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Con toda su fuerza Lisa empujo la inmensa puerta de madera de la biblioteca, en el interior habían cientos de pasadizos con estanterías llenas de libros de todo tamaño.

—Será como encontrar una aguja en un pajar.— estaba preocupada por la tardanza que la búsqueda le ocasionaria, sabia poseer cuerpos pero no era eterno y el mensajero podría recobrar la conciencia exponiéndolos. Vio a una mujer escribiendo algo sobre unas hojas de papiro por lo que supo que era la cuidadora, habían rumores de que aún escribía cosas para algunos libros de forma antigua.

—¿En que le ayudo joven?.—se percato de la mirada que tenia encima.

—Busco un libro que me ayude pero no estoy segura de cual sea.— fingió nerviosismo —¿Tiene un listado o algo que me permita moverme mejor en este sitio?.—

—Ummm.— dijo pensando —si creo que tengo un listado por aquí, disculpa que me tarde en encontrarlo casi nunca vienen jóvenes.— dijo escudriñando entre los cajones de su escritorio.

—Tómese su tiempo.— sonrió amablemente.

Justo en el fondo del cajón mas bajo se encontró con el empolvado listado, lo limpio como pudo y se lo entrego al joven con una sonrisa.

—Los estantes blancos son los permitidos, si llega a acercarse demasiado a una zona prohibida podrías liberar una de las trampas.— le advirtió.

—¿Solo los del consejo pueden ingresar verdad?, ¿tienen algún certificado?, tengo curiosidad ya que a los mensajeros no nos brindan mucha información.— Lisa siguió fingiendo amabilidad.

—Tienen conocimiento de cada trampa por supuesto.— 

—Comprendo.— se le ocurrió algo aunque fuese riesgoso —oh, iré a peguntar sobre el libro, ahora que lo pienso el líder del consejo me había mencionado el nombre, ¿puedo llevarlo?.—dijo levantando la lista.

—Claro, me lo se de memoria y como dije ningún joven viene aquí.— sonrió.

Dicho esto se retiro para buscar la casa del mensajero que tenia a su poder, tenia algo en mente pero debía consultarle a sus compañeros primero y para eso debería aplicar otra cosa que había estado practicando.

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 —¿Cómo es posible que no recuerden nada?— el oficial estaba anonadado.

—Por milésima vez.— Jennie estaba harta —lo ultimo que sentimos fue un golpe y perdimos los sentidos.—

—No pudo ser de la explosión, tendrían una enorme quemadura ahí y en muchas zonas de su cuerpo.— 

—Milagro, brujeria o lo que sea no tenemos idea de que ocurrió con exactitud por lo que pedimos que nos dejen ir en paz.— tomo la palabra el señor Kim.

El oficial observo a su compañero quien estaba igual de perdido con el, este solo levanto los hombros dándole a entender que no lograrían nada proviniendo de ellos.

—Esta bien, solamente firme aquí para darnos autorización de investigar en la zona de su casa.— le paso un papel que el señor Kim firmo inmediatamente —una cosa mas.— escucho un bufido de parte de el —denos nombres de posibles responsables de un atentado, gente con la que tenga problemas, con la que no funciono un negocio, competencias, lo que sea, necesitaremos toda la información posible.—

—Anote.— dijo sin renegar, quería salir de ahí.

Luego de dar lo pedido la familia fue directo a la salida donde el chofer los esperaba con su transporte, todos subieron casi corriendo, estar en la estación policial resultaba ser una sensación muy incomoda.

El doble pecado del Ángel [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora