La casa Wiliams.
Blake
— ¿Ya nos podemos ir? — no dejaba de abrazar a Morgan, tenia miedo de que se volviera a ir y me dejara esta vez para siempre.
— Así es campeón, ya nos vamos. — Morgan se separo de mi para tenderme la mano, la cual acepte gustoso, me costaba caminar a su ritmo ya que el era más alto que yo, claro un niño de nueve años no va a poder caminar a la par de un señor como Morgan.
Dirigí mi vista por ultima vez a aquel lugar, iba a regresar por ellos, Colton, Karina y Prien, yo iba a regresar por ellos, me demostraron que aún hay personas que te pueden brindar ayuda en los momentos que mas necesitas, no me juzgaron cuando les dije que mis padres habían sido asesinados, ni tampoco todos los problemas que cause para que alguien más me adoptara al contrario me aconsejaron los más grandes y Karina solo me sonreía animándome a que todo iba a estar bien, comparado con lo que yo pase me quedaba corto, a Prien lo golpeaba su papá y veía cosas de adultos, un día su madre lo dejo en ese lugar y jamás regreso, a Colton lo utilizaban para traspasar droga hasta que la policía detuvo a todos aquellos hombres que le hacían daño a Colton pues cada que no cumplía con sus deberes de entrega o llegaba tarde lo golpeaban y lo dejaban sin comer, Karina no quiso hablar mucho del por que estaba ahí solo dijo que le enseñaron un juego de adultos y no quería volver a jugar eso, no los juzgue de echo comprendí que aunque parezca que nuestros problemas propios estaban haciendo que el mundo se acabara haya afuera había más personas sufriendo.
— Morgan.
— Dime. — nos encontrábamos de nuevo en aquella camioneta la cual se parecía a las que mi padre tenía yo iba en el asiento de atrás y el venia conduciendo, no quería causar más molestias pero me tenia que asegurar que ellos iban a estar bien.
— Hice una promesa. — agache mi mirada jugueteando con mis dedos por pena al ver a los ojos a Morgan. — y quería ver si me podías ayudar. — moví mis pies que colgaban del asiento nervioso.
— Dependiendo que tipo de promesa.
— Prometí a tres personas que iba a regresar por ellos, no los quiero abandonar en ese lugar.
— ¿Quiénes son?
— Se llaman Prien, Colton y Karina, dijeron que cuidan de los suyos y me cuidaron yo quiero cuidar de ellos ahora, ¿los podemos ayudar? — alce mi vista para poder verlo atreves del espejo retrovisor, suplique con la mirada pidiendo su apoyo.
— Los Wiliams cumplimos nuestras promesas, hare todo lo posible por esos niños Blake, pero ahora quiero que estés tranquilo, ya estas en un lugar seguro nada te va a faltar aquí.
— Muchas gracias Morgan. — sonreí feliz, si ya había cumplido su promesa una vez, sabia que lo iba a volver a hacer.
— Llegamos, ven quiero que conozcas a unas personas muy especiales para mi. — Morgan detuvo el auto frente a una casa enorme, se parecía mucho a mi antigua casa donde vivía con mis padres, había muchas camionetas similares a las que mi padre tenia, baje del auto con la ayuda de Morgan y comenzamos a caminar por un largo pasillo que daba directo a una enorme puerta de la cual salió corriendo una niña más o menos de mi edad directo a mi haciendo que chocáramos con un abrazo de su parte, me quede inmóvil al tener tal recibimiento pues era muy raro que alguien me abrazara, los niños siempre me tenían miedo y los grandes aparte de mis padres, Morgan y Olivia esperaban a que yo iniciara el abrazo.
— ¡Mami! ¡Mi hermano mayor ya llego! — ¿mami? ¿hermano mayor? ¿se refería a mi?
— ¿En serio? — una señora de cabello negro de piel clara como mi madre apareció por el pasillo que dejaba ver la puerta, su mera presencia destilaba tranquilidad. — ¡Oh por dios! ¡Ya a llegado y yo no tengo todo listo! — comenzó a correr haciendo resonar sus tacones por el pasillo perdiéndose en un lugar dentro de la casa.
— Ya has llegado hermano mayor, ven vamos adentro mamá hizo una comida deliciosa para recibirte, y también hizo pastel como postre, mamá y papá dijeron que era una ocasión especial por eso harían el pastel, y después podemos jugar, ¿a qué te gusta jugar? ¿sabes jugar a las muñecas? bueno no importa yo jugare lo que quieras que juguemos. — la niña me tomo de una mano y prácticamente me arrastro dentro de la gran casa llevándome hasta el patio trasero sin parar de hablar, toda esta situación me tenia un poco mareado, no entendía que era lo que pasaba, hasta que Morgan hablo.
— Yesenia hija, tranquila deja que respire, vengan siéntense un momento necesitamos hablar. — nos sentamos en una pequeña banca con Morgan en medio de los dos. — Bien antes que nada las presentaciones, Blake te quiero presentar a mi hija ella es Yesenia. — entonces en esta familia también me iban a rechazar. — Yesenia este es mi amigo Blake, ya te he hablado de el. — pero el no me había hablado de ella.
— Dijiste que seria mi hermano mayor. — la niña se cruzo de brazos y hizo un puchero lo cual causo que me riera.
— Blake, ya habíamos hablado de que yo te iba a adoptar y estarías viviendo en mi casa, ¿recuerdas? — asentí. — por ende tu y Yesenia son hermanos adoptivos.
— Yo ya lo veo como mi hermano. — la niña lo interrumpió. — perdón. — la niña se disculpo al ver como Morgan la veía por haberlo interrumpido.
— A fin de cuentas ustedes pasan a ser hermanos ya que Blake, llevaras mi apellido, ahora serás Blake Wiliams, ¿estas bien con eso? — volví a asentir. — ahora bien quiero que me sigas viendo como tu amigo Blake, no pienso remplazar el lugar de tu padre ¿de acuerdo? solo quiero que me tengas la confianza para contarme todo como antes de que llegaras aquí, ¿bien? — asentí asimilando toda la situación.
— ¡Chicos! la comida esta lista, vamos vengan a lavarse las manos y pasen a la mesa. — la señora mamá de Yesenia apareció.
— Ven hermano mayor, te enseño donde es. — Yesenia me volvió a tomar de la mano y me arrastro de nuevo adentro de la gran casa.
— ¡Yesenia no seas tan brusca! — su madre la regaño, pero no me molestaba todo lo contrario de echo me causaba risa.
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Un amor a la antigua
Teen FictionSiempre he querido saber lo que se siente ser amado, sabía el significado del cariño pero no del amor, cuando pensé en que al fin podía tenerlo, mi pasado me recordó que yo no puedo ser amado, ni mucho menos amar. Las sombras del pasado dañan tanto...