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En teoría ya es viernes, jajajaja decidí actualizar a esta hora para que puedan disfrutar el capítulo sin interrupciones.

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Al llegar la hora de dormir de Eri, la chica corrió a su habitación, se cambió de ropa, se colocó una gran chamarra para ocultarla y salió de la residencia a hurtadillas.

Cuando llegó al salón, él la estaba esperando afuera.

- Mi señor.- Lo saludó en tono sumiso, mirando al suelo.

- Vamos.- Dijo él, gentilmente, guiándola por lo pasillos.

- Creí que nos veríamos en el aula.- Dijo ella.

- Ese era el punto de encuentro, vamos a jugar en mi oficina.- Le dijo éste.

Ella guardó silencio y lo siguió.

Llegaron a la ya mencionada oficina y él abrió la puerta, haciéndola pasar.

- Bien.- Dijo él, cerrando la puerta con seguro y llendo a sentarse en su escritorio.- Quítate eso, déjame verte.- Le ordenó.

Ella, dócilmente, se abrió la chamarra y la dejó caer.

La falda era algo corta y las medias se ceñían al rededor de sus muslos.

- Muy bien, veo que portas adecuadamente tu uniforme.- Sonrió él.- ¿Estás lista para la clase?

- Sí mi s... Sí, Sensei.- Respondió ella, cambiando el título de Aizawa por uno más adecuado para el juego.

- Ven aquí.- Dijo él, bajando del escritorio y palmeando su superficie ligeramente. Ella se acercó para sentarse en él pero el profesor la detuvo.- Ah ah.- Negó.- Boca abajo.- Ordenó.

Ella asintió y se giró para colocarse boca abajo sobre el escritorio.

- ¿Así sensei?

- Sí...- siseó él.- así mismo.- Le acarició el trasero y lentamente levantó su falda.- Como puedes ver, frente a ti hay hojas de papel, una goma y un lápiz, vas a escribir las operaciones que te diga y a resolverlas. Si lo haces bien, voy a premiarte.- Dijo acariciando su intimidad por encima de su ropa interior y haciendo que se le escape un gemido.- Pero si te equivocas, voy a castigarte.- Añadió mostrándole una gran regla de madera que había estado recargada a un costado del escritorio.- ¿Está claro?

- Sí, sensei...

- Bien, buena chica. Ahora escribe. 1114 menos 956...- ella hizo caso.- e intenta resolverlo.- Ella Obedeció.- Dime el resultado en voz alta.

- ¿Doscientos cincuenta y ocho?

- ¿Segura?- Ella asintió.- Compruébalo, suma 956 a tu resultado.- Y así lo hizo.- ¿Cuánto te dió?

- mil doscientos catorce...

- Vaya... veamos dónde está el error.- Se acercó al papel.- Tu procedimiento de restas de pedir es correcto, pero olvidaste convertir el nueve en un diez, por lo tanto al restarlo a once te dió doscientos cincuenta y ocho y no ciento cincuenta y ocho.- Le explicó.

- Ya veo...- Dijo ella analizando la operación.

- Me alegra que lo entiendas pero aún así debo castigarte. Obtuviste 258 así que suma, por favor, 2+5+8.

- Quince...

- Bien, entonces serán quince azotes.- Ella lo volteó a ver asustada.- No me mires así, querida, fuiste tú quien los calculó, pero si te parece demasiado, pueden ser 1+5, que sean seis. ¿Eso te parece más apropiado?

- Sí sensei.

- Bien.- Dijo él acercándose a su oído.- te perdonaré esos ocho azotes, sólo por esta ocasión, porque apenas estamos comenzando, pero, si vuelves a equivocarte, voy a sumarlos a la cifra de tu próximo error.- Ella tragó en seco por aquél tono de voz tan siniestro y asintió.- Responde apropiadamente.- Ordenó él en tono autoritario.

La Niñera De La UA (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora