Always in my head »Penniro«

Capítulo 19

Después de clases fueron a una heladería cercana. Compraron unos conos de helado y se sentaron a comer bajo la sombra de unos árboles.

—¿Desde cuando te gusto? —preguntó Penny con curiosidad. Hiro ladeó la cabeza, pensativo y un poco sonrojado ante la pregunta.

—La verdad, no estoy seguro. —respondió luego de pensar un poco— Me pareciste linda cuando nos conocimos y me ponía nervioso cuando te me acercabas pero nunca lo relacioné con que empezabas a gustarme. ¿Qué hay de ti?

—Creo que desde el festival —dijo— me atraías un poco pero confirmé lo que sentía por ti después.

—Y yo que estaba aterrado de confesarme, que me rechazaras y que jamás quisieras ser mi amiga de nuevo —declaró, haciéndola reír.

—Bueno, pero eso no pasó. —comentó sonriendo— Y ahora que lo recuerdo, mi mamá quiere invitarte a que vayas a cenar a mi casa.

Hiro se puso nervioso ante la mención de conocer a su suegra y cuñada. 

—No hoy, claro, —agregó Penny rápidamente al ver lo pálido que se había puesto— podemos esperar a que inicien las vacaciones en un mes y así te preparas mentalmente.

—Lo haces sonar como si fuera a un interrogatorio policial —se quejó.

—Ciertamente van a interrogarte, eso lo puedo asegurar —reconoció. 

Recordó la primera vez que su hermana llevó a un novio a cenar y Tessa pidió no incomodarlo con preguntas. Al final, el chico había terminado engañando a su hermana y ella se vengó pintando su auto de rosa chillón. Desde ese día las tres prometieron interrogar a cada hombre que pusiera un pie en esa casa con intenciones románticas hacia Tessa o Penny.

—Esta bien, no pueden ser mas aterradoras que Honey ¿o si?

—¡Claro que no! —se rio— Mi madre y Tessa son como unos gatitos al lado de Honey. —Hiro suspiró aliviado— Ahora, tengo que comprar un pastel de chocolate o Tessa no me dejará entrar a casa.

—Vamos, mi tía hace un pastel delicioso —ofreció y se fueron tomados de las manos.

Una semana pasó sin mayores inconvenientes. Fred y Wasabi se sorprendieron al ver a Hiro y Penny de la mano, y de mala gana le pagaron cinco dólares a Gogo por la apuesta que habían hecho a escondidas.

—Un mes, Hiro —lloriqueó Fred, sujetando los billetes mientras Gogo trataba de quitárselos— solo tenías que esperar un mes.

—Gracias chicos —les agradeció Gogo guardando el dinero.

Apenas vieron a Jason durante esos días, y las veces que lo divisaron, Penny pudo ver grandes ojeras bajo sus ojos lo cual le pareció un poco preocupante. A Hiro no le importó mucho, estaba feliz creyendo que por fin había aprendido la lección y no se acercaría a ellos de nuevo.

Sin embargo, ese viernes en la tarde mientras Penny terminaba un informe recibió un extraño mensaje de un numero desconocido.

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—¿Código morse? —enseguida anotó el mensaje y se puso a traducirlo. Un escalofrió recorrió su espalda al ver el mensaje— ayúdame.

Pensó en llamar a Hiro de inmediato pero otro mensaje llegó.

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