9 años atrás.
Día del asesinato.
Blake.
Me gustaban muchísimo los martes en la escuela, ya que era día de activación física, y me encantaba correr y hacer deportes como los que mi padre me había enseñado, en mi otra escuela odiaba este tipo de clases ya que no podía unirme a ningún equipo y siempre terminaba sentado en las gradas, todos los niños me odiaban, no se me acercaban y me tenían miedo, solamente Máx, el hijo de los socios de mis padres me hablaba y se me acercaba a ninguno de los dos nos elegían para los juegos en equipo y ninguno de los dos sabia el por que.
Pero ahora era alguien nuevo y todos se peleaban por que estuviera en su equipo, Máx ya no estaba aquí el se había quedado en Rusia con sus padres, y yo tenia nuevos amigos, y eso me agradaba muchísimo.
— ¡Blake ven con nosotros! — un niño más pequeño que yo de pelo negro me llamo para unirme a su equipo.
— ¡No, no, Blake ven con nosotros! — un niño de mi misma altura de pelo castaño me jalo del brazo para llevarme con el. — ellos siempre pierden. — al momento me solté de su agarre, pues me moleste por el comentario que había echo, mi padre decía que no hay que subestimar al que se dice ser más débil, ya que es el que siempre termina siendo mejor que todos.
— No me interesa estar en tu equipo. — me fui directo al otro lado de la cancha para encontrarme con el niño más pequeño que yo de pelo negro y le tendí la mano. — Blake Vasíliev. — me presente con mi acento ruso que solía intimidar a bastantes y este no fue la excepción.
— Chace Furst. — me tomo de la mano en un apretón a forma de saludo.
Y así fue como conocí al que se convertiría a en mi mejor amigo, terminamos ganado le al equipo contrario por muchísima diferencia, el marcador quedo 15 - 8 a favor de nosotros. Después de esa clase y las demás que quedaban por el día me encamine a la camioneta con los escoltas a todos lados de mi, formando una especie de escudo para protegerme, se me hacia difícil entender el por que solo yo y Máx teníamos este tipo de seguridad, la mayoría de aquí eran hijos de famosos empresarios como mi padre, millonarios y artistas tenían como máximo unos dos guardaespaldas pero yo contaba con más de quince personas.
Nos encontrábamos llegando a mi nueva casa cuando todos mis guardaespaldas se bajaron de sus camionetas dirigiéndose a la entrada de mi casa que se encontraba abierta de par en par dejando ver a varios del personal tumbados en el piso con algo al rededor que parecía ser sangre, escuche unos sonidos fuertes desde la entrada de mi casa y estos hicieron que me tapara los oídos y el chofer sacara una arma cubriéndome con su cuerpo.
Los sonidos cesaron después de bastante tiempo y me encontraba en la misma posición, hasta que mi chofer hablo.
— Escúcheme bien joven Blake. — el me tomo por los hombros para quedar cara a cara con el, yo estaba temblando del miedo, ninguno de los guardaespaldas había regresado, mi madre no había salido a recibirme como los días anteriores, ni mi padre me había saludado desde la ventana de su despacho. — Si no regreso en menos de cinco minutos marque al único número que esta en este celular. — me dio el aparato en la mano. — dígale que las torres han sido derrumbadas y que esta solo necesita ayuda, no tardara la ayuda en venir y por favor escóndase en el compartimiento secreto de la camioneta, ¿entendió?
— Pero ¿qué es lo que esta pasando Nick? — Nick siempre había sido mi chofer desde Rusia, en ocasiones me acompañaba a hacer alguna travesura para no aburrirme tanto en Rusia.
— De ahora en adelante tendrá que ser muy fuerte joven Blake, recuerde lo mucho que todos lo queremos y que jamás estará solo. — me dio un abrazo a forma de despedida. — por favor haga lo que le digo. — el salió de la camioneta con arma en mano y se adentro en mi nueva casa yo hice lo que me ordeno, marque la numero que estaba predominado en el celular al ver que no había regresado hace más de cinco minutos.
— La torres han sido derrumbadas, estoy solo en la camioneta y necesito ayuda. — dije todo tal cual me había indicado Nick al escuchar que habían contestado al otro lado de la línea, se escucharon los mismo ruidos de balas unas siete veces y al otro lado colgaron.
No sabia si iba a funcionar lo que había echo, me escondí en el compartimiento que tenia mi camioneta y espere hasta que pude escuchar y distinguir sonido de llantas acercarse. De un momento a otro comencé a escuchar sonidos al rededor de mi camioneta hasta que dieron con la entrada de mi escondite y pude ver a un hombre alto como mi padre moreno vestido todo de negro.
— Hola Blake soy Morgan ¿me recuerdas? — me acordaba de el, era amigo de mi padre solía visitarnos de vez en cuando en nuestra casa en Rusia, asentí temeroso, pues no sabia la situación, quería ver a mis padres, los sonidos de balas se hicieron presentes nuevamente y con el miedo en mi, intente cerrar mi escondite pero el me detuvo. — escucha ya todo esta bien, ahora necesito que vengas conmigo.
Tome su mano y nos dirigíamos a unas camionetas parecidas a las de mi padre, no me iba a ir sin ver a mi madre, así que corrí a la entrada de mi casa pero me detuve de golpe al ver la escena.
El cuerpo de mi madre estaba tumbado en el suelo con las manos atadas detrás de su espalda sus risos solo eran lo que la distinguían su falda estaba rota y se podía ver sangre al rededor de su cuerpo.
El cuerpo de mi padre estaba atado a una silla de con vista hacia donde estaba mi madre con las manos atadas por detrás su pecho estaba lleno de sangre.
Me acerque corriendo al cuerpo de mi madre y tome su mano, ya no estaba cálida.
— Mami, mami despierta. — pero ella no se movía, mis ojos se llenaron de lagrimas al no sentir la calidez de mi madre, sin tener sus brazos rodeándome, pude distinguir a Nick a lo lejos con un orificio en el centro de la frente con la vista clavada en el cuerpo de mi madre.
Me arrebataron a mi madre, a mi padre.
Me arrebataron a mi familia.
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Un amor a la antigua
Teen FictionSiempre he querido saber lo que se siente ser amado, sabía el significado del cariño pero no del amor, cuando pensé en que al fin podía tenerlo, mi pasado me recordó que yo no puedo ser amado, ni mucho menos amar. Las sombras del pasado dañan tanto...