15/1 Nos deseamos.

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Jade.

Cuando bajaría con harry el celular sonó en una típica música de pop. Entré a la habitación y lo tomé.

–¿Sí?
–Hija. Mi niña ¿cómo has estado? Te he echado mucho de menos, toma en cuenta que tu papá y yo también necesitamos de ti...—Sonreí y me sentía mal porque yo me alejaba de ellos por él, y era algo que yo no podía controlar.

–Mamá, te extraño mucho y siento mucho no ir a verte. Prometo ir mañana, así me preparas una de esas comidas que sólo tú sabes preparar—Escuché una risita de su parte.

–Te esperaré, Jade, prepararé para ti la mejor comida. Y ven con harry—Frunci el ceño.

–¿Harry?

–Sí, Harry... Debo ver al chico que ha cuidado de mi hija por estos años, e incluso, deseo tener una larga plática con él.

–Bien. Sólo procura no mencionarme en esa plática, te amo mamá
–Yo te amo más, mi niña— Sonreí y escuché el sonido de cortada.

Dejé el celular en la cama luego de que desease estar en casa con ella y contarle todo lo que ha pasado conmigo o no todo, sólo un poco.

***

Estaba lista, estaba lista para la sorpresa de Harry.

–¿Lista?—Él me ofreció su mano y la tomé sin ningún compromiso.
Bajamos las escaleras y luego de dejar todo en orden salimos de la casa camino al auto.

Él de costumbre abrió la puerta para mí, entré y el luego hizo lo mismo.

Después de un viaje silencioso e incómodo llegamos a un almacén, bajé del auto y lo observé. No era cualquier almacén, era nuestro almacén. Donde él y yo nos habíamos quedado encerrados por unas largas horas, donde yo comprendí que lo que sentía por él era amor real, amor puro e inocente.

–Dios, desde que tenía sólo 15 años no venía aquí, no veníamos aqui—Lo miré con emoción y él sólo sonrió.

–Ven conmigo...—caminé junto a él y abrió la puerta del almacén, me dejó entrar.

Todo estaba oscuro, no podía ver nada.

–¿Harry?—No podía saber si estaba a mi lado porque la falta de luz lo impedía.

Cuando las luces llegaron. El rojo pasión y el blanco llamó mi atención.

Un peluche blanco, un oso, estaba al final donde una larga cobija roja se desplazaba por el suelo. Un ramo de rosas rojas las sostenía el peluche en su regazo, la mesita sostenía una copa de vino y una taza de fresas. Todo estaba límpio y ninguno de esos aparatos eléctricos y manchas de gasolina había.

–Oh...

–¿Te gusta?

–Me encanta.

–¿Recuerdas aquel día, donde habíamos quedado atrapados aquí?—Asentí  — fue divertido.

Sonreí, pero para mí no fue divertido, simplemente fue una experiencia donde mi corazón aceptaba que amaba a mi mejor amigo como nunca amó a nadie.

–¿A qué se debe todo ésto?—Finalmente pregunté y su temperamento cambió a algo tenso e incómodo.

–Nuestro juego no seguirá, pero quiero que sigamos con ésto. Nada de reglas, nada de impedirse cosas el uno al otro, sólo tenernos en cuerpo y...—Se calló y me acerqué a él.

Acuné su rostro en mis manos y le sonreí.

–También quiero seguir siendo tu ama del sexo. Donde le pertenezco a mi amo y mi amo me pertenece.

Tomó mi cintura y plantó su boca con la mía, cuando dejé que su lengua entrara en mi boca un gemido salió de su garganta. Agarré las orillas de su camisa y la saqué por su cabeza.

Cogió mi trasero en sus manos y en un movimiento hacia arriba enrollé mis piernas en su cintura, dejé de besar sus labios y besé todo su rostro bajando a su cuello, lo mordí duro y esperé a que su piel blanca se juntara con el moretón y así ésta era la marca donde yo lo reclamaba mío.

