Capítulo 13

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––Espero, querida ––dijo el señor Kim a su esposa; mientras desayunaban a la mañana siguiente––, que hayas preparado una buena comida, porque tengo motivos para pensar que hoy se sumará uno más a nuestra mesa.


––¿A quién te refieres, querido? No tengo noticia de que venga nadie, a no ser que a Hoseok se le ocurra visitarnos, y me parece que mis comidas son lo bastante buenas para él. No creo que en su casa sean mejores.


––La persona de la que hablo es un caballero, y forastero.


Los ojos de la señora Kim relucían como chispas.


––¿Un caballero y forastero? Es el señor Park, no hay duda. ¿Por qué nunca dices ni palabra de estas cosas, Taehyung? ¡Qué cuco eres! Bien, me alegraré mucho de verlo. Pero, ¡Dios mío, qué mala suerte! Hoy no se puede conseguir ni un poco de pescado. DongHan, cariño, toca la campanilla; tengo que hablar con Hill al instante.


––No es el señor Park ––dijo su esposo––; se trata de una persona que no he visto en mi vida. Estas palabras despertaron el asombro general; y él tuvo el placer de ser interrogado ansiosamente por su mujer y sus cinco hijos a la vez. Después de divertirse un rato, excitando su curiosidad, les explicó:


––Hace un mes recibí esta carta, y la contesté hace unos quince días, porque pensé que se trataba de un tema muy delicado y necesitaba tiempo para reflexionar. Es de mi primo, el señor JunHo, el que, cuando yo me muera, puede echaros de esta casa en cuanto le apetezca.


––¡Oh, querido! ––se lamentó su esposa––. No puedo soportar oír hablar del tema. No menciones a ese hombre tan odioso. Es lo peor que te puede pasar en el mundo, que tus bienes no los puedan heredar tus hijos. De haber sido tú, hace mucho tiempo que yo habría hecho algo al respecto.


Taehyung y Seokjin intentaron explicarle por qué no les pertenecía la herencia. Lo habían intentado muchas veces, pero era un tema con el que su madre perdía totalmente la razón; y siguió quejándose amargamente de la crueldad que significaba desposeer de la herencia a una familia de cinco hijos, en favor de un hombre que a ninguno le importaba nada.


––Ciertamente, es un asunto muy injusto ––dijo el señor Kim––, y no hay nada que pueda probar la culpabilidad del señor JunHo por heredar Longbourn. Pero si escuchas su carta, puede que su modo de expresarse te tranquilice un poco.


––No, no la escucharé; y, además, me parece una impertinencia que te escriba, y una hipocresía. No soporto a esos falsos amigos. ¿Por qué no continúa pleiteando contigo como ya lo hizo su padre?


––Porque parece tener algún cargo de conciencia, como vas a oír:


«Hunsford, cerca de Westerham, Kent, 15 de octubre.


»Estimado señor:


»El desacuerdo subsistente entre usted y mi padre, recientemente fallecido, siempre me ha hecho sentir cierta inquietud, y desde que tuve la desgracia de perderlo, he deseado zanjar el asunto, pero durante algún tiempo me retuvieron las dudas, temiendo ser irrespetuoso a su memoria, al ponerme en buenos términos con alguien con el que él siempre estaba en discordia, tan poco tiempo después de su muerte. Pero ahora ya he tomado una decisión sobre el tema, por haber sido ordenado en Pascua, ya que he tenido la suerte de ser distinguido con el patronato de la muy honorable lady Catherine de Bourgh, viuda de sir Lewis de Bourgh, cuya generosidad y beneficencia me ha elegido a mí para hacerme cargo de la estimada rectoría de su parroquia, donde mi más firme propósito será servir a Su Señoría con gratitud y respeto, y estar siempre dispuesto a celebrar los ritos y ceremonias instituidos por la Iglesia de Inglaterra. Por otra parte, como sacerdote, creo que es mi deber promover y establecer la bendición de la paz en todas las familias a las que alcance mi influencia; y basándome en esto espero que mi presente propósito de buena voluntad sea acogido de buen grado, y que la circunstancia de que sea yo el heredero de Longbourn sea olvidada por su parte y no le lleve a rechazar la rama de olivo que le ofrezco. No puedo sino estar preocupado por perjudicar a sus agradables hijos, y suplico que se me disculpe por ello, también quiero dar fe de mi buena disposición para hacer todas las enmiendas posibles de ahora en adelante. Si no se opone a recibirme en su casa, espero tener la satisfacción de visitarle a usted y a su familia, el lunes 18 de noviembre a las cuatro, y puede que abuse de su hospitalidad hasta el sábado siguiente, cosa que puedo hacer sin ningún inconveniente, puesto que lady Catherine de Bourgh no pondrá objeción y ni siquiera desaprobaría que estuviese ausente fortuitamente el domingo, siempre que hubiese algún otro sacerdote dispuesto para cumplir con las obligaciones de ese día. Le envío afectuosos saludos para su esposa e hijos, su amigo que le desea todo bien, William Collins.»

Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora