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Despierto y me siento en el lugar y por una fracción de segundo no puedo ver nada.

El interior del celular de Quentin era un lugar muy amplio, parecía tener el almacenamiento casi vacío, salvo algunas aplicaciones de videojuegos y música.

Claro, seguía estando bastante oscuro aquí dentro, pero no tanto como antes de conocerlo.

...

Desde que lastimé a Quentin ese día, he tenido miedo a volver a ese vacío nuevamente.

Se muy bien que el nunca lo haría, no me devolvería a las frías garras de la fundación.

Pero sabía que las personas trabajando allí esperarían a qué cometamos el más mínimo error, para volver a contenerme, y no tendrían piedad al hacerlo.

...

Di un suspiro para calmarme y despejar mí mente.

No necesito esto ahora, es muy temprano para estar pensando cosas así.
Apenas son las--

[BEEP]

[BEEP]

Ahí está su alarma de todos los días.

Me pregunto porque no elige un sonido más placentero para despertarse, no me gustaría despertar con ese pitido insoportable.

Incluso podría despertarlo yo misma, pero nunca se lo he propuesto, supongo que debería hacerlo en estos días.
Sería mejor que su despertador, al menos.

Me desperecé y eché un vistazo por la cámara del celular, el desorden de su cuarto era difícil de no ver.

Ropa sucia tirada sobre la silla del escritorio, y un par de prendas en el suelo.

Allí está, luchando por mantenerse despierto.

-Buenos días, Quentin. -Saludé a través del altavoz de su celular.

-Bwhuenos diash. -Balbuceó, abriendo un solo ojo.

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Dejé de mirar por la cámara del celular cuando Quentin comenzó a vestirse.
Aún recordaba su torpe explicación sobre la modestia.

Todavía no entiendo muchas cosas sobre los humanos, pero estoy mejorando.

...

Bueno, o eso me gustaría creer.

Cuando me di cuenta, Quentin se encontraba sentado en la mesa de la sala de estar, bebiendo café mientras mordisqueaba un sándwich de jamón, su mirada perdida en la nada.

Luego de revisar rapidamente que no hubiera nadie, me concentré y me dispuse a materalizarme.

Nunca podría acostumbrarme a la extraña sensación que eso conllevaba.

Se sentía como si un shock eléctrico recorriera todo mí cuerpo, causando un dolor intenso pero momentáneo.

Mis ojos, si pudieran llamarse así, tardaban unos momentos en ajustarse a la luz del mundo real.

-Buenos días.. -Murmuré desperezandome.

-¡Buenos días! -Respondío el chico, notando mí presencia.
-Ten, come algo. -Añadío acercándome un sándwich de queso.

-Ah, ¡Muchas gracias!

Me era muy difícil mirarlo a la cara, aquella cicatriz recorriendo su mejilla era el recordatorio constante de que soy, y siempre seré una anomalía.

SCP 1471 [Una vida anómala.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora