No hay vuelta a atrás.
Blake
Mi pecho subía a bajaba con la respiración agitada, mis ojos estaban fijos en el cuerpo inerte de mi contrincante, no me sentía mal, todo lo contrarío me sentía en paz por deshacerme de una amenaza para mi familia. Sabía que estaba mal tomar la vida de alguien más en mis manos, en cierta parte me repudio por haberme convertido en este tipo de persona, un asesino, uno que mata con sus propias manos, sin necesidad de un arma, mi mismo cuerpo era un peligro.
Dos hombres llegaron hasta el ring para levantar el cuerpo de mi contrincante y llevárselo, el réferi me levanto el brazo derecho indicando que había ganado, la gente se volvió loca y comenzó a gritar mi nombre de boxeador, con la vista busque a mis dos amigos, tenía miedo de ver la decepción en sus ojos, pero era algo que tenía que afrontar de una vez por todas, ya que las palabras de Alisa no dejaban de sonar en mi cabeza, en cierta parte tenía razón, mi verdadero miedo era ver a través de ellos lo que en realidad me había convertido. Era como si la parte de mi anterior vida estuviera con ellos, y la revivía día con día, por eso no aceptaba todo lo que había pasado, todo lo que había echo, mi otra vida moriría con ellos al ver al nuevo Blake, al Blake asesino, al Blake boxeador, al Blake el jefe de la mafia Rusa, a Blake la Bestia.
Pude notar cierta parte de decepción en los ojos de Colton, pero también había algo de aceptación, Prien por su lado me mostraba su apoyo incondicional, era el que menos me juzgaba en todas mis decisiones y acataba sin refutar mis ordenes, como bien lo dijo, ellos aceptaron venir aquí, arriesgar sus vidas, convertirse en personas totalmente diferentes, no solo yo había perdido mi otra vida, también ellos, y no era como si no les agradeciera el que estuvieran aquí conmigo, de echo no sabia como serían las cosas sin ellos aquí.
Al bajar del ring de boxeo los tres nos dirigimos a la habitación donde nos esperaba Karina, al llegar nadie dijo nada, solo tome mis cosas y salimos rápido de ahí, no quería que ellos estuvieran más ahí, tenían mucho que procesar.
El viaje de regreso a la Mansión fue en completo silencio, diferente al de ida, no estaban los chistes malos de Prien, las risas sonoras de Karina y las quejas por el ruido de parte de Colton, entre calles pasamos por el lugar en donde me hice mi primer tatuaje, y como la primera vez en mi mente se dibujo un boceto del inicio y final de esta etapa, así que pedí que me esperaran dentro de la camioneta, y baje solo caminando al lugar en donde me haría mi segundo tatuaje, la persona que estaba dentro del establecimiento era la misma que la primera vez que vine.
— ¿Cuándo vas a entender qué a los menores de edad no los puedo tatuar? — su comentario me hizo reír, creo que me recordaba.
— A mi me puedes tatuar aún siendo menor de edad por la sencilla razón de ser quien mando aquí. — me cruce de brazos en su dirección, lo estaba retando para saber si sabia quien era.
— Vasíliev, Blake Vasíliev, se que es tu zona, pero yo estoy en buenos términos con la policía, y no me gustaría estar en malos términos con la mafia, y menos con el jefe. — negó con la cabeza agachada. — ¿Qué será? — se fue hasta un pequeño lava manos resignado.
— ¿Tienes una hoja y lápiz?, el diseño lo tengo en mi mente.
Asintió y después de lavarse las manos, me tendió una hoja de papel junto con un lápiz, comencé a trazar las líneas que poco a poco hicieron el diseño de mi tatuaje, al finalizar se lo entregue, y me dio las indicaciones para comenzar a hacer el tatuaje.
Le tomo al rededor de cuarenta minutos hacer el tatuaje en la parte de arriba de mi espalda, esa parte en donde iniciaba la columna vertebral, me gustaba la espalda para relucir ese tatuaje ya que por la parte trasera aunque tuviera mi traje puesto se podría observar unas cuantas líneas.
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Un amor a la antigua
Teen FictionSiempre he querido saber lo que se siente ser amado, sabía el significado del cariño pero no del amor, cuando pensé en que al fin podía tenerlo, mi pasado me recordó que yo no puedo ser amado, ni mucho menos amar. Las sombras del pasado dañan tanto...