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El final del capítulo anterior les cayó como baldazo de agua fría ¿No? Es que era muy temprano, pero aquí está la continuación pq soy bien buena honda.

No se acostumbren.

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Su tono de mando despertaba algo en ella, se sentó en el borde de la cama y lentamente empezó a deslizarse hasta sentir las frías sábanas en su espalda y su piel erizándose.

Él se acercó colocándose sobre ella y llevando sus brazos uno a cada lado de su cabeza.

Se acercó a su oído.

- Separa las piernas.- Susurró, ella obedeció sintiendo escalofríos.- Muy bien, ahora quiero que te quedes muy quieta, si desobedeces voy a tener que castigarte, ¿Lo entiendes querida?

- Sí, mi señor.

- Eso es.- Respondió.

Con mucha delicadeza empezó a acariciar la piel de sus brazos deslizándose hasta su pecho y de ahí bajando por su abdomen en dirección a la ingle.

Ella sintió deseos de removerse un poco por la sensación pero permaneció quieta como él dijo.

Sus caricias bajaron hasta sus muslos, los cuales apretó con lujuria.

- No sabes lo mucho que he deseado estrujar estos hermosos muslos.- Siseó Aizawa.

Un gemido se escapó de sus labios.

- Mi señor...

- ¿Te gusta que te acaricie querida?

- Sí...

- ¿Deseas que continúe?

- Sí, por favor.

- ¿Por favor qué?

- Por favor, mi señor, tócame...- Suplicó.

- Qué hermosa te ves así, suplicando como una buena chica.- Ronroneó para seguir con sus caricias llevándolas de sus muslos hasta su pelvis, acompañadas de húmedos besos y algunas mordidas.

El esfuerzo que hacía ella para no moverse era sobrehumano.

Él, poco a poco comenzóa palpar su intimidad, sintiendo la humedad en ella por sus fluidos e introduciendo sus dedos ligeramente.

Un espasmo recorrió el cuerpo de la chica, soltó otro agudo gemido y sin quererlo movió la cadera.

- Oh no.- Dijo con falsa decepción.- Te dí una orden.- Añadió en un tono más serio.- Y tú me desobedeciste, eso es muy grave. Sabes que debo castigarte así que ven aquí.- dijo sentándose en el colchón.- Te quiero boca abajo sobre mis rodillas.

- Sí mi señor.- Obedeció con la respiración agitada y frustrada porque se hubiera detenido.

- Fue una falta ligera, así que te daré tres azotes y tú vas a contarlos en voz alta. ¿Entendido?

- Sí mi señor.- Respondió ella algo ansiosa por lo que iba a ocurrir.

Él levantó la mano y la dejó caer sobre su trasero, dejando una sensación de ardor. Ella dió un pequeño grito.

- No te escucho contar.- Dijo él.

- Uno...- Respondió. El dió el siguiente un poco más fuerte.- Dos.- Y finalmente llegaron al tercero.- Tres.- Dijo ella.

- Ahora ¿Hay algo que quieras decir?

- Lamento haberle desobedeido a mi señor.- Respondió.

- Bien.- Dijo él, satisfecho.- Vuelve a tumbarte.

La Niñera De La UA (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora