Olvídate de ser bueno.
Blake
Aún me mantenía encerrado en la habitación tipo camerino junto con el doctor de hace un rato, me estaba ayudando a quitarme los guantes de boxeo y las vendas, también se quiso asegurar que mis heridas no estuvieran peor de que como me había dejado, yo no podía hacer absolutamente nada ya que desde que baje del ring cuando me anunciaron ganador, estaba en estado de shock no puedo asimilar que asesine a una persona.
En mi cabeza se repite que fue en defensa propia, era su vida o la mía y la de mi hermana, aún así no era justificación todas las vidas tienen un valor, no podía dejar que todo mi esfuerzo a un lado, el haber dejado mi vida, a mi familia, a mi castaña fuera en vano, tenía clara la amenaza de Feddei, si yo no bajaba de ese ring victorioso, dañaría a mi hermana, y ella no tiene absolutamente nada que ver en todo esto, no tiene por que pagar por los errores de mis padres y los míos.
La puerta de la habitación se abrió dejando entrar a un Feddei feliz y sonriente, caminando hasta donde yo estaba sentado repartiendo aplausos durante el corto camino.
— Bien echo Blake, bien echo. — salí de mi trance para dirigir mi vista hacia el, la ira me estaba volviendo a tomar.
— No entiendo que es lo que según tu hice bien.
— Demostraste que pese a estar golpeado y herido, puedes matar a alguien si se mete contigo o tu organización. — este hijo de perra.
— Dijiste que pelearía, no que tendría que matar. — el borro su sonrisa de golpe, acercándose más a mi, quedando frente a frente.
— ¿Es que no has puesto atención a todo lo que te he dicho este tiempo? — guardo silencio para esperar mi respuesta, la cual no llego. — aquí se pelea el todo por el todo, no hay un punto medio, o te ganan o les ganas, sea el costo que sea niño. — se enderezo poniendo su espalda recta causando más intimidación con su pose. — hiciste respetar tu nombre y el nombre de la organización, además de que me hiciste ganar mucho dinero, ahora vámonos.
El se acomodo su saco y salió por la puerta, le indico a sus hombres que se hicieran cargo de mi, le pagaron al doctor, tomaron mis cosas y me escoltaron afuera del establecimiento, me subieron a una camioneta diferente a la de Feddei, el mismo camino que recorrimos hace un rato, fue el recorrido de regreso a la mansión, me dolía todo tanto física como emocionalmente y mentalmente, ¿cómo le iba a dar la cara a Morgan después de esto? ¿cómo le daría consejos de ética a mi hermana siendo un asesino?, la culpa me carcomía por dentro, un pilar de mi fue derribado, en mis valores y crianza fue inculcado jamás quitarle la vida a alguien, todo se resolvía por justicia, pero en este mundo eso no aplicaba, en la mafia si no te mataban tu tenias que matar.
Cuando llegamos a la mansión Feddei y yo bajamos al mismo tiempo, debido a mi buen desempeño según el, tenia derecho a una de las habitaciones dentro de la mansión, buena ropa y buena alimentación, subí a la que ahora seria mi habitación agotado y con mis cosas en una bolsa, solo traía una camiseta y el medicamento que el Doctor mando, cerré la puerta con seguro y me fui directo a la cama, me senté en la orilla de esta viendo mis manos, a la vista de todos no tenían absolutamente nada, pero yo si lo podía ver, por mis manos corría la sangre de un hombre, me sentía completamente sucio, así que decidí darme un baño para relajarme.
Aún con el baño, podía ver la sangre que corría por mis manos, me puse un conjunto deportivo que encontré en el closet para estar más cómodo, además de que estaba seguro que le día de mañana a primera hora del día Feddei me estaría buscando para entrenar.
[...]
Intente dormir, de verdad que si lo intente, pero no pude, la culpa no abandonaba mis pensamientos, cada que cerraba los ojos, podía ver la cara de ese hombre cuando le clave el arma, vi como la vida se le iba de los ojos, mi ira y instinto de supervivencia era tanta, que recuerdo perfecto como amenace a Feddei con el arma.
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Un amor a la antigua
Teen FictionSiempre he querido saber lo que se siente ser amado, sabía el significado del cariño pero no del amor, cuando pensé en que al fin podía tenerlo, mi pasado me recordó que yo no puedo ser amado, ni mucho menos amar. Las sombras del pasado dañan tanto...