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Todos dependen de ti Blake

Blake.

Los hombres de Yuudai no me quitaban los ojos de encima, pero eran incapaces de moverse para defenderse con mi amenaza de dispararles. 

— No es para ponernos así Jefe. — Yuudai hablo poniéndose al frente de sus hombres. — como dije es mi regalo de bienvenida. — el sonrió viéndome directo a los ojos. — es de mi mejor mercancía.

¿Una mercancía era una persona?

— Nos podemos sentar a desayunar para conversar. — señalo una de las sillas de la gran mesa, los hombres que protegían a Feddei hicieron acto de presencia y se posaron a mi lado resguardándome. — Vamos, somos socios. — Insistió el japonés, asentí guardando mi arma.

— Llévensela. — le ordene a dos hombres que tomaran a la chica y se la llevaran, no podía hablarse discretamente en ruso, ya que el japonés también entendía mi idioma natal, pero había un idioma que el no entendía. — Karina, te puedes retirar de la mesa, no hagas esperar a Yess. — era un error mencionar el diminutivo del nombre de mi hermana, pero era la única forma que mi amiga entendiera que tenía que ver a la chica.

Karina no dudo al levantarse de la mesa y ir discretamente a la cocina por los primeros auxilios antes de seguir a los hombres de Feddei, Colton y Prien se quedaron en la mesa sin despegar los ojos del invitado sorpresa, tres hombres custodiaban detrás de mi.

— A que debo el honor Yuudai. — me senté de nuevo en mi lugar. — No recuerdo haberte echo una invitación formal. — en el mes que lleve de preparación con Feddei asintiendo a cenas, desayunos y almuerzos, me había enseñado que no me podían visitar en mi casa sin tener una invitación o tener asuntos pendientes de trabajo para visitarme, y como jefe estaba enterado de todo no había motivo de su visita.

— Quería conocer la famosa mansión Vasíliev y de paso dejarte algo de regalo. — las empleadas se encargaron de servirle el desayuno. — te la puedes quedar, a cambio de mercancía ya sabes, un intercambio generoso. 

Fruncí el ceño en su dirección, sabia todos los negocios en los que mis padres estaban involucrados pero nunca se involucraron en la trata de blancas y Feddei no podía poner el dinero de mi familia en nuevos negocios ya que necesitaba las huellas de mis padres o un heredero para mover dinero de grandes cantidades. 

— Yo no manejo el trata de blancas. — me senté derecho en mi lugar retándolo con la mirada. 

El solo comenzó a reírse y negar con la cabeza.

— Ya se que tu no manejas la trata de blancas tu madre lo prohibió, pero si manejas el traslado de drogas. — me tense en mi lugar eso no lo podía negar.

Colton giro su vista hacia mi sin poder creer lo que estaba diciendo.

— La chica trae una buena cantidad de pastillas en el estomago, los mexicanos suelen decirle mulas. — Yuudai comenzó a comer su desayuno sin quitar la sonrisa de su rostro.

Mulas: Personas que transportan droga dentro de su cuerpo.

— Necesito armamento. — Yuudai termino su desayuno y puso las manos sobre la mesa. — Alek no me lo quiere dar y la cantidad de droga que trae la chica dentro del cuerpo equivale a toda una caja de armas son 9344.80000 dólares, lo que a euros equivale 8000. 

Aún no tenía muy en claro si yo podía entregar armamento, normalmente esto se acordaba en reuniones cada organización ponía sus neceseres sobre la mesa y se realizaba un trueque, unos daban dinero, otros armamento, droga, mi organización era la que daba todo solo a cambio de hombres y a veces dinero o mercancía, con los negocios que teníamos al rededor del mundo, nos interesaban más que la gente trabajara con nosotros que nos diera dinero.

Un amor a la antiguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora