Capítulo 8

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A las cinco los señores se retiraron para vestirse y a las seis y media llamaron a Seokjin para que bajara a cenar. Éste no pudo contestar favorablemente a las atentas preguntas que le hicieron y en las cuales tuvo la satisfacción de distinguir el interés especial del señor Jimin. Taehyung no había mejorado nada; al oirlo, los hermanos repitieron tres o cuatro veces cuanto lo lamentaban, lo horrible que era tener un resfriado y lo que a ellos les molestaba estar enfermos. Después ya no se ocuparon más del asunto. Y su indiferencia hacia Taehyung, en cuanto no lo tenían delante, volvió a despertar en Seokjin la antipatía que en principio había sentido por ellos.

En realidad, era a Jimin al único del grupo que él veía con agrado. Su preocupación por Taehyung era evidente, y las atenciones que tenía con Seokjin eran lo que evitaba que se sintiese como un intruso, que era como los demás lo consideraban. Sólo el parecía darse cuenta de su presencia. Él joven SeoJoon está absorto con el señor Yoongi; su hermano HyungSik, más o menos, lo mismo; en cuanto al señor EunWoo, que estaba sentado al lado de Seokjin, era un hombre indolente que no vivía nada más que para comer, beber y jugar a las cartas. Cuando supo que Seokjin prefería un plato sencillo a un ragout, ya no tuvo nada de que hablar con él. Cuando acabo la cena, Seokjin volvió inmediatamente junto aTaehyung. Nada más salir del comedor, el Joven SeoJoon empezó a criticarlo. Sus modales eran, en efecto, pésimos, una mezcla de orgullo e impertinencia; no tenía conversación, ni estilo, ni gusto, ni belleza. El señor HyungSik opinaba lo mismo y añadió:

—En resumen, lo único que se puede decir de él es que es un excelente caminante. Jamás olvidaré como apareció esta mañana. Realmente parecía medio salvaje.

—En efecto, HyungSik. Cuando lo vi, casi no pude contenerme. ¡Que insensatez venir hasta aquí! ¿Qué necesidad habia de que corriese por los campos sólo porque su hermano tiene un resfriado? ¡Como traía los cabellos, tan despeinados, tan desaliñados!

—Si. ¡Y las medias! ¡Si las hubieseis visto! Con más de una cuarta de barro. Y el abrigo que se había puesto para taparlas, desde luego, no cumplía su cometido.

—Tu retrato puede que sea muy exacto, HyungSik —dijo Jimin—, pero todo eso a mi me paso inadvertido. Creo que el Joven Kim Seokjin tenía un aspecto inmejorable al entrar en el salón esta mañana. Casi no me di cuenta de que llevaba los pantalones sucios.

—Estoy seguro de que usted si que se fijó, señor Min—dijo el joven SeoJoon—; y me figuro que no le gustaría que su hermano diese semejante espectáculo.

—Claro que no.

—¡Caminar tres millas, o cuatro, o cinco, o las que sean, con el barro hasta los tobillos y solo, completamente solo! ¿Que querría dar a entender? Para mi, eso demuestra una abominable independencia y presunción, una indiferencia por el decoro propio de la gente del campo.

—Lo que demuestra es un apreciable cariño por su hermano —dijo Jimin.

—Me temo, señor Min —observó el joven SeoJoon a media voz—, que esta aventura habrá afectado bastante la admiración que sentía usted por sus bellos ojos.

—En absoluto —respondió Yoongi—; con el ejercicio se le pusieron aún más brillantes.

A esta intervención siguió una breve pausa, y el señor HyungSik empezó de nuevo.

—Le tengo gran estima a Kim Taehyung, es en verdad un muchacho encantador, y desearía con todo mi corazón que tuviese mucha suerte. Pero con semejantes padres y con parientes de tan poca clase, me temo que no va a tener muchas oportunidades.

—Creó que te he oído decir que su tío es abogado en Meryton.

—Si, y tiene otro que vive en algún sitio cerca de Cheapside.

Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora