capítulo 10

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El día pasó lo mismo que el anterior. El señor HyungSik y el joven SeoJoon habian estado por la mañana unas horas al lado del enfermo, que seguía mejorado, aunque lentamente. Por la tarde Seokjin se unió con ellos en el salón. Pero no se dispuso la mesa de juegos acostumbrada. Yoongi escribia y el joven SeoJoon, sentado a su lado, seguía el curso de la carta, interrumpiendole repetidas veces con mensajes para su hermano. El señor EunWoo y Jimin jugaban piquet y el señor HyungSik contemplaba la partida.

Seokjin se dedicó a una labor de aguja, y tenia suficiente entretenimiento con atender a lo que pasaba entre Yoongi y su compañía. Los constantes elogios de éste a la caligrafía de Yoongi, a la simetría de sus renglones o a la extensión de la carta, asi como la absoluta indiferencia con la que eran recibidos, constituían un curioso diálogo que estaba exactamente de acuerdo con la opinión que Seokjin tenía de cada uno de ellos.

—¡Que contento se pondra el joven Min cuando reciba la carta!

Él no contestó.

—Escribe usted más deprisa que nadie.

—Se equivoca. Escribo muy despacio.

—¡Cuántas cartas tendrá ocasión de escribir al cabo del año! Incluidas cartas de negocios. ¡Como las detesto!

—Es una suerte, pues, que sea yo y no usted, el que tenga que escribirlas.

—Le ruego que le diga a su hermano que deseo mucho verlo.

—Ya se lo he dicho una vez, por petición suya.

—Me temo que su pluma no le va bien. Déjeme que se la afile, lo hago increíblemente bien.

—Gracias, pero yo siempre afilo mi propia pluma.

—¿Cómopuede lograr una escrituratan uniforme?

Yoongi no hizo ningún comentario.

—Dígale a su hermano que me alegro de saber que ha echo muchos progresos con el arpa; y le ruego que también le diga que estoy entusiasmado con el diseño de mesa que hizo, y que creo que es indefinidamente superior a la de la señorita Kang.

—¿Me permite que aplace su entusiasmopara otra carta? En la presente ya no tengo espacio pars más elogios.

—¡Oh!, no tiene importancia. Lo veré en enero. Pero, ¿siempre le escribe cartas tan largas y encantadoras, señor Min?

—Generalmente son largas; pero si son encantadoras o no, no soy yo quien debe juzgarlo.

—Para mí es como una norma, cuando una persona escribe cartas tan largas con tanta facilidad no puede escribir mal.

—Ese cumplido no vale para Min, Seojoon —interrumpió Jimin—, porque no escribe con facilidad. Estudia demasiado palabras. Siempre busca palabras complicadas de más de cuatro sílabas, ¿no es asi, Min?

—Mi estilo es muy distinto al tuyo.

—¡Oh! —exclamó el joven SeoJoon—. Jimin escribe sin ningún cuidado. Se come la mitad de las palabras y emborrona el resto.

—Las ideas me vienen tan rápido que no tengo tiempo de expresarlas; de manera que, a veces, mis cartas no comunican ninguna idea al que las recibe.

—Su humildad, señor Park —intervino Seokjin—, tiene que desarmar todos los reproches.

—Nada es mas engañoso —dijo Yoongi— que la apariencia de la humildad. Normalmente no es otra cosa que falta de opinión, y a veces es una forma indirecta de vanagloriarse.

—¿Y cuál de esos dos calificativos aplicas a mo reciente acto de modestia?

—Una forma indirecta de vanagloriarse; porque tú, en realidad, estas orgulloso de tus defectos como escritor, puesto que los atribuyes a tu rapidez de pensamientos y a un descuido en la ejecución, cosa que consideras, si no muy estimable, al menos muy interesante. Siempre se aprecia mucho el poder de hacer cualquier cosa con rapidez, y no se presta atención a la imperfección con la que se hace. Cuando esta mañana le dijiste a la señora Kim que si alguna bez te decidías a dejar Netherfield, te irias en cinco minutos, fue una especie de elogio, de cumplido hacia ti mismo; y, sin embargo, ¿qué tiene de elogiable marcharse precipitadamente dejando, sin duda, asuntos sin resolver, lo que no puede ser beneficioso para ti ni para nadie?

Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora