Capítulo 27

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El aroma fuerte y desagradable del alcohol penetró en su nariz haciéndola estornudar entre sueños. Mareada, abrió los ojos lentamente encontrándose con unas brillantes luces blancas en un techo desconocido. Con cuidado se sentó en la camilla, o eso intentó, pues sus muñecas y torso se encontraban atados con unas esposas y su pierna derecha tenía una bota ortopédica.

—¿Qué diablos...?

Entonces su mente empezó a recordar fragmentos de lo sucedido... 

Corría a toda velocidad cuando un robot la emboscó en un pasillo, gritó desesperada mientras oprimía todos los botones del guante hasta que uno funcionó y lanzó un potente rayo que impactó contra el cuerpo de metal haciéndolo trizas y llevándose media pared en el intento.  Una vez fuera de peligro sus piernas perdieron fuerza causando que se desplomase en el piso. Fue entonces que el dolor la asaltó. Al mirar su pierna se dio cuenta de que al parecer se había torcido el tobillo en la huida.

—A-Ay no. N-Necesito salir de aquí 

Por desgracia, en cuanto se puso a correr perdió el comunicador así que en esos momentos estaba completamente a ciegas en aquel destrozado edificio. Su única salida era esconderse hasta que la ayuda llegase. Sin embargo, parecía que la suerte no estaba de su lado ya que por estar concentrada en calmar su respiración y olvidar el dolor no escuchó los pasos detrás suyo hasta que sintió el trapo húmedo de cloroformo taparle la nariz hasta dejarla inconsciente.

—Ay, no de nuevo —se quejó— Hiro debe estar muerto de nervios, y mi mamá va a matarme. Y Tessa, y Gogo... La lista es larga.

Una puerta se abrió mientras se lamentaba, por ella entró una mujer con uniforme clínico, tal vez doctora o enfermera, con Uyeda detrás. El hombre ya no llevaba su cabello perfectamente peinado como antes y tenía varios cortes en el rostro. Parecía bastante irritado, su falsa sonrisa lo delataba.

—Que gusto que te nos unas nuevamente, Penny.

—Lamento no poder decir lo mismo —gruñó. Tenía hambre, estaba cansada y su cabeza empezaba a doler horrores— Vaya al grano, ¿si?

Antes que Uyeda empezase a hablar, la mujer lo interrumpió. 

—Bien, Penny, por el momento estás estable. Sufriste una leve contusión, unos cuantos moretones en los brazos y además tienes un esguince tipo 2 en el tobillo —dijo con simpleza chequeando una tableta e ignorando la presencia del hombre— Logramos estabilizarla al llegar aquí.

—¿Esguince? ¿Cuánto tardará en sanar?

—Descuida, sanará en unas semanas si mantienes reposo. —la tranquilizó con una suave sonrisa antes de voltear a ver a Uyeda con enfado— y, por suerte para ti, este grupo de lunáticos acaba de secuestrarme solo para atenderte.

—¡Trabajas aquí, Andrea! —se defendió el hombre.

—¡Trabajaba! —respondió la doctora con rabia en la voz— ¿No entiendes la gravedad todo lo que has hecho? ¿Cuánta gente va a sufrir por tus ambiciones? ¡y como le has arruinado la vida a esta niña y a su familia!

Uyeda solo suspiró, claramente harto de la situación, como si el y la mujer hubiesen tenido la misma discusión durante mucho tiempo. 

—Ya deberías tener claro que nadie sale de Airsoft sin que yo lo autorice, por lo tanto, tu seguirás trabajando aquí a menos que quieras que algo le pase a tu pequeña Sarah. 

Al oír ese nombre la mujer palideció, sin embargo, su ceño temeroso fue rápidamente remplazado con unos furiosos ojos. De inmediato dejó la tableta de lado y se enfrentó a Uyeda. 

—No tocarás a mi hija, antes te cortaré el cuello con mi bisturí —susurró amenazante— Es una lástima, ¿sabes? Creí que había algo de bondad en ti, pero claramente estaba equivocada. Eres un monstruo. 

Always in my head »Penniro«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora