XXII

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Hanna

Jueves 19 Julio 2011

—¿Fue mi culpa? —Ciara desenredaba mi cabello con sus dedos mientras yo mi mente seguía recordando sin parar a la mujer.

—No, no lo fue. —Mi hermana tomo un momento antes de responder.

—¿Quién era? —Necesitaba saber quién era, necesitaba saber que si estaba en algún lugar estaba bien.

Su cabello era castaño.

Sus ojos aún estaban abiertos reflejando el miedo que había sentido antes de morir.

Su pecho estaba inerte cuando la encontré en el sótano.

Y había hecho todo lo que estaba a mi alcance.

Intente que su corazón volviera a latir.

Intente despertarla sacudiendo su mano.

Y cuando nada de eso funciono, solo pude llorar sobre las palmas de mis manos.

¿Cuándo me pasaría a mí?

¿Cuándo seria mi turno?

¿Me pasaría alguna vez?

Sali corriendo en cuanto escuche el motor de su auto.

Había llegado y tenía que esconderme.

—No lo sé. —Sabía que Ciara no me mentía, ella nunca lo haría. Ambas no sabíamos quién era esa persona.

—Fue mi culpa. —Esta vez fue una afirmación. —Fue mi culpa. —Repetí y mi hermana dejo de acariciar mi cabello. —No pude hacer nada por ella.

—Nadie podía hacer nada. —Dijo Ciara como si en realidad tuviera la seguridad. Claro que ella era tres años mayor y un poco más inteligente, pero yo lo había intentado y había fracasado.

Era mi culpa.

—Pero...

—No fue tu culpa, Hanna. —La voz de Ciara sonaba cansada y agotada como si de alguna manera hubiera usado toda su voz la noche anterior.

—¿Qué va a pasar con ella? —Como respuesta Ciara levanto ligeramente sus hombros apoyando sus manos en la cama que compartíamos.

No era muy grande, pero era suficiente.

El jardín trasero era suficiente.

Los animales de felpa eran suficiente.

Tenerla conmigo era suficiente.

Ciara difería de mi opinión.

Si, él es abusivo, pero no es tan malo.

—Si, si lo es. —Me dijo una vez Ciara.

—¿Quieres ir al jardín? —Pregunte. Siempre me hacía bien ir, cuando me sentía triste o cuando por accidente lo hacía enojar y recibía gritos.

—No podemos. —Mi hermana dio un vistazo hacia la ventana y después hacia ambos pandas que permanecían en la cama uno al lado del otro.

Antes de que pudiera responder la puerta principal se abrió dando un portazo, ambas escuchamos como le gritaba a alguien.

—Teníamos un trato ¿Piensas que voy a retrasarme por tu culpa? —Su voz era filosa y estaba segura que estaba muy molesto.

Unos pasos subían por las escaleras haciendo que Ciara se tensara.

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