero ella me había hecho una promesa.

–¿Sabes? –Levanto su mirada hacia a mí por primera vez. –Creí que las promesas se hacían para cumplirse, pero aún asi Ciara decidió no hacerlo.

BloodstreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora