Capítulo 23

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Seokjin estaba sentado con su madre y sus hermanos meditando sobre lo que había escuchado y sin saber si debía o no contarlo, cuando apareció el propio Sir Jung Cha, enviado por su hijo, para anunciar el compromiso a la familia. Entre muchos cumplidos y congratulándose de la unión de las dos casas, reveló el asunto a una audiencia no sólo estupefacta, sino también incrédula, pues la señora Kim, con más obstinación que cortesía, afirmó que debía de estar completamente equivocado, y Donghan, siempre indiscreto y a menudo mal educado, exclamó alborotadamente:


––¡Santo Dios! ¿Qué está usted diciendo, sir Jung? ¿No sabe que el señor Junho quiere casarse con Seokjin?


Sólo la condescendencia de un cortesano podía haber soportado, sin enfurecerse, aquel comportamiento; pero la buena educación de sir Jung estaba por encima de todo. Rogó que le permitieran garantizar la verdad de lo que decía, pero escuchó todas aquellas impertinencias con la más absoluta corrección.


Seokjin se sintió obligado a ayudarle a salir de tan enojosa situación, y confirmó sus palabras, revelando lo que él sabía por el propio Hoseok. Trató de poner fin a las exclamaciones de su madre y de sus hermanos felicitando calurosamente a sir Jung, en lo que pronto fue secundado por Taehyung, y comentando la felicidad que se podía esperar del acontecimiento, dado el excelente carácter del señor Junho y la conveniente distancia de Hunsford a Londres.


La señora Kim estaba ciertamente demasiado sobrecogida para hablar mucho mientras sir Jung permaneció en la casa; pero, en cuanto se fue, se desahogó rápidamente. Primero, insistía en no creer ni una palabra; segundo, estaba segura de que a Junho lo habían engañado; tercero, confiaba en que nunca serían felices juntos; y cuarto, la boda no se llevaría a cabo. Sin embargo, de todo ello se desprendían claramente dos cosas: que Seokjin era la verdadera causa de toda la desgracia, y que ella, la señora Kim, había sido tratada de un modo bárbaro por todos. El resto del día lo pasó despotricando, y no hubo nada que pudiese consolarla o calmarla. Tuvo que pasar una semana antes de que pudiese ver a Seokjin sin reprenderlo; un mes, antes de que dirigiera la palabra a sir Jung o a lady Jung sin ser grosera; y mucho, antes de que perdonara a Hoseok.


El estado de ánimo del señor Kim ante la noticia era más tranquilo; es más, hasta se alegró, porque de este modo podía comprobar, según dijo, que Jung Hoseok, a quien nunca tuvo por muy listo, era tan tonto como su mujer, y mucho más que su hijo.


Taehyung confesó que se había llevado una sorpresa; pero habló menos de su asombro que de sus sinceros deseos de que ambos fuesen felices, ni siquiera Seokjin logró hacerle ver que semejante felicidad era improbable. Yohan y Donghan estaban muy lejos de envidiar a el joven Jung, pues Junho no era más que un clérigo y el suceso no tenía para ellos más interés que el de poder difundirlo por Meryton.


Lady Jung no podía resistir la dicha de poder desquitarse con la señora Kim manifestándole el consuelo que le suponía tener un hijo casado; iba a Longbourn con más frecuencia que de costumbre para contar lo feliz que era, aunque las poco afables miradas y los comentarios mal intencionados de la señora Kim podrían haber acabado con toda aquella felicidad.


Entre Seokjin y Hoseok había una barrera que les hacía guardar silencio sobre el tema, y Seokjin tenía la impresión de que ya no volvería a existir verdadera confianza entre ellos. La decepción que se había llevado de Hoseok le hizo volverse hacia su hermano con más cariño y admiración que nunca, su rectitud y su delicadeza le garantizaban que su opinión sobre él nunca cambiaría, y cuya felicidad cada día lo tenía más preocupado, pues hacía ya una semana que Jimin se había marchado y nada se sabía de su regreso.

Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora