Ambos caballeros abandonaron Rosings a la mañana siguiente. Junho estuvo a la
espera cerca de los templetes de la entrada para darles el saludo de despedida, y llevó a casa la grata noticia de que parecían estar bien y con ánimo pasable como era de esperar después de la melancólica escena que debió de haber tenido un lugar en Rosings. Junho voló, pues, a Rosings para consolar a lady Catherine y a su hijo, y al volver trajo con gran satisfacción un mensaje de Su Señoría que se hallaba muy triste y
deseaba que todos fuesen a comer con ella.Seokjin no pudo ver a lady Catherine sin recordar que, si hubiera querido,habría sido presentado a ella como su futuro sobrino; ni tampoco podía pensar, sin sonreír, en lo que se habría indignado. ¿Qué habría dicho? ¿Qué habría hecho? Le hacía gracia preguntarse todas estas cosas.
De lo primero que se habló fue de la merma sufrida en las tertulias de Rosings.
––Les aseguro que lo siento mucho ––dijo lady Catherine––; creo que nadie lamenta tanto como yo la pérdida de los amigos. Pero, además, ¡quiero tanto a esos muchachos y ellos me quieren tanto a mí! Estaban tristísimos al marcharse, como siempre que nos separamos. El coronel se mantuvo firme hasta el final, pero la pena de Yoongi era mucho más aguda, más que el año pasado, a mi juicio. No dudo que su cariño por Rosings va en aumento.
Junho tuvo un cumplido y una alusión al asunto, que madre y hijo acogieron con
una amable sonrisa. Después de la comida lady Catherine observó que el joven Kim parecía estar bajo de ánimo. Al punto se lo explicó a su manera suponiendo que no le seducía la idea de volver tan pronto a casa de sus padres, y le dijo:––Si es así, escriba usted a su madre para que le permita quedarse un poco más.
Estoy segura de que la señora Kim se alegrará de tenerla a su lado.––Agradezco mucho a Su Señoría tan amable invitación ––repuso Seokjin––, pero no puedo aceptarla. Tengo que estar en Londres el próximo sábado.
––¡Cómo! Entonces no habrá estado usted aquí más que seis semanas. Yo esperaba
que estaría dos meses; así se lo dije a el señor Choi antes de que usted llegara. No hay motivo para que se vaya tan pronto. La señora Kim no tendrá inconveniente en prescindir de usted otra quincena.––Pero mi padre, sí; me escribió la semana pasada pidiéndome que volviese pronto.
––Si su madre puede pasar sin usted, su padre también podrá. Los hijos nunca son tan necesarios para los padres como para las madres. Y si quisiera usted pasar aquí otro mes, podría llevarlo a Londres, porque he de ir a primeros de junio a pasar una semana; y como a Han no le importará viajar en el pescante, quedará sitio para uno de ustedes, y si el tiempo fuese fresco, no me opondría a llevarlos a los dos, ya que ninguno de ustedes es grueso.
––Es usted muy amable, señora; pero creo que no tendremos más remedio que hacer lo que habíamos pensado en un principio.
Lady Catherine pareció resignarse.
––Señor Hoseok, tendrá usted que mandar a un sirviente con ellls. Ya sabe que siempre digo lo que siento, y no puedo soportar la idea de que dos muchachos viajen solos en la diligencia. No está bien. Busque usted la manera de que alguien les acompañe. No hay nada que me desagrade tanto como eso. Los jóvenes tienen que ser siempre guardados y atendidos según su posición. Cuando mi sobrino Soobin fue a Ramsgate el verano pasado, insistí en que fueran con ellos dos criados varones; de otro modo, sería impropio de el joven Min, el hijo del señor Min de Pemberley y de lady Min. Pongo mucho cuidado en estas cosas. Mande usted a John con los
muchachos, señor Hoseok. Me alegro de que se me haya ocurrido, pues sería
deshonroso para usted enviarlos solos.––Mi tío nos mandará un criado.
––¡Ah! ¡Un tío de ustedes! ¿Conque tiene criado? Celebro que tengan a alguien que
piense en estas cosas. ¿Dónde cambiarán los caballos? ¡Oh! En Bromley, desde luego. Si cita mi nombre en «La Campana» la atenderán muy bien.Lady Catherine tenía otras muchas preguntas que hacer sobre el viaje y como no todas las contestaba ella, Seokjin tuvo que prestarle atención; fue una suerte, pues de otro modo, con lo ocupada que tenía la cabeza, habría llegado a olvidar en dónde estaba.
Tenía que reservar sus meditaciones para sus horas de soledad; cuando estaba solo se entregaba a ellas como su mayor alivio; no pasaba un día sin que fuese a dar un paseo para poder sumirse en la delicia de sus desagradables recuerdos.Ya casi sabía de memoria la carta de Yoongi. Estudiaba sus frases una por una, y los sentimientos hacia su autor eran a veces sumamente encontrados. Al fijarse en el tono en que se dirigía a él, se llenaba de indignación, pero cuando consideraba con cuánta injusticia le había condenado y vituperado, volvía su ira contra sí mismo y se compadecía del desengaño de Yoongi. Su amor por él excitaba su gratitud, y su modo de ser en general, su respeto; pero no podía aceptarlo y ni por un momento se arrepintió de haberle rechazado ni experimentó el menor deseo de volver a verle. El modo en que él se había comportado lo llenaba de vergüenza y de pesar constantemente, y los
desdichados defectos de su familia le causaban una desazón horrible. No tenían remedio. Su padre se limitaba a burlarse de sus hermanos menores, pero nunca intentaba contener su impetuoso desenfrenado; y su madre, cuyos modales estaban tan lejos de toda
corrección, era completamente insensible al peligro. Seokjin se había puesto muchas veces de acuerdo con Taehyung para reprimir la imprudencia de Yohan y Donghan, pero mientras los apoyase la indulgencia de su madre, ¿qué esperanzas había de que se
corrigiesen? Yohan, de carácter débil e irritable y absolutamente sometido a la
dirección de Donghan, se había sublevado siempre contra sus advertencias; y Donghan, caprichoso y desenfadado, no les hacía el menor caso. Los dos eran ignorantes, perezosos y vanos. Mientras quedara un oficial en Meryton, coquetearían con él, y mientras Meryton estuviese a tan poca distancia de Longbourn nada podía impedir que siguieran yendo allí toda su vida.La ansiedad por la suerte de Taehyung era otra de sus preocupaciones predominantes. La explicación de Yoongi, al restablecer a Jimin en el buen concepto que de él tenía previamente, le hacía darse mejor cuenta de lo que Taehyung había perdido. El cariño de Jimin era sincero y su conducta había sido intachable si se exceptuaba la ciega
confianza en su amigo. ¡Qué triste, pues, era pensar que Taehyung se había visto privado de una posición tan deseable en todos los sentidos, tan llena de ventajas y tan prometedora en dichas, por la insensatez y la falta de decoro de su propia familia!Cuando a todo esto se añadía el descubrimiento de la verdadera personalidad de Jungkook, se comprendía fácilmente que el espíritu jovial de Seokjin, que raras veces
se había sentido deprimido, hubiese decaído ahora de tal modo que casi se le hacía imposible aparentar un poco de alegría.Las invitaciones a Rosings fueron tan frecuentes durante la última semana de su estancia en Hunsford, como al principio. La última velada la pasaron allí, y Su Señoría volvió a hacer minuciosas preguntas sobre los detalles del viaje, les dio instrucciones sobre el mejor modo de arreglar los baúles, e insistió tanto en la necesidad de colocar
los vestidos del único modo que tenía por bueno, que cuando volvieron a la casa, Hwasa se creyó obligada a deshacer todo su trabajo de la mañana y tuvo que hacer de nuevo el equipaje.Cuando se fueron, lady Catherine se dignó desearles feliz viaje y las invitó a volver a Hunsford el año entrante. El. Joven de Bourgh llevó su esfuerzo hasta la cortesía de tenderles la mano a los dos.
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Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin)
FanficKim Seok Jin y Min Yoongi, cada uno a su manera y, no obstante, de forma muy parecida, deben madurar para superar algunas crisis y aprender de sus errores para poder encarar el futuro en común, superando el orgullo de clase de Yoongi y los prejuicio...