Pasó pronto la primera semana del regreso, y entraron en la segunda, que era la última de la estancia del regimiento en Meryton. Los jóvenes de la localidad languidecían; la tristeza era casi general. Sólo los hijos mayores de los Kim eran capaces de comer, beber y dormir como si no pasara nada. Yohan y Donghan les reprochaban a menudo su insensibilidad. Estaban muy abatidos y no podían comprender tal dureza de corazón en miembros de su propia familia.
––¡Dios mío! ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Qué vamos a hacer? ––exclamaban
desolados––. ¿Cómo puedes sonreír de esa manera, Seokjin?Su cariñosa madre compartía su pesar y se acordaba de lo que ella misma había
sufrido por una ocasión semejante hacía veinticinco años.––Recuerdo ––decía–– que lloré dos días seguidos cuando se fue el regimiento del coronel kan, creí que se me iba a partir el corazón.
––El mío también se hará pedazos ––dijo Donghan.
––¡Si al menos pudiéramos ir a Brighton! ––suspiró la señora Kim.
––¡Oh, sí! ¡Si al menos pudiéramos ir a Brighton! ¡Pero papá es tan poco
complaciente!––Unos baños de mar me dejarían como nueva.
––Y tía Choe asegura que a mí también me sentarían muy bien ––añadió Yohan.
Estas lamentaciones resonaban de continuo en la casa de Longbourn. Seokjin trataba de mantenerse aislado, pero no podía evitar la vergüenza. Reconocía de nuevo la justicia de las observaciones de Yoongi, y nunca se había sentido tan dispuesto a perdonarle por haberse opuesto a los planes de su amigo.
Pero la melancolía de Donghan no tardó en disiparse, pues recibió una invitación de la señora Song, la esposa del coronel del regimiento, para que la acompañase a Brighton. Esta inapreciable amiga de Donghan era muy joven y hacía poco que se había casado. Como los dos eran igual de alegres y animados, congeniaban perfectamente y a los tres meses de conocerse eran ya íntimos.
El entusiasmo de Donghan y la adoración que le entró por la señora Song, la
satisfacción de la señora Kim, y la mortificación de Yohan, fueron casi
indescriptibles. Sin preocuparse lo más mínimo por el disgusto de su hermano, Donghan corrió por la casa completamente extasiado, pidiendo a todas que la felicitaran, riendo y
hablando con más ímpetu que nunca, mientras el pobre Yohan continuaba en el salón lamentando su mala suerte en términos poco razonables y con un humor de perros.––No veo por qué la señora Song no me invita a mí también ––decía––, aunque
Donghan sea su amigo particular. Tengo el mismo derecho que él a que me invite, y más aún, porque yo soy mayor.En vano procuró Seokjin que entrase en razón y en vano pretendió Taehyung que se resignase. La dichosa invitación despertó en Seokjin sentimientos bien distintos a los de Donghan y su madre; comprendió claramente que ya no había ninguna esperanza de que la señora Kim diese alguna prueba de sentido común. No pudo menos que pedirle a su padre que no dejase a Donghan ir a Brighton, pues semejante paso podía tener funestas consecuencias. Le hizo ver la inconveniencia de Donghan, las escasas ventajas que podía reportarle su amistad con la señora Song, y el peligro de que con aquella compañía redoblase la imprudencia de Donghan en Brighton, donde las tentaciones serían mayores.
El señor Kim escuchó con atención a su hijo y le dijo:
––Donghan no estará tranquilo hasta que haga el ridículo en público en un sitio u otro, y nunca podremos esperar que lo haga con tan poco gasto y sacrificio para su familia como en esta ocasión.
ESTÁS LEYENDO
Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin)
FanfictionKim Seok Jin y Min Yoongi, cada uno a su manera y, no obstante, de forma muy parecida, deben madurar para superar algunas crisis y aprender de sus errores para poder encarar el futuro en común, superando el orgullo de clase de Yoongi y los prejuicio...