Caminó conmigo hacia la cobija roja, se arrodilló, mordió mi labio y lo halo hacia atrás pidiendo más de mí. Me arrecostó y tomé el cinturón de su vaquero, lo desabroche e intenté bajar el vaquero, me ayudó y cuando él estaba en bóxer lo tomé por los hombros y le di vuelta para yo quedar encima de él. Miré la mesita y tomé la taza de fresas, sabia que nos urgía un orgasmo y también sabía que esto era veneno para mi herida.
Tomé una fresa y le coloqué una en su boca, me incliné y la mordí rosando sus labios

–Está deliciosa— Terminé de masticar y lo miré también masticar la otra mitad de la fresa. Sonrió y tomó mi cintura en sus manos, mientras yo estaba sentada en su miembro.

–No es válido desear tanto a una mejor amiga—Su voz entrecortada era la mejor voz que yo podía escuchar. Lo tomé sereno, pero lo que había dicho era desagradable, ¿acaso nunca se daría cuenta que no lo veo cómo un amigo? 

–Nada de ésto es válido—Dije y me quité la blusa, él me contempló y luego acarició mi cintura.

Desabrochó mi sostén y luego comenzó a tocar mis senos, ellos se pusieron rígidos y ahogue un suspiro.

Me incliné y chupé cada tatuaje de su pecho, su piel suave y fresca me parecía lo mejor. Un suspiro largo salió de su boca y apretó con fuerzas mi trasero.

–¿para eso me has traído aquí?—Mordí la carne de su abdomen —¿para ser más creativa en el sexo?

Lo miré y él frunció el ceño. No presté atención y desabroché mi vaquero, cuando estaba destinada a quitarlo él lo tomó con fuerza y lo sacó de mis piernas, la piel que el vaquero apretaba ardió y fue más que satisfactorio.

–Nos deseamos, no importa el lugar—Susurró y tomó las esquinas de la braga para sacarlas de ese lugar. Mi intimidad se sintió libre cuando su entre piernas rozó con la mía, él me levantó y con presumo cuidado entró en mí. Se sintió bien y me moví rápido, lo necesitábamos, nos necesitábamos porque pase lo que pase eso nunca cambiará.

El éxtasis era muy bueno, sus movimientos son cada día mejor y cada partícula de él me satisfacía.

–Yo...up—Hizo silencio y apretó mi cintura. Cuando sentí mi cuerpo rígido lo desee por mucho más tiempo dentro de mí, suspiré y aruñe su pecho.

Cuando llegamos le agradeci a dios por tener el amor de mi vida de esta manera.

–Quiero más de ti—Tomó mi cintura una vez más y me dejó bajo de él.

Succionó mi cuello y luego levantó mi pierna derecha para entrar en mi. Grité dentro de mi y apreté su trasero, lo quería dentro de mi por completo y ese deseo fue cumplido.
–Nunca te dejaré. Nunca serás de nadie más—Su voz se cortó.

–Prepárate, porque estoy dispuesta hacer lo que sea para que nadie más diga que eres suyo—Gemí y él fue al paso que nuestro cuerpo lo pedía. Lento y preciso.
–Entonces... queremos lo mismo—Suspiró y besó mis labios.

Cuando el sudor de su frente bajó por su mejilla y llegó a mi pecho, fue lo más hermoso que podía pasar.
Si, sí... Era nuestro segundo orgasmo, paró y cayó a mi lado agotado. 

–Nunca me cansaré de ti—Escuché y Sonreí. Tomé la ropa interior y me la coloqué rápido. Tomé el vino y dos copas, me acerqué a él y sin pedir permiso lo miré como siempre lo miraba, con deseo y ganas.

–Brindemos—Él se levantó y se colocó el bóxer, nos sentamos y él tomó su copa.
–Por nosotros—Dijo. Asentí y bebí un sorbo junto con él — Porque ésto nunca acabe...

–Salud.





-Todo el amor

Mi querido amo del sexo (Editando)Where stories live. Discover now