Capítulo 24

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—Estamos en...

Hiro no logró oír más allá de eso. Un fuerte chillido parecido a la estática cortó toda comunicación con Penny. Rápidamente se quitó el comunicador y gruñó adolorido, y luego de recuperar la compostura recordó a su novia en la otra linea.

—¿Penny?, ¡¿Penny puedes oírme?!  —preguntó desenfrenado. Un pitido fue lo único que sus oídos captaron desde el otro lado. La preocupación y el temor ante la falta de comunicación se hicieron presente en él— Chicos, he perdido contacto con Penny —avisó al grupo que estaba infiltrado en el lugar buscando a Uyeda.

—¿Qué?, ¿cómo pasó eso? —preguntó Honey con voz nerviosa.

—Creo que algo ha sobrecargado su comunicador ya que el mío está bien. Jason, Penny no logró decirme en donde estaba, ¿pudiste ver a donde fue?

—Dame unos segundos.

Escuchó el particular ruido de las teclas siendo golpeadas son rapidez. se mordió la uña del dedo pulgar, en un intento por distraerse y no pensar en lo peor. Su novia estaba sola, encerrada en algún lugar de ese inmenso edificio con un arma de un solo uso.

"Debí hacerle un traje, maldita sea"

—Lo ultimo que veo es que salió de una entrada de emergencia en el ala este del piso quince. 

—Bien, voy a entrar.

—Con cuidado, no hagas nada impulsivo o te patearé el trasero —advirtió Gogo.

—Anotado. 

El plan era simple, o al menos, en sus cabezas sonaba simple: arrestar a Uyeda, conseguir pruebas en su contra y entregarlo a la policía. Tenían suficientes pruebas para encerrarlo de por vida, lo cual les facilitaba el resto. O eso pensaban.

—¡Uyeda tiene armas! —escuchó el grito de Wasabi— ¡Pequeñas, pero mortales armas!

—¿De que diablos hablas?

—¡Los nanobots! —exclamó Gogo esta vez. Una explosión sonó tanto en el comunicador como a su alrededor— ¡Ese fue él! ¡Vamos camino a la azotea!

—Fred y yo vamos para allá. Hiro, ¿puedes encontrar a Penny solo?

—Déjenmelo a mi.

Llegar al quinto piso fue fácil. Los pocos guardias de Uyeda probablemente corrieron a la pelea para ayudar a su jefe, o huyeron en cuanto las cosas se pusieron violentas. A pesar de que le aliviaba el no tener que enfrentarse a ellos, una parte de él temblaba al ver el lugar tan vacío y silencioso.

—Cuando esto acabe, definitivamente le haré un traje.

Mientras los chicos peleaban por sus vidas, Penny hacía uso de sus pocos conocimientos en biomecánica y rehabilitación para masajear las piernas de su padre y asi ayudarlo a recuperar aunque fuese un poco de sensibilidad. 

—Cariño, es inútil. —trató de decirle él, pero ella fingió no oírlo— Penny...

—¡No! —exclamó con frustración apretando el agarre en la silla— No me pidas que te deje aquí. Me niego a dejarte ir de nuevo.

El hombre la miró con ojos cariñosos. A pesar de lo mucho que amaba la terquedad de su hija, ese rasgo característico heredado de él mismo no era de utilidad en esos momentos. Tenía que hacerle entender que era imposible que ambos saliesen de ahí juntos, el corte de energía había inhabilitado los ascensores y sería una batalla perdida ir por las escaleras. 

—Hiro debería venir en cualquier momento, o alguno de los chicos —murmuró mientras trataba de ordenar sus ideas.

—¿Quién es Hiro?

La pregunta la desconcentró e inmediatamente se puso nerviosa. Había muchas cosas que debía decirle a su padre, como por ejemplo, que estaba estudiando en la misma universidad a la que él fue, que por primera vez tenía amigos de verdad, que su madre había regresado a las clases de pintura que tanto amaba y que había dejado luego de su supuesta muerte, que Tessa quería estudiar enfermería. Y que tiene novio. Definitivamente sería difícil decirle a su padre que su pequeña de 15 años tiene novio. Y que es un muchacho superdotado que además es un superhéroe encubierto.

—Es... un amigo —titubeó evitando mirarlo a los ojos. Era una pésima mentirosa bajo presión— Estudiamos juntos y ha venido conmigo y otros de nuestros amigos para liberarte...

—Espera, —la interrumpió bruscamente— ¿quieres decir que un grupo de chicos de no mas de 15 años han venido a rescatarme al laboratorio con la tecnología mas avanzada y peligrosa del mundo?

—Eh, ¿algo asi? Aunque 4 de ellos en realidad tienen 18 años —se alzó de hombros como si no fuese la gran cosa. Su padre de frotó los ojos como si derrepente estuviese terriblemente cansado.

—Escucha bichito, —la llamó por el apodo que solía usar todo el tiempo— creo que no entiendes la gravedad del asunto...

—Lo sé todo —ahora fue su turno para interrumpirlo. Él la miró confundido. Penny apretó los puños mientras intentaba no ponerse a llorar ahí mismo— Sé absolutamente todo. Tu amistad con Uyeda, el proyecto de los nanobots, la discusión que tuvieron el día de la explosión... —el hombre estaba pálido, parecía incluso mas viejo mientras la escuchaba— ¡La explosión! ¡recuerdo absolutamente todo de ese jodido día!

—Penny...

—¡Recuerdo claramente como te pedí que no te fueras y tu prometiste alcanzarme luego! —con lagrimas en los ojos se apartó el cabello mostrando la cicatriz que había quedado luego de que la fuerza de la explosión la mandase a volar varios metros. Él la miró y también se puso a lagrimear— Así que no me pidas que te deje aquí porque no lo haré —sentenció con voz mas tranquila.

Mientras se limpiaba la cara se quedó quieta repentinamente. Su padre la miró con curiosidad en cuanto se puso de pie y apoyó la oreja contra la puerta. 

—Oigo pasos —susurró alejándose silenciosamente. 

Tomó la silla y la arrastró hacia el cubículo mas lejano esperando que eso protegiese a su padre aunque fuese un poco, luego apretó el arete izquierdo en su mano, listo para usarlo cuando quien sea que estuviese afuera se atreviera a entrar por la puerta. Las manos le temblaban horriblemente, trató de respirar hondo para controlarse, pero era difícil cuando solo tenías un tiro.

Los pasos se hicieron mas claros hasta detenerse frente a la puerta. Escuchó golpes suaves en la puerta y una voz conocida.

—¿Penny? Soy Hiro.

Estuvo terriblemente tentada a salir, pero sabía que podía ser una trampa asi que no se iba a arriesgar. 

—Si eres Hiro, dime el nombre del gatito de felpa con el que dormías de niño.

—¿Qué tiene que ver el señor bigotes en esto? —oyó que preguntaba con duda.

Ella corrió a abrir la puerta en cuanto escuchó el nombre del peluche que su novio tanto atesoraba. Ahí estaba él, con su traje lleno de raspones, la cara sucia y una sonrisa de alivio en los labios. Debido a que aun estaba sensible por todo lo que había ocurrido hasta ahora solo pudo ponerse a llorar mientras se tiraba a abrazarlo.




Always in my head »Penniro«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora