capítulo 5

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A poca distancia de Longbourn vivía una familia con la que los Kim tenían especial amistad. Sir Jung Chan había tenido con anterioridad negocios en Meryton, donde había echo una regular fortuna y se había elevado a la categoría de caballero por petición al rey durante su alcaldía. Esta distinción se le ha subido un poco a la cabeza y empezó a no soportar tener que dedicarse a los negocios y vivir en una pequeña ciudad comercial; así que dejando ambos se mudó con su familia a una milla de Meryton, denominada desde entonces Jung Lodge, donde pudo dedicarse a pensar con placer en su propia importancia, y desvinculado de sus negocios, ocuparse solamente de ser amable con todo el mundo. Porque aunque estaba orgulloso de su rango, no se había vuelto engreído; por el contrario, era todo atenciones para con todo el mundo. De naturaleza inofensivo, sociable y servicial, su presencia en St. James le había echo además cortes.

La señora Jung era una buena mujer aunque no lo bastante inteligente para que la señora Kim la considerase una vecina valiosa. Tenia varios hijos. El mayor, un joven inteligente y sensato de unos 20 años, era el amigo íntimo de Seokjin.

Que los Jung y los Kim se reuniesen para charlar después de un baile, era algo absolutamente necesario, y la mañana después de la fiesta, los Jung fueron a Longbourn para cambiar impresiones.

—Tú empezaste bien la noche, Hoseok —dijo la señora Kim fingiendo toda amabilidad posible hacia el joven Jung—. Fuiste el primero que eligió el señor Jimin.

—Si, pero pareció gustarle más el segundo.

—¡Oh! Te refieres a Taehyung, supongo, porque bailo con él dos veces. Si, parece que le gusto; sí, creo que sí. Oí algo, no sé, algo sobre el señor Kang.

—quizás se refiera a lo que oí entre él y el señor Kang, ¿no se lo he contado? El señor Kang le preguntó si le gustaba las fiestas de Meryton, si no creía que había muchachos muy hermosos en el salón y cual le parecía más bonito de todos. Su respuesta a esta última pregunta fue inmediata 《la mayoría de los Kim, sin duda. No puede haber más que una opinión sobre ese particular》

—¡No me digas! Parece debido a... Es como si... Pero, en fin, todo puede acabar en nada.

—Lo que yo oí fue mucho mejor de lo que oíste tú ¿verdad Jin? —dijo Hoseok—. Merece más la pena al señor Jimin que al señor Min, ¿no crees? ¡Pobre Jin! Decir solo 《No está mal 》

—Te suplico que no le metas en la cabeza a Jin que se disguste por Min. Es un hombre tan desagradable que la desgracia seria gustarle. La señora Long ne dijo que había estado sentado a su lado y que no había despegado los labios.

—¿Estas segura mamá? ¿No te equivocas? Yo vi al señor Min hablar con ella.

—Si, claro, porque ellas al final me preguntó si le gustaba Netherfield, y él no tuvo más remedio que contestar; pero la señora Long dijo que a él no le hizo ninguna gracia que le dirigiese la palabra.

—El joven Park me dijo —comento Taehyung— que él no solía hablar mucho, a no ser con sus amigos íntimos. Con ellos es increíblemente agradable.

—No me creo una palabra, querido. Si fuese tan agradable habría hablado con la señora Long. Pero ya me imagino que paso. Todo el mundo dice que el orgullo no le cabe en el cuerpo, y apostaría a que oyó que la señora Long no tiene coche y que fue al baile en uno de alquiler.

—A mi no me importa que no haya hablado con la señora Long —dijo el Joven Hoseok—, pero desearía que hubiera bailado con Jin.

—Yo que tú Jin —agregó la madre— no bailaria con él nunca más.

—Creó, mamá, que puedo prometerte que nunca bailare con él.

—El orgullo —dijo el joven Hoseok— ofende siempre, pero a mi el suyo no me resulta ofensivo. Él tiene la culpa. Es natural que un hombre atractivo, con familia, fortuna y todo a su favor tenga un alto concepto de si mismo. Por decirlo de algún modo, tiene derecho a ser orgulloso.

—Es muy cierto —observó Namjoon, que apreciaba mucho de la solidez de sus reflexiones—, es un defecto común, por todo lo que he leído, estoy convencido de que en realidad es muy frecuente que la naturaleza humana sea especialmente propensa a el, hay muy pocos que no abriguen un sentimiento de autosuficiencia por una u otra razón, ya sea real o imaginaria. La vanidad y el orgullo son cosas distintas, aunque muchas veces se usen como sinónimos. El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros.

—Si yo fuera tan rica como el señor Min —exclamo una Joven Jung que había venido con sus hermanos—, no me importaría ser orgullosa. Tendría una jauría de perros de caza, y beberia una botella de vino al día.

—Pues beberias mucho más de lo debido —dijo la señora Kim— y si yo te viese te quitaría la botella inmediatamente.

La niña dijo que no se atrevería, ella que si, así siguiendo discutiendo hasta que se dio por finalizada la visita.



Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora