SHE |N•H| +18 [TERMINADA]

15.

Camille

Hoy como cualquier día, común y corriente, me encuentro aquí, encerrada y aburrida.

Al menos no he tenido que salir a citas tan seguido esta semana con Angela.
Nana salió por las compras y no hay nada más interesante que hacer. Me he leído media biblioteca, el móvil me aburre y... todo el tiempo estoy caliente sin quererlo.

No puedo romper casi cuarenta días de abstinencia por una calentura que pasará su llego a tocarme...

Bajo las escaleras aún como mi camisón puesto y mis afelpadas pantuflas. Sea quien sea que me viera con esto puesto me tomaría por grotesca pues nisiquiera me molesté en ponerme un sujetador. Estoy sola, sin nadie que me vea o me reproche nada, no tengo nisiquiera que arreglarme.

Me dirijo a la cocina en busca de jugo pues muero de sed pero en el intento por continuar, me estampó contra algo.

O más bien, alguien.

Y ese alguien es el susodicho que me ha estado ignorando todo el maldito mes.

—Cam... —murmura.

Porta uno de esos elegantes trajes que siempre usa cuando va o viene del trabajo.

El enojo me recorre inmediatamente y no le contesto, solo paso de largo siguiendo en lo mío.

Si el me ignora pues yo también lo haré

—Camille... —me llama cuando abro la nevera y tomo un vaso de cristal de la alacena

— Ya veo, ¿Ahora no me hablas?— ríe sarcásticamente

Vierto un poco de jugo en este y después lo dejo en su lugar en silencio.
Bebo cortos tragos haciendo como que no está aquí

—Camille, te estoy hablando.

Aguanta, aguanta, aguanta...

Estoy siendo grosera y cuando no obedezco... el me castiga.

Joder pero sus castigos...

Sus castigos sólo me humedecen la entrepierna...

Termino los restos de jugo y lavo de nuevo el vaso secandolo y dejándolo nuevamente en su puesto.
Suspiro como si nada y me doy vuelta intentando regresar a mi habitación pero su mano sobre mi brazo me lo impide.

Lo miro

—Qué te traes?— pregunta frunciendo el ceño

—¿Yo? —me hago la desentendida—Oh, me hablabas a mi. —me mira— Digo, esque creí que ya no nos llevábamos, pensé que nana había regresado. —intento soltarme pero el refuerza el agarre sin llegar a lastimarme.

—Deja las sandeces...

—Sandeces dice —río con ironía—, ¿No crees que es justo recibir un poco del trato que das? —suelto sin poder ocultar el enojo—me has ignorando todo el puto mes y esperas que todo esté bien entre nosotros, como si nada. —no responde, sabe que no he terminado—. Yo creo que no. —me suelto cabreada y me encamino de nuevo a las escaleras pero el movimiento es rápido, de un momento a otro ya tengo la espalda pegada a la pared y estoy inmovilizada con su cuerpo rodeando el mío